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Los despidos en el INTI también alcanzan a la agricultura familiar

Por La Nación

En el segmento de la agricultura familiar, campesina e indígena se sumó por estos días un nuevo motivo de preocupación a partir de los despidos de los trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que en diversos puntos del país contribuyen con el desarrollo de las organizaciones de pequeños productores.

La señal de alerta la dio el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) al manifestar su «repudio a los despidos en el INTI» a través de un comunicado de prensa: «Hace tiempo que el MNCI viene trabajando con el INTI en la incorporación de tecnología apropiada a la pequeña escala y a las condiciones de producción de las diversas regiones de país. Como fruto de ese trabajo el sector campesino ha venido haciendo un proceso de incorporación de tecnología para producir chacinados de llama y de cabra, néctares y mermeladas, triturados de tomate y deshidratados, entre otros, productos», explicó la organización.

La transferencia de tecnología del INTI llegó a pequeños campesinos de diversas regiones del país Crédito: Movimiento Campesino de Córdoba

El jueves pasado, en radio Mitre, el presidente del INTI, Javier Ibáñez, confirmó que el organismo que dirige decidió «discontinuar» el área específica dedicada a la agricultura familia porque «no es el foco del INTI» y porque, según agregó, se superpone con el trabajo del INTA, en el ámbito del Ministerio de Agroindustria. Reconoció que parte de los 258 despidos están relacionados con las tareas que no se seguirán desarrollando. Por caso, de los siete integrantes del Programa de Tecnología Industrial para la Agricultura Familiar, creado en 2014, fueron despedidos seis trabajadores. El restante fue mantenido por estar afectado por una grave enfermedad.

En esta coyuntura, en la Unidad de Extensión INTI-Cruz del Eje, tres de sus cuatro integrantes fueron despedidos del organismo, pese a contar con líneas de trabajo en plena ejecución, fundamentalmente con comunidades campesinas del noroeste cordobés.

«Ser una de las despedidas te atraviesa desde muchos costados, desde el personal, por no saber ahora cómo llegar a fin de mes sin trabajo, pero, al mismo tiempo, desde la tristeza que genera perder un equipo de trabajo, de saber que todo lo que se venía haciendo de repente no le importa a las autoridades; todo lo que se venía construyendo para responder a las necesidades locales, para ellos no cuenta», dijo a LA NACION Sol Vignau, extensionista del INTI desde 2011 en la Unidad de Cruz del Eje, en las áreas de salud y discapacidad, en la temática de alimentos, y en la gestión de residuos orgánicos.

También despedido de la Unidad de Extensión INTI-Cruz del Eje, Leandro Rueda, técnico en desarrollo local, egresado de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Catamarca y trabajador del organismo desde 2004, explicó a LA NACION que en el noroeste cordobés el enfoque fue trabajar sobre proyectos de desarrollo local y de agregado de valor a las materias primas regionales, como la leche caprina, la lana, los cueros caprinos y, también, atender demandas y consultas de escuelas técnicas, pymes, municipios y comunas sobre diversos temas tecnológicos en los cuales el INTI podía tener implicancia y aportar su conocimiento a través de capacitaciones y de asistencias técnicas específicas. «Así fuimos construyendo redes de trabajo con colegas de otros organismos, como el INTA, la SAF, Desarrollo Social y otras instituciones provinciales».

Rueda contó que la comunicación del despido «duele, indigna y genera impotencia por todas las líneas de trabajo que se venían sosteniendo y que ahora entran en una etapa de incertidumbre, y por el sentido de pertenencia que tenemos por el INTI, por las acciones de desarrollo local que contribuyen a modificar realidades, a promover capacidades y a formar redes de acción».

En el Centro INTI-Santiago del Estero el telegrama de despido le llegó a Graciela Hoyos, ingeniera en industrias forestales, con ocho años de trabajo en el organismo. «Fui la tercera en ingresar en lo que entonces era una Unidad de Extensión», contó. Y explicó que está viviendo una situación triste, «porque no puedo cree que se quiera impedir que personas que realmente trabajan puedan seguir aportando sus conocimientos y experiencias, desde investigadores a tecnólogos y a desarrolladores».

Añadió que como muchos de los que hoy atraviesan esta situación, «nunca dude en comprometerme con el trabajo, incluso hasta el punto de hacer distintas tareas, algunas ajenas a mi especialización, pero propias de iniciativas que hicieron del INTI un polo desarrollador industrial en Santiago del Estero, una provincia que tanto necesita este tipo de emprendimientos. No entiendo qué es lo que está pasado; no comprendo por qué se quiere achicar la cantidad de personas que día tras día trabajan intentando impulsar, en cada una de las regiones, el desarrollo industrial, el desarrollo de las cooperativas, de los microemprendimientos, de los productores, de las pequeñas empresas»

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