En la región

Crónica de un conflicto, con un infierno hecho desalojo

Por Leonardo Rossi

No creo en Dios ni en el paraíso. Desconfío de buena parte de la historiografía que se apropió del mejor legado cristiano. Me espanta una extensa lista de seres y hechos sellados por la institucionalidad de la Iglesia. Pero hace unas horas vi al infierno y sus guardianes, y frente a ellos estaban los santos profanos. Se miraban los rostros frente a frente. No me lo contaron. Los vi. Ahí. Delante mío. Las llamas de la infamia ardían custodiadas por camionetas policiales. Restos de hogares, de historias, de sueños e inconmensurables esfuerzos eran echados a la pira, que exhalaba su oscura nube de inhumanidad. A pocos metros, las mujeres y hombres de la digna tierra abrazándose en una pequeña parroquia, buscaban retejer el cuerpo desmembrado de su esperanza.

Memoria del fuego

Hace cuatro años había visitado parque Esperanza, en Juárez Celman. Las familias allí asentadas llevaban cuatro meses sin que les habilitaran el acceso al agua. Con sana porfía construían sus hogares. Armaban huertas. Sembraban comunidad. Pasaron más de tres años dese entonces: no importa contar los meses, semanas, días, horas, segundos. Es demasiado tiempo. Y la insistencia por negar su humanidad, mal dicha ciudadanía por oportunistas del bien público –intendenta, funcionarios judiciales y provinciales– se mantuvo incólume. O aún peor: devino de forma decidida, más cruel. Esa casta, decidió de una vez y sin rodeos topar e incinerar un pueblo, en disputa firme por un lugar en la historia de las peores narraciones coloniales. Lo hicieron la gélida mañana del 1 de junio de 2018. Se encargaron de contar con sus escribas. De ablandar conciencias para hacerse con su ‘espiral de silencio’. No obstante, “la justicia tarda y nunca llega, pero es la pesadilla del culpable” (Tabaré Cardozo). Que así sea. No se olvidará esa fecha. Será memoria encarnada en los abajos, en el suelo fértil de estas tierras.

Seguir leyendo en El Marco

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba