Enero a pata: Dique Los Alazanes
El verano es una buena época para ponerse las zapas y salir de aventura. Conocer lugares escondidos, cambiar de aire y mover el cuerpo son alta opción. En Capilla del Monte, está el Dique Los Alazanes, un plan imperdible si te gusta mochilear. En esta nota, te contamos cómo llegar y qué cosas se pueden hacer por allí.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Fotos: Agustín Fontaine – Archivo. Por la sequía que se vive en la región, hoy el Dique tiene muy poca agua
Enero. Tiempo de descansar, transpirar, respirar. Buscar arroyos, mojarse las patas, fijar la vitamina D bajo el sol. Leer un libro, juntarse con amigxs, tomar mates eternamente. Sobre gustos y descanso, no hay nada escrito. La naturaleza es siempre una buena opción.
Al norte del Valle de Punilla, limitando con Cruz del Eje, se encuentra la localidad de Capilla del Monte. Sus encantos y misterios son conocidos a viva voz. Quien conoce el lugar sabe que, allí, el aire es especial y siempre invita a viajar para adentro, o, al menos, a cortar con la rosca citadina de quienes acostumbramos a vivir rápido, al porroncito de balcón y tenemos el bondi en la esquina de casa.
En esta ciudad a poco más de 90 km de la capital cordobesa, se encuentra el dique de altura más importante de la provincia y uno de los más altos de Argentina y Latinoamérica. Este embalse no solo es de altura, también está bastante escondido. Para conocerlo, hay que invertir unas cuantas horas de caminata, pero es tan increíble que, al llegar, el cansancio valdrá la pena.
El Dique Los Alazanes fue inaugurado a finales de la década del 40. Es la primera represa sudamericana en construirse con sistema de arco y se encuentra enclavado entre el cerro Uritorco y Las Gemelas. Lo construyeron para almacenar agua y abastecer a la ciudad de Capilla del Monte. Para hacerlo, debieron trasladar absolutamente todos los materiales de construcción y víveres para los cientos de trabajadores a lomo de burro por el mismo sendero que se realiza el trekking de ascenso en la actualidad.
Se puede llegar a Capilla del Monte en los colectivos que salen desde la terminal de Córdoba o en auto, atravesando el Camino del Cuadrado y, luego, tomando la Ruta 38. Una vez en Capilla, hay que ir hasta el balneario La Toma, punto desde el cual también se hace el ascenso al cerro Uritorco, que es arancelado.
Desde La Toma, hay que caminar río arriba unos 10 minutos costeando el arroyo Calabalumba y, en la unión con el arroyo Huertas Malas, comienza el sendero. La primera parte del ascenso se llama Cuesta del Toro y requiere bastante esfuerzo físico, pero a no desesperar: el paisaje del final es increíble. Hecha la cuesta, se vuelve a bajar al Calabalumba y queda acompañar su curso por los senderos que van al costado, cruzando varias veces el mismo arroyo. Se llega aproximadamente a los 1.400 m s. n. m. La vista es alucinante y mirar el camino recorrido emociona.
El dique regala pura frescura, invita a nadar, refrescarse y conectar con el merecido descanso en alguna de las playitas que lo rodean. Hay quienes bucean o pescan, ambas actividades precisan de registro y autorización del guardaparque. Es posible pasar la noche y cocinar algo rico en alguno de los refugios, como también acampar en los espacios destinados para esto.
Durante todo el recorrido, el aroma a monte se hará notar. Es una preciosa oportunidad para reconocer flora y fauna nativa. Arbustos como el molle, los perfumados espinillos, el tola-tola y el piquillín. Hierbas como la carqueja, buena para el hígado. Pájaros, insectos y otros animales son parte del paisaje. Todo acompaña la magia de este lugar encantador.
La caminata, según el ritmo de marcha y haciendo los descansos necesarios para hidratarse y tomar fotografías maravillosas, dura entre 6 y 7 horas, contando ascenso y descenso.
Es importante tomarse el tiempo para respirar y, en cada respiración, disfrutar del cuerpo en movimiento y de los paisajes que la naturaleza nos regala.
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