Manuel Lagleyze: El aprendiz de las plantas
El 19 de julio se fue "el Manuel". Transitó este mundo promoviendo la agroecología, acompañando las ferias y la economía popular, brindando todo aquello que las plantas le fueron enseñando. Amigas y amigos le recuerdan y agradecen su generosidad. Por ahí, Raquel mira una foto y comenta: "El buda de las plantas", pero aclara: "el buda que ríe". Desde el suelo, Manuel Lagleyze nos sigue diciendo: pórtense contentos y contentas.
Esto no es una cronología ni busca ser un ordenado relato de despedida. No podría yo hablar por Manuel y decir que él le habría gustado más un entramados de anécdotas que un prolijo repaso de fechas. Pero imagino que sí. En las plantas Manuel identificaba los nacimientos y la muerte pero ponía especial atención en el vínculo. Ellas, en el entorno, ellas dialogando con las demás, comunicándose en superficie y abajito, donde está el estallido de vida que no se ve, pero que Manuel reconoce y menciona cotidianamente: «suelo, somos cultivadores de suelo»
«Claro, la gente en Córdoba saca los yuyos porque el yuyo en Córdoba no tiene status (ríe). Vienen y dicen «me gasté una fortuna en este césped, mirá si voy a dejar que crezca un yuyo», cuenta Manuel en sus siempre recordadas charlas Me como el baldío y sigue reflexionando:
– Es común sacar las hierbas que molestan, dice. «Nada de nuestras acciones quedan recluidas, encerradas en un solo ámbito. Si puedo ver eso voy a dejar de arrancar yuyos pensando que le comen la comida de mi planta. Y mi planta, al igual que juancito, que se enriquece cuando viene un amigo y no dice ´me va a sacar la merienda’, va a mejorar su estado de salud, porque va a tener contacto con otros seres que se complementan con ella en el suelo y en el aire.»
-Vengan, por acá, pasen. Este es el aguaymanto, prueben, miren que dulce, expresa el barbudo señor rodeado de plantas mientras abre la puerta de su invernadero de Cosquín.
Manuel nos lleva y guía nuestra mirada haciéndonos recorrer la huerta y el invernadero. La variedad se burla de las aburridas e insulsas prácticas del monocultivo. Y cuenta. Cuenta. Sí. No se limita a mencionar el nombre científico y el origen, sino que cuenta. Brillan sus ojos cuando recuerda cómo llegó esa planta al invernadero y trae a la presencia a amigas y amigos que se la hicieron conocer.
Le gustaba enseñar, desliza Carla Bima, su compañera, mientras lo recordamos en la ronda de despedida.
-No se quería quedar con nada para sí. Él decía «si yo se algo, si conozco algo, lo tengo que compartir. Qué sentido tiene que me lo quede».
Así era Manuel, el aprendiz de las plantas. Tentado estuve de escribir «el hombre que sabía de plantas». Era un aprendíz. Sabía sí, pero su sabiduría era contar lo que ellas le iban contando.
Y porque nada se quería quedar sólo para sí, vivía su vida casi como burlándose de esa absurda práctica de patentar las semillas y prohibir su reproducción.
«Orgánico implica no usar productos de síntesis. Agroecológico es un poco más. Se pretende que el cultivo sea sustentable. Y que la sociedad que allí vive también sea sustentable. Que no tengan que huir los jóvenes, que no tengan que huir las madres para no perder el embarazo. En la agroecología hay mano de obra del lugar, cosa que el agronegocio quiere evitar a toda costa»
Manuel Lagleyze, entrevista en Entre Mate y Mate, Capilla del Monte, 2016
«Nos están destruyendo. Sigo pensando que con abrazos entre nosotros podemos llegar a cambiar. Habrá valido el haber vivido como humanos haciendo una resistencia, en la feria, en las marchas, en la educación, en la economía…
Las ferias, las economías regionales, la decisión de comprarle al vecino, el trocar y no usar dinero…. todo eso debilita al sistema. Hagamos todo eso y más»
Manuel Lagleyze, 16 de septiembre de 2018
Fragmentitos de eso que gustó llamar «Secretos de la tierra», un mar de historias de plantas, de suelo y de la vida toda. En ellos Manuel se reía cuando le reclamaban «¿No era un programa radial de plantas? Ahora resulta que hablás de feminismo». Se ríe y responde con ternura y contundencia alertando que la vida no es una secuencia de cajoncitos temáticos aislados herméticamente.
Carla recuerda que muchos le preguntaban a Manuel «Y eso que contás, en qué libro lo puedo leer». Lejos estaba la respuesta de un único lugar que junte y compile todo El aprendiz de las plantas era un aprendiz de lo diverso. Y cuando contaba, la historia era un rizoma, un entretejido de búsquedas que en la feria, en la radio y en la ronda de caminantes, encontraban pronunciación.
Es difícil decir que se fue. A la tierra volvió. Desde allí ya es alimento, es suelo que da de comer.
El recuerdo de su compañera, amigas y amigos
Carla Bima
Gracias Amor-Compañero por estos años recorridos juntos. Te voy a extrañar Gordito, tu humor, tus enseñanzas, tus palabras y gestos amorosos. Viviste como quisiste. Todos los reconocimientos de tantas personas que pasaron por tu vida demuestran tu bonomía y sabiduría. Niño de gran corazón y ternura. Hasta siempre. P.D. prometo portarme contenta
Emi Bertoglino, integrante de la Asociación Qumanta Huasi (Hernando)
En una sociedad que industrializa la comida, los vínculos humanos y las formas de producir, la rebeldía de Manuel hace que hoy ya lo extrañemos, que lo sintamos como un imprescindible, que lo recordemos como alguien insustituible.
Manuel creía que somos mera biología, que al dejar de latir simplemente nos drenamos o evaporamos en elementos químicos que se transformarán en nuevas vidas. Que reeditamos la alquimia que permite la vida del planeta.
Y es cierto. Pero también es verdad que queremos seguir teniéndolo a nuestro lado, disfrutándolo largamente.
Seguramente una manera de hacer que Manuel siga vivo sea hacer carne o, mejor dicho, hacer tierra sus enseñanzas. Honrar su rebeldía con la desobediencia de usar el suelo para comer y de ser felices junto a los demás hasta el hartazgo. Verlo en las flores, porque él las habitó. En ese palito que tomamos por azar en el andar huertero o en el masticar el yuyo que él nos enseñó que se come. Darnos esos abrazos, de la palabra o del cuerpo, con el cual El Gordo seguramente cambió una parte de nuestras vidas. Desde cada una de estas cosas él seguirá habitándonos.
Si nos recordamos como tierra, desde la simpleza y la pequeñez de la semilla puede seguir germinándonos ese enorme y bondadoso duende que hoy ya no necesita de la biología para vivir.
Liliana Coronado: «la mexicana», como le decía Manuel
A Manu lo conocí en un taller de huerta en el espacio Viarava, si, era tan genio que, en un plato descartable con tapa con agujeritos, hicimos un mini invernadero germinador de semillas de tomate y morrón. Ahí integre a mi vocabulario la palabra microorganismos. Escucharlo hablar de estos microscópicos seres llamados microorganismos siempre fue un viaje de ida, su asombro pueril constante era tan contagioso que cada encuentro posterior se convirtió en espacios de compartir conocimientos y amor por la tierra que pisamos.
En sus clases comprendí que cada principio tiene un fin y que la materia biológica que muere vuelve y nutre la tierra, que todos los seres confluyen y complotan para formar un ecosistema que no precise venenos, que lo más importante de todo es la generación de suelos fértiles, que haciendo las cosas bien y de forma comunitaria hace bien y nos engrandece, que todos podemos comer sin necesidad de invertir un peso, que con amor se puede.
En el último tiempo, no obstante, su condición de salud vino a Capilla del Monte, a la Huerta comunitaria de Balumba, a dar talleres de huerta, que grande señor que con solo su presencia hasta los insectos se convocaban para escucharle.
Creo que hoy cumple su sueño de ser parte de ese alimento que precisan los microorganismos para nutrirse, reproducirse y ser bosque.
Buen viaje de retorno Manu, si como nos contaste todos los microorganismos (hongos y bacterias) que están pegados en las raíces de los arboles se comunican y llegan a todos lados del mundo, entonces ya se en donde encontrarte.
Romualdo Del Yuspe, músico
Como despues de la helada
Parece muerto el tomillo,
La tola, la salvia azul ,
El falso ají ,el durasnillo.,
El tabaco, el culandrillo
Y todos ahi permanecen
Aroman y reverdecen.
Como enraìza el romero
Como rebrota el laurel,
Echa flor el duraznero
Y otros tantos yuyos qué
Sus nombres me sè por el !!
Asi, como el taku viejo
Se va y se queda Manuel.
Cooperativa Viarava – Una Radio Muchas Voces – Capilla del Monte
En nuestra sala, en las ferias, en la radio, en todos lados… Manuel Lagleyze fue para con Viarava puro amor, alegría y convicción. Tenía poblado su corazón de ganas de un mundo en el que desde el más ínfimo microorganismo hasta el más grandotote de los seres convivan, se integren y aporten lo mejor de sí mismos.
De Manuel aprendimos tanto que hoy somos un mar de tristeza. Desde sus secretos de la tierra, él nos enseñó que la muerte era parte de nuestro camino por esta tierra… hoy llegó su aleteo final. ¡Gracias, infinitas gracias!
Mercadocoop – Capilla del Monte
Hoy emprendió su nuevo viaje nuestro querido Manuel Lagleyze, hoy es polvo de estrella que iluminará todas nuestras siembras, es conocimiento y sabiduria que habitarán en los microorganismos que nutren la tierra. Maestro y por sobre todo gran compañero, humilde al transmitir su conocimiento. Tu palabra está en nuestros corazones. Buen vuelo querido amigo, te queremos hasta el infinito y más allá.
Hernán Uanini – Programa radial «La Semilla». Villanos Radio – Carlos Paz
En la era del monocultivo y de la monocultura la hegemonía del relato biográfico se impone en homogéneas narraciones de temporalidad lineal, vetando la diversidad de estilos y registros.
Y justamente para celebrar al MANUEL rompemos ese molde para tratar de RECORDARLE en fragmentos diversos de voces diverses que se entramaron con su generosidad y su sabiduría en distintos espacios y tiempos.
Los recuerdos que comparto aquí, intentan ser entonces, solo algunos hilos más que se suman a la nutrida y nutritiva trama de vínculos y relaciones humanos y no que Manuel supo sembrar como pocos.
Mis primeros recuerdos de Manuel se remontan a más de veinte años cuando en Radio Universidad (creo que con Los Galenos pero también con Daniel Migani) irrumpió en mi vida de atento oyente ese señor que hablaba como nadie de las plantas pero también de nosotres. Y antes de comenzar su programa de culto “Voces de la Tierra”, en su labor de columniste en distintos programas de Radio Nacional Córdoba fue un verdadero precursor pues nombrando o no a la agroecología ya por aquellos tiempos sentipensaba interpelando directamente a les oyentes que les seguíamos.
Así, en tiempos donde las organizaciones de corte socioambiental y los movimientos ecofeministas aún no hacían su aparición como actores sociales clave en nuestra provincia o apenas gateaban, nombrándolos o no Manuel hablaba de les seres no humanos como seres sintientes, de la necesidad de entendernos en y desde los vínculos intra e inter relacionales, de las prácticas agroecológicas no solo como modo de producción de alimentos sanos sino como una manera de caminar, respirar y abrazar en esta urdimbre de vida/s.
Ya hace unos diez años comenzamos a cruzarnos en persona en espacios colectivos fundamentalmente de Punilla que giraban alrededor de la defensa de nuestros bienes comunes y de reivindicación y resguardo de prácticas que ponen a la vida en el centro y no a las mercancías.
La oposición a la modificación de la Ley 9814 (Ley de Protección de Bosques Nativos) como a la realización de la Autovía y otras obras ecocidas se conjugaron con talleres, espacios de intercambio de semillas, de comunidades originarias y de comunicación popular y alternativa de Radios Comunitarias entre otros espacios tiempos donde empezamos a abrazarnos en persona.
Particularmente recuerdo con mucha emoción y cariño al Manuel en la Feria del Tanque en Cosquín donde me mostró que la agroecología no solo se podía poner en práctica en una huerta o en un jardín sino que también había una manera agroecológica de hacer cuadernos o encuadernación. En definitiva, lo que nos compartía y nos comparte Manuel es un mensaje de invitación a vivir la vida de manera agroecológica, colectiva y amorosa.
Finalmente, a comienzos de este año le compartí el deseo que tenía de que se sumara a La Semilla Programa Radial con una columna. Manuel aceptó al instante y arrancó con una serie de columnas bajo el nombre de Más que plantas: Agroecología.
Hoy que ha pasado a otro plano me entristece un poco que esta última etapa compartida haya durado tan poco, sin embargo me alegro más y agradezco infinitamente que su generosidad lo haya permitido.
Es por eso que personalmente y todes quienes hacemos La Semilla nos alegramos y agradecemos infinitamente la posibilidad que hemos tenido de que Manuel, ese gran tejedor que sumó y suma como poques a sostener y fortalecer esa gran red de resistencia y reexistencia de quienes cultivamos las tramas de la vida, haya formado parte de la Familia Semillera.
Gracias Manuel y seguiremos tramando columnas juntes… 🌱 ✊ 💚
Chuzo González Quintana
EL ARMADOR AQUEL
El armador aquel de casas rústicas, habló desde la barca, ellos, sobre la grava de la orilla, él flotando en las aguas. Y la brisa del lago recogía de su boca parábolas, ojos que ven, oídos que oyen y gozan de bienaventuranza.
Recién nacían por el aire claro, las semillas aladas, el Sol las revestía con sus rayos, la brisa las cunaba. Hasta que al fin cayeron en un libro, ¡ay tragedia del alma, ellos tumbados en la grava seca y él flotando en el agua.
Que difícil despedirte enorme amigo. La parábola de tu semilla seguirá armando casas rústicas, huertas generosas y jardines alucinados de colores y bichitos movedizos.
Nunca nos olvidaremos de vos Manuel Lagleyze
Conocé más sobre Manuel. Material de archivo
Secretos de la tierra – Programa radial. Archivo 2018 a 2021
Charla en el encuentro de semillas. Capilla del Monte 16 de septiembre de 2018
«Las víctimas de los agrotóxicos»
https://www.facebook.com/SecretosDeLaTierraArgentina/videos/1762991253749710/
Charla «me como el baldío». Capilla del Monte, 13 de diciembre de 2018
https://www.facebook.com/SecretosDeLaTierraArgentina/videos/520423415109891