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El camino que se hace al andar

Septiembre es el mes del senderismo en la provincia de Córdoba y algunos municipios organizan salidas en torno a esta actividad. En medio de los días que florecen, sobrevienen preguntas en relación a esta práctica, los accesos, las regulaciones necesarias para el cuidado y los alambrados que se multiplican. Compartimos algunas miradas y experiencias de vida que eligieron conocer a la naturaleza desde lo profundo.

El suelo cruje. Debajo hay un río. Las hojas color atardecer, los ojos abiertos y lo que no se puede detener: el camino que avanza como promesa.

Si es invierno hay pasajes de ríos hechos piedras. Si es verano hay olores dulces que se despertaron en primavera. Cada sendero se transforma, se hace huella de flores, de texturas, de viento. Pero sobre las pisadas, hay una memoria que se acerca, que extiende al sendero en raíces, al tiempo y su cadencia de oleaje. Afuera, la existencia es cíclica. Los ojos quedan abrazados a lo que ven. El camino avanza como un pulso de vida y en ese andar hay un aprendizaje.

Seguí por suerte el orden que siempre sugiero: aprender primero a caminar y después a subir”, dice Jorge González, quien lleva más de cuarenta años de experiencia entre caminos y montañas. Nació en Villa María, pero vive desde 1991 en la localidad cordobesa de La Cumbre, es guía de trekking y escalada técnica, escritor y uno de los más importantes referentes del montañismo en nuestro país.

Entre los años 1972 y 1974, comenzaron sus caminatas. Transitar por los refugios clásicos de Bariloche fue una enseñanza y un despertar en la intención de formarse para subir a la cumbre de las montañas. “Tuve la suerte de recorrer la mayor parte de nuestra cordillera andina”, cuenta Jorge quien al pensar en uno de los tantos lugares transitados, asegura que elegiría el Norte.  “El altiplano -la Puna- significó para mí una nueva visión de la montaña. Quienes nos iniciamos en la formación técnica en una ciudad, concebimos a las montañas como ‘objetivos’ y no como ‘cerros’. Ignorábamos que en las montañas hay, además, una cultura”.

Su primer contacto con el Norte, cambió la idea que tenía del montañismo: “decididamente la enriqueció e influyó tiempo después para lo que yo creo fue un aporte al mejor conocimiento de sus posibilidades técnicas”.

La montaña lo ha llevado un poco más allá de sus fuerzas y creencias, le ha dado confianza y reconocimiento -dice- y admite que el día que descubrió el montañismo fue un despertar a otra consciencia. “Nada como ese mundo de roca y de hielo, de frío y distancia, de fatiga y tormenta, me habló con tanta sinceridad. Con esa plenitud. Con tal elevación”.

Los Paredones. Foto: gentileza Jorge González

En la actualidad, a la par de una mayor divulgación sobre lugares para conocer, caminos marcados y folletería turística, han aparecido nuevos límites en zonas antes libres en su tránsito. “La mayor difusión, la facilidad de acceso, la llegada masiva a los más clásicos, parecen justificar las restricciones”, piensa Jorge y agrega que a veces sucede por intereses económicos y otras para ejercer control. “Siempre pienso que ante estas realidades, darle a una zona forma legal de área protegida, puede permitir que el impacto en ella no sea irrecuperable”.

A lo largo de su trayectoria, Jorge reconoce haberse enfrentado con limitaciones de ingreso a zonas que había conocido antes sin problemas: “me encontré en Patagonia con el fenómeno más reciente  de áreas privadas que antes ni siquiera podíamos imaginar. Lo que importa -asegura- es revisar conductas y generar nuevas para los nuevos tiempos”.

La regulación legal y la importancia de una normativa local

En el año 2021 se sancionó la Ley Nacional N°27665 de Fomento del Montañismo. Esta ley declara al montañismo como actividad de interés deportivo, cultural y socio-recreativo en todo el territorio nacional, reconociendo su influencia y aporte positivo en las tareas de exploración científica, ambiental, educativa y de desarrollo humano.

Anahí Toni es abogada del Centro de Actividades de Montaña de Capilla del Monte (CAM) y explica que la importancia de esta normativa se da desde varios puntos de vista, ya que promueve una actividad que además de ser saludable, permite conocer un ámbito natural, respetarlo y apreciarlo: “practicado en grupo fomenta el compañerismo, el autoconocimiento y la solidaridad. Con la práctica del montañismo, se establecen el respeto al ambiente, las culturas locales, los fósiles y sitios arqueológicos y la vida propia”, asegura Anahí.

Por otro lado, explica que la ley busca declarar: senderos, espacios y sectores de uso histórico y deportivo de interés municipal. “Es decir, espacios que han sido histórica o ancestralmente usados en la montaña, lo que permitirá el mantener en uso público sectores que siempre se usaron públicamente y así garantizar su acceso”.

Por último, y a los fines de llegar a un buen diálogo y armonía con las autoridades, los propietarios, concesionarios o usufructuarios de las tierras por las cuales se encuentran los senderos, y los espacios donde se practica el montañismo, la ley los exime por todo daño causado en el o la montañista. “La persona hace la actividad bajo su propio riesgo y no puede responsabilizar a nadie más si le pasa algo. A su vez, quedan excluidos del ámbito de aplicación de la Ley de Montañismo, toda actividad que sea de carácter lucrativa”, aclara Anahí.

¿Qué pasa en Capilla del Monte?

“Caminar, disfrutar, respetar y valorar la naturaleza privilegiada que nos rodea, nos llevó a unirnos como grupo de amantes de la montaña y crear en el año 2020 el CAM en Capilla del Monte”, comenta Lucas Alzamora, quien desde 1999 comenzó a escalar y a involucrarse con las actividades de montaña. La pasión y el interés por el constante descubrimiento lo fueron llevando por rincones soñados, “pero entendiendo siempre que los cerros que rodean nuestro pueblo son el escenario perfecto para desarrollarse, formarse y fortalecerse en esta actividad”, dice.

Capilla del Monte. Foto: Euge Marengo

Desde el Centro de Actividades de Montaña, promueven el cuidado y la conservación de los espacios naturales, pero también buscan actuar como mediadores entre los diferentes partícipes de esta actividad -dueños de campos, municipio y montañistas-. Desde el CAM, parten de la premisa de trabajar en conjunto para lograr acuerdos que aseguren el libre tránsito por las montañas, con conciencia sobre los territorios naturales por donde se transita.

“La ley Nacional de fomento al Montañismo nos brinda una herramienta fundamental para asegurar y garantizar el libre acceso, desligando a los dueños de las tierras que transitamos de toda responsabilidad”, dice Lucas. Sin embargo, Capilla del Monte aún no ha adherido a esta Ley Nacional ni a la Ley Provincial de Montañismo, que fue sancionada en el año 2020.

“Como asociación, elaboramos en marzo de 2022, un proyecto de ordenanza a la Ley Nacional y lo presentamos a las autoridades. Puntualmente por última vez -luego de intentos anteriores- a fines de abril de este año, hicimos llegar al Ejecutivo Municipal y a algunos concejales, el proyecto”, expresa Anahí y comenta que aún no han recibido respuesta. “La falta de presentación formal ante el Concejo Deliberante se debe a que, al no tener respuesta alguna sobre el proyecto, el mismo no sea tratado. La sanción de la ordenanza es una decisión política con la que, hasta el momento, no contamos”. “Tenemos la ilusión de que pronto sea tratado, y de esta forma dejar asegurado para las futuras generaciones un marco ideal para la práctica del montañismo”, agrega Lucas.

La falta de regulación y control en los accesos en la localidad, no contribuye a la preservación de la naturaleza, sus sitios históricos y arqueológicos. Por eso, para Anahí es fundamental que se  sancione el proyecto de ordenanza presentado, ya que contempla y regula, precisamente todos esos aspectos.

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Septiembre ya comenzó, y como en otras oportunidades, algunos municipios y comunas de la provincia, junto con la Agencia Córdoba Turismo, pusieron a disposición diferentes circuitos para caminar al aire libre. “La región cuenta con infinidad de recorridos y sendas para aventurarse y vivir experiencias únicas, con dificultades y exigencias para todos los niveles”, asegura Lucas y admite que también hay rincones muy cerca de Capilla, donde poder disfrutar una tarde entre amistades.

Quebrada de Luna. Foto: Euge Marengo

Empiezan los días del sol que hace brotar la vida desde abajo.  El ritmo de lo que acontece se activa. En esa repetición mágica, las tardes se estiran y los sonidos afloran como desperezándose del frío que queda atrás. Las manos que vuelven a oler al río calcinado en el fondo de las piedras. Los senderos que se cargan de perfume, el suelo que aún cruje. Pronto llegarán las lluvias.

Cuando uno anda solo en la montaña, casi siempre hace lo correcto, dice Jorge sobre el final: “pero, objetivamente, es cierto que el riesgo aumenta. Para disminuirlo hay que ser muy observador. Hay algo que es especialmente importante: esa duda o certeza que nos viene de pronto, lo que se conoce como ‘intuición’, a eso, siempre hay que hacerle caso.”

Cruz de Caña: Foto: Euge Marengo

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