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A 9 años del Ni una Menos: el dolor que se convierte en organización

Un año más donde las calles de cada rincón del país se llenaron de encuentro, voces, abrazos y marchas. Un año más, donde los femicidios siguen sumando cifras frías a las estadísticas de la violencia machista. Seis meses de un año más del NI UNA MENOS, que viene cargado de odio, misoginia y hambre, desde quienes gestionan el Estado. En Capilla del Monte la convocatoria fue en el Jardín de la Memoria, ronda, ritual y palabras en una tarde que recordó la historia de esta fecha y la memoria de todas las que no están.

La tarde del 3 de junio del año 2015, las calles de varias ciudades del país se llenaron de bronca y organización. Miles y miles de mujeres y diversidades salieron a decir BASTA. Esa semana, el asesinato de la adolescente Chiara Páez, en la ciudad santafesina de Rufino, había sido el detonante para que organizaciones feministas, vecinxs atuconvocadxs, movimientos estudiantiles y sociales, sacudieran las calles con los cuerpos hastiados de tanta violencia. El Congreso de la Nación se rodeó con el impulso que fue consigna para siempre: Ni Una Menos. Vivas nos Queremos.

A partir de esa convocatoria, el 3 de junio quedó como una fecha inamovible en el calendario feminista. Un día que recuerda todas las que faltan y las deudas del Estado ante el flagelo de la violencia que continúa

“El Nunca Más y el Ni una Menos, tienen la misma contundencia: significan basta. Basta de muertes”, dice Graciela Olmos, integrante del Movimiento Plurinacional disidente y feminista de Capilla del Monte y de la Asamblea Multisectorial de la misma localidad. En medio de una ronda armada alrededor de un caldero, sahúmos y velas, en el Jardín de la Memoria de la Plaza San Martín, la palabra se hizo círculo y abrazo.

“Creo que eso fue el gran grito, así como en los últimos tiempos hablamos de la Marea Verde, la Marea Violeta, en los años 2013, 2014, 2015, movilizó, no solamente a las mujeres y diversidades, que fueron siempre la mayoría, sino también a familiares de las mujeres asesinadas, por lo que hoy nombramos como femicidio”, continúa Graciela.

Este origen nos lleva a una ruptura, que se presenta en la sociedad como el “No nos callamos más”, una bisagra que permitió visibilizar en la esfera pública que estos crímenes y la violencia hacia las mujeres y disidencias es por la condición de género, que implica una aceptación cultural, una normalización de ese estado de las cosas.

La organización y la red entre los familiares de víctimas y sobrevivientes, al igual que en la dictadura, permitió poner en la escena pública una realidad solapada, fragmentada, que respondía a etiquetas como: crímenes pasionales, mientras se indagaba hasta el hartazgo en la vida privada de la víctima para buscar los porqué de su propia muerte.

De este modo, el 2015 es un grito colectivo y global que irrumpió contra todos esos estereotipos acumulados durante siglos, tanto en las familias como en otras esferas de poder e instituciones reproductoras del patriarcado como la justicia, la escuela, la iglesia y los medios de comunicación.

“Comenzó a circular la Ley Nacional 26.485, de protección integral para prevenir sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, junto al dolor de los familiares -dice Graciela-  creo que eso transcurrió en este pedido de justicia. Durante estos años fue una interpelación a los tres poderes del Estado, y hacer visible que eso estaba pasando”.

Redoblar la fuerza

En lo que va del año, son 127 las víctimas de femicidio en nuestro país. Esta cifra, registrada por el Observatorio de femicidios “Adriana Marisel Zambrano”, de la Asociación Civil la Casa del Encuentro, detalla que al 31 de mayo de 2024, hubo 114 femicidios, tres lesbicidios, un trans/travesticidio y nueve femicidios vinculados de varones adultos y niños. Como consecuencia, 124 hijos quedaron sin madre, el 63 % de ellos menores de edad.

Esta Observatorio, que surge en el 2008 ante la ausencia de estadísticas oficiales sobre femicidios, da cuenta que, una vez más, el 58 % de las víctimas fue asesinada en su hogar y el 56 % fue asesinada por parejas o ex parejas. El mismo informe indicó que 17 de las mujeres habían hecho denuncias previas; cinco feminicidas tenían dictada una medida cautelar de prevención y siete son agentes o ex agentes de fuerzas de seguridad.

Ante los fríos números de las estadísticas, se manifiesta la importancia de políticas públicas serias y comprometidas con este flagelo. Al mismo tiempo, estos números, que muchas veces son apenas lo que se asoma a la superficie, evidencian que aún es urgente que en juzgados y fiscalías, se reviertan las prácticas misóginas y patriarcales en las formas de investigar e impartir justicia.

Las palabras se hacen eco en historias que se reproducen por miles. La fuerza del colectivo demostró que el primer paso era romper el silencio. Este 2024, fue un año más donde el BASTA tomó la fuerza que aún no es suficiente para frenar el actual atropello hacia todos los derechos alcanzados, donde los mensajes cargados de discriminación del actual gobierno legitiman la violencia patriarcal.  

“Este Ni una Menos creemos que estamos más frágiles con discursos de odio, que amparan y habilitan crímenes contra mujeres y disidencias, como fue el triple lesbicidio de Barracas”, comienza Laura Mac Laughiln, del Movimiento Plurinacional de Capilla del Monte, y sostiene que esa es la razón por la que se debe estar más fuerte y unidas.

“Sabemos que estamos amenazadas y en riesgo, pero que año a año nos hacemos más fuertes, somos más quienes podemos responder, organizarnos, hacer red, sostenernos, y pensar que así como Norita luchó que toda su vida, y las Madres consiguieron VERDAD Y JUSTICIA en un montón de sentidos, también nosotres tenemos que seguir su ejemplo y poder ir hacia una meta. Porque no queremos Ni una Menos y sabemos que con Milei no hay Ni una Menos”.

La memoria local

En la plaza San Martín quedaron las banderas de las organizaciones locales, el Movimiento Plurinacional, el Movimiento Popular La Dignidad, la Asamblea Multisectorial, mientras vecinos y vecinas pasaban entre el frío de la tarde que se iba. Los rostros de Cecilia se multiplicaron, la bandera con los ojos grandes de Sabrina, víctima de femicidio, se estiró para no olvidarla, mientras que el legado de Nora Cortiñas se hizo homenaje.

El Banco Rojo, con los nombres de cada una de las que faltan en Capilla se hizo parte en la ronda cargada de humo e incienso:

Maria Rosa Rossi, Mirta Horrach, Paula Taormina, Luciana Arenas, Sabrina Ochoa, Mariela Natalí, Cecilia Basaldua, Thiago Moyano (víctima de femicidio vinculado), son las vidas que faltan en Capilla del Monte como consecuencia de la violencia machista.

Fue en el año 2020, cuando Mariela Natalí (febrero) y Cecilia Basaldúa (abril), fueron desaparecidas y encontradas sin vida en distintos lugares de Capilla del Monte. Al día de hoy, no existen responsables por sus muertes. La impunidad que rodea la causa de Cecilia llegó a involucrar a un inocente en su crimen. Durante dos años Lucas Bustos estuvo privado de su libertad, sin pruebas, en la cárcel de Cruz del Eje, por orden de la fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm. En el 2022, el juicio que lo llevó al banquillo de los acusados, demostró no sólo su inocencia, sino las graves irregularidades en la investigación judicial de la causa. En la actualidad, está en curso una nueva investigación a cargo de la Fiscalía de Cruz del Eje. El caso de Mariela, nunca fue investigado.  

La singularidad de estos crímenes ha llevado a que hoy sean denominados como femicidios territoriales, ya que no responden a los modelos epistémicos tradicionales de la teoría de género y que no hablan de vínculos de pareja e intimidad, “sino de tramas de narcocriminalidad e impunidad territorializadas, con  participación de agentes estatales tales como policías, gendarmes y fiscales”, explican desde el Observatorio Lucía Pérez.

A 9 años del femicidio de Chiara Paéz, su femicida -Manuel Mansilla- fue beneficiado en marzo de 2023, con la reducción de la pena. “Necesitamos un cambio desde lo judicial y lo legislativo para que no queden baches que beneficien a los asesinos”, había dicho su mamá, Verónica Camargo.

Las deudas de la democracia siguen siendo banderas en las calles de todo el país. Visibilizar, seguir rompiendo el silencio, sostener y construir redes en estos tiempos, se hace una tarea imprescindible. Mientras los discursos de odio proliferan, se hace también indispensable generar conciencia de las graves consecuencias que esto acarrea en la vida cotidiana de las mujeres y diversidades.

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