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Encuentro de la Economía Solidaria: un horizonte que prefigura el cambio

El sábado 29 de junio, se realizó el Encuentro Regional de la Economía Solidaria en Capilla del Monte. Más de 80 personas de cooperativas, organizaciones sociales y distintos proyectos asociativos se convocaron para intercambiar, reflexionar y compartir experiencias que permitan fortalecer los proyectos autogestivos del territorio.

Desde la mañana del sábado, el Centro Vecinal del barrio La Toma de Capilla del Monte, comenzó a llenarse de gente. Una jornada que se iba entibiando a la par del sol que subía en un sábado fresco, pero cargado de entusiasmo y propuestas que hacían crecer el día con expectativa. Un encuentro esperado, que venía latiendo hacía varios años desde los inicios de la Feria por el Buen Vivir, donde la apuesta por fortalecer los proyectos del territorio se entramen en un horizonte de cambio que prometa desarrollarse con todo lo que ya existe.

“Hoy han llegado desde Cosquín, Córdoba, Villa de Soto, Cruz del Eje, San Marcos Sierras y San Carlos Minas. El tema central es el desarrollo de nuestra economía, cómo estamos y hacia dónde vamos”, explica Emilce, una de las coordinadoras de la jornada.

Cuando se piensa en la ‘economía solidaria’ se abre un universo que busca incluir a los proyectos de economía social y popular, que puede implicar desde producir bienes o realizar algún servicio de manera colectiva.  “En estos proyectos no hay, como en los más comerciales o en las empresas tradicionales, una persona dueña que invierte un capital y contrata empleados, sino que las personas se reúnen por su afinidad o necesidad”, dice Laura Carizzoni, de la Cooperativa Viarava.

Es tiempo de dar y recibir; de escuchar lo que no se dice, para entender y no para contestar; de no suponer, ni tomarse nada personal; de construir espacios libres de violencias y de proyectar un desarrollo que sea sustentable. Estas fueron algunas de las frases que salieron de los distintos grupos durante la mañana, como piezas que se sitúan en la necesidad de una escucha activa para crear este rompecabezas de diversos proyectos comunitarios y autogestivos que apuntan a la necesidad de una salida colectiva.

Durante este primer momento del día, las comisiones se dividieron en distintos ejes temáticos, como alimentación, producción, comunicación, cultura y arte, cooperativas, ferias y construcción. Cada temática se fue definiendo “en función de los espacios que se inscribieron y su rubro de acción”, explica Laura. De esta manera, se fue trabajando en torno a pensar las fortalezas, debilidades y conflictos por los que cada grupo y territorio están atravesando.

Un huajcha locro -maíz, zapallo y poroto- preparado por el grupo de cocina, fue el cierre de la primera parte de esta jornada, que retomó luego con un repaso de lo discutido en las comisiones, para volverse a agrupar pero ya entreverados entre las distintas temáticas. Por la tarde, con el sol de la siesta encima, la fruta y el mate circuló entre los cinco grupos que tomaron lo discutido por la mañana para pensar el qué; el cómo y el para qué, de las propuestas.

“Hay mucha historia de vida, de laburo y de otras cosas que todavía no fluyeron porque nos estamos conociendo”, dice el Mumy Barreda, de Radio Central Ferroviaria de Cruz del Eje. “Vinimos con el objetivo de pensar armar esto para adelante y creo que nos hace falta revisar algo hacia atrás. Hay gente que piensa desde lo formal y gente que está dispuesta a romper todo lo formal. Creo que en eso, va haber  respuestas muy interesantes para los tiempos que se vienen”, agrega mientras toma de ejemplo el patay que le convidaron hace instantes:

 -Este no es el patay riojano -le dijeron, mientras reconocía que éste, con una granulometría de harina mucho más gruesa que la que se hace en la Rioja, se hace en Charbonier.

“¿Hay producción acá?, Sí. ¿Hay posibilidad de hacer más producción?, muchas más que se pueden incrementar y redescubrir, reflexiona el Mumy, y enfatiza que esto también forma parte de lo que no sabemos de nosotros mismos. Y en ese relevamiento, siente que está la clave: “va a fluir con la confianza de cada uno con el otro para poder contar qué hace, qué piensa hacer, o qué estaba pensando hacer antes de venir. Acá hay mucha gente muy laburante, en las manos de esa gente, está la respuesta”.  

El cierre fue una apertura a seguir en el mediano plazo. A no dejar de pensar que la salida es en ese entramado de proyectos y vivencias que existen y están emergiendo.  En cada experiencia está la semilla de la posibilidad del cambio, que se orienta en transformar los territorios, desde una perspectiva del buen vivir. 

“Me quedo sonriendo, contenta”, comienza Lucila Toscano, del Nodo Agroecológico Saberes y Sabores de Capilla del Monte, y admite que se le pudo dar ese lugar a la palabra que se venía postergando. Participó en la comisión de alimentos y los desafíos ahí los visualiza en la necesidad de volver a registrar la diferencia entre el alimento y la comida. Cuándo se aporta a la salud, y cuándo no: “Reconocer el alimento que abunda en el monte, que cuesta tanto incorporarlo, porque culturalmente se ha perdido esa conexión con la tierra”. Si bien, se están dando las posibilidades de huertas y espacios comunitarios para producir alimentos, advierte que están faltando manos. Por otra parte, el costo del transporte para traer alimentos sanos se incrementó de manera notable, “así que pensando cómo nos organizamos, no nos van a detener”, concluye.  

En el actual contexto de crisis y ajuste económico, los desafíos están a la vista. “No perder la capacidad de seguir articulándonos” -dice Laura-  “que esto no quede en un intento, que se vaya convirtiendo en acciones concretas” -agrega-, “que puedan ser parte del devenir de nuestros proyectos”.

En unos meses, este Encuentro se volverá a encontrar con el aprendizaje de lo trabajado y con las miras a seguir siendo ese entramado fundamental para potenciar y lograr que los espacios colectivos, sean el sustento diario de la vida.

*Fotos: Agustín Fontaine/Eugenia Marengo

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