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María Eugenia Guevara, una artista de la materia y el espacio

Una artista en cuyas obras confluyen las intervenciones, las escultura, lo textil, la joyería, las luces y los sonidos. Obras que regalan preguntas y nos hacen recordar la naturaleza interior e interior.

María Eugenia Guevara nació en Córdoba en 1972, es egresada de la Escuela de Bellas Artes Dr.
Figueroa Alcorta y Licenciada en Escultura de la Universidad Nacional de Córdoba en donde también realizó una Especialización en Procesos y Prácticas Contemporáneas en la U.N.C.

Conocí la obra de esta artista en una muestra del museo Genaro Pérez. Una casita transparente con sus paredes y techos escritos, palabras que parecían constelaciones. Constelaciones que me llevaron a conocer mas sobre la artista y preguntarle en qué lugar de su ser se empezó a construir esa casa llena de luces que es su arte.

¿Qué te invita a la creación? ¿Qué te inspira?

Siempre estoy leyendo, investigando sobre muchas cosas que me interesan, eso me invita a la creación. Tuve la posibilidad de viajar mucho, eso es fantástico, es mi capital. Ver el arte, y diversas culturas en vivo y en directo.

También observo materiales que puedan expresar algo con su textura, que tengan algo que me interpele, materiales que tuvieron una vida. Me gusta lo que cada material me puede ir contando. Los sueños son parte importante de mi creación y tengo sueños muy vívidos, cargados de simbolismos.

Me gusta la naturaleza, navegar, me fascina la danza contemporánea, me encanta estudiar sobre el cine, amo la antropología, soy una amante de todas las culturas. Nací con mucha avidez y la avidez me ha dado la posibilidad de poder responderme muchas preguntas. Ese es un camino muy hermoso que me abrió el arte y lo que comparto es un gran sedimento. Es muy loco como se ha ido concatenando todo en cada idea, en cada proyecto.

¿Cómo le empezás a dar forma a una obra?

Me gusta situar las cosas, a veces en el espacio, a veces en el cuerpo. Necesito de materias concretas, crear a partir de algún objeto, de una relación, de una metáfora, en lugar de una sensación. Me gustan las transformaciones de la materia, por eso me encanta el vidrio, las transparencias, el texto, la palabra. Eso va y viene y se va tejiendo como una trama. Hoy veo con el paso del tiempo como hay ciertas cuestiones o preguntas que me han aparecido en el tiempo que vuelven a aparecer agarradas desde otros rincones.

Para crear también las técnicas son una escusa y siempre me quedan pequeñas. Me encanta investigar sobre ellas pero nunca termino de manejar del todo ninguna técnica. Siempre estoy saltando a otra cosa y las ideas son mas rápidas de lo que puedo producir. Voy anotando ideas en mis cuadernitos. Es muy hermoso ver como se han ido materializando los trabajos y siempre con algún desafío.

¿Cómo es el proceso de trabajo?

Me gusta lo que se desprende y emana la materialidad. Es como un huevo, una valva que está llena y se abre a otros sentidos, cosas nuevas con las que seguir trabajando. El proceso de trabajo no es metódico. No trabajo todos los días en un taller con un horario fijo como hacen otras personas, me muevo mas por inspiraciones y ahí me concentro después. Me enfoco, planeo algo y lo concreto en la obra. Hay ideas que vienen de hace muchos años atrás y que han sido incipientes, trazadas de alguna manera y después las vuelvo a retomar.

Tomar el material en sí mismo ¿Qué límites me propone? ¿Dónde están las aperturas?
En lo mínimo sin agregados, sólo mi mano o mi cuerpo ejerciendo una acción,
decidiendo una posición en el espacio. No sólo sus medidas, texturas y volumen
pueden variar sino sus recorridos, su forma, a través del contacto con mí cuerpo, con
otras superficies, con el mundo. Así es un diálogo más directo por veces sutil que nos
implica de otra manera. Salir de la estructura dada, moldearla, perforarla, horadarla,
soplarla, frotarla, sobre cualquier otro plano. Cubrir, envolver,opacar, transparentar,
desplazarla en el espacio, todo esto ya carga un significado que fuerza, empuja los
límites del material y también los propios. Reflexionar sobre la materialidad es
abrirnos a un mundo sensible lleno de matices y acentos, materia palpada y
palpitante, significantes.
Materia como encarnación que en sus contactos se modifica, estira, multiplica,
contrae o expande. Siempre en relación a un cuerpo, a su humanidad y contingencia.
Lo visible e invisible,las marcas, los vestigios y huellas, lo que deseamos hacer nacer
o morir extraer o extirpar. En esas superficies sensitivas, en esa posible arqueología,
podemos percibir que todo es material respirando.

¿Cuáles son los temas de tus obras?

Los temas son muy propios de las preguntas conmigo misma. Soy una persona muy introvertida. Todo ese universo está ahí a la espera. Veo mucho arte, me gusta ir a museos, también ver culturas antiguas. Soy un popurrí de esas cosas, capas, sedimentos de tantos años de ver, estudiar y de percibir. Me formé en la escultura y siempre necesito pasar las obras por las manos. El arte textil me ha dado conciencia de las texturas, lo blando, el trabajar con sectores, trocitos que después voy a ensamblar. Hay cositas que bordo, deshilo, cosas que se que se van a convertir en parte de una obra. Son como pequeñas palabras que quedan resonando y después arman un texto nuevo.

¿Por qué elegiste el arte como camino?

El arte es mi refugio, mi lugar en el mundo, el lugar donde caí y pude sentirme en casa. Es donde puedo desafiarme, crecer, romper, deshacerme, reiniciarme. El arte es la posibilidad infinita. Me ha permitido comprender tantas cosas del mundo, de la vida, me da tanta bastedad. Y la docencia en el arte también, poder ayudar a otros que se valoren, que generen, que se arriesguen, que no se boicoteen. Es un reconfigurarme, es mi universo, mi camino de lo posible.

Creo que el arte nos mejora en todos los sentidos. Es una herramienta de autoconocimiento, de percibir el mundo, de percibir todas las posibilidades que la expresión. Como decía Louise Bourgeois «el arte es garantía de cordura». En algún punto creo que re-equilibra y re-establece estar conectado con todos los sentidos, con el olfato, con la belleza y lo no tan bello que tiene la vida. El arte es estar conectados con la dicotomía y oxímoron que se unen para comprendernos, es como un reset, un reinicio, es el cuestionarlo todo, configurar todo el tiempo lo que decimos sentimos y pensamos, repensarlo todo, disolverlo todo, el arte es lo mejor que me pudo pasar.

¿Hay artistas en tu familia?

En mi familia no hay artistas, soy la primera. Lo vivo con devoción y pasión ligada absolutamente a este mundo y me encanta ser la aguadora, la pionera. Tal vez ha habido mucha sensibilidad, mucha fuerza física para otras tareas, pocos se han podido detener a contemplar y a hacer desde estos lugares que parecen tan inútiles. Yo he dado lugar a este lujo que es tener tiempo para la música, la literatura, la danza, el cuerpo, para valorarlo y absorber toda la historia todas las formas de hacer que en mi familia no ha habido.

¿Tenés un diálogo con el público?

Tengo devoluciones muy hermosas de la gente que ve mi trabajo pero se dan en charlas mas íntimas. El pánico escénico es algo por abordar para poder salir al escenario yo en persona. Me encanta que la obra tenga su vida propia, pero también me falta un poquito de interacción con el afuera y sostenerlo en continuidad. Es una parte hermosa de este trabajo aunque me cueste un poco ser yo el centro. Siempre estoy mas en el taller, quizás podría explorar mas ese camino.

Sobre la casita…

Fue muy importante hacer esa obra, con la luz, el trabajo y el tiempo. Es muy importante también el camino de ir amando lo que se hace, lo bueno y lo malo. Es como una gran mina que uno tiene en el interior y todo el tiempo se están puliendo aristas de esa piedra preciosa que termina de destellar cuando nos vamos hacia adentro y podemos mirar la propia luz.

Asumo el objeto joya desde lo táctil; esa inmediatez donde converge mi universo sensible con aquello que no es propio o conocido, en una relación profunda con la materia. Desmontaje de prendas íntimas, seda, hilos desdevanados, cristal y valvas, perlas que se anudan o derraman. Tiempos cruzados en nuevas operaciones, objetos encontrados, hibridaciones.

Deconstruyo para comprender. Un ritual silencioso donde se intercambian lo etéreo, lo invisible, lo frágil, lo flotante; lugar en que diferentes lenguajes susurran en paralelo. Objetos de deseo que aceptan el fracaso, la duda; respuestas suspendidas o certezas inexpresadas. De ese modo, emancipados de mí, como organismos vivos, conquisten nuevas libertades y dialoguen con otros cuerpos. Porque lejos del adorno, estos objetos son pensamiento, emergencia, conciencia, pregunta, obsesión y devaneo.

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