Capilla del MontePolítica

Antes y ahora, el método es el mismo: la víctima fue la culpable de su final

Exigir verdad y justicia en Argentina es inevitablemente una lucha que actualiza las marcas de los dolores y los aprendizajes de nuestro pueblo.

Por Liliana Martín. Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte – Ex Presa Política

En las búsquedas de hoy, se enreda la memoria de las resistencias históricas, de las rebeldías y las rebeliones, pero también la de los mecanismos represivos que se repiten una y otra vez.

Liliana Martín, ex-presa política, integrante del Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte trenza las hebras de nuestra historia para mostrar la trama donde el femicidio de Cecilia se inscribe en la represión estatal y en la memoria de lxs 30.000.

Estar contigo o no estar contigo
es la medida de mi tiempo. 
J. L. Borges

Cuando la ausencia duele porque la sabemos injusta. Porque nos quitaron algo que no era merecido. Cuando la ausencia es desgarradora porque no tiene explicación. O sí, la tiene. Porque alguien decidió desaparecer al ser querido.

Y en una Argentina que la palabra desaparecido nos recuerda el peor de los tormentos; la impunidad de los dueños de la vida o la muerte.

Y nos siguen desapareciendo y matando. Y siempre el objetivo es quitar del paso lo que molesta, lo indomable, lo que amenaza con quitarles el poder a los aprendices de dioses.

Desaparecieron y asesinaron a Cecilia Basaldúa.

Y antes desaparecieron y asesinaron a pueblos enteros por ser originarios; y a muchos otros por ser trabajadores y a muchos más por ser estudiantes…campañas del desierto, semanas trágicas, reorganización nacional…

Y la historia (la de los asesinos) siempre dirán “algo habrán hecho”

Y a Cecilia la desaparecieron, la mataron porque no pudieron doblegarla. Porque era libre, porque era mujer.

Y siempre hay asesinos y también hay un Estado responsable. Responsable de la impunidad con la mejor herramienta que tienen: la justicia patriarcal encubridora y su brazo armado: la policía.

Antes y ahora el método es el mismo: la víctima fue la culpable de su final.

No importa si defendía sus tierras o su trabajo. Tampoco importa si su rebeldía exigía justicia para “los nadie” o si sólo era libre y soñaba con un mundo mejor.

Nos mataron y nos matan por ser indias, guerrilleras, putas, travas o lesbianas, nos matan por ser mujeres, nos matan porque nos tienen miedo.

Fotografía: Esteban AF

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