A un paso de los alegatos, la onceava audiencia coronó la falta de investigación de la Fiscalía
Cuando la abogada María Claudia Brandt pidió por última vez la palabra, ya eran las siete de la tarde. “Solicito el cese de la prisión preventiva de mi defendido”, dijo utilizando jurisprudencia y convenciones de derechos humanos. El Fiscal Sergio Cuello, respondió con artículos, para denegarlo. El tribunal hizo un silencio. Se fue a un cuarto intermedio, por última vez. En la sala de prensa se esperaba con expectativa. Susana y Florencia, -la mamá y la hermana de Lucas Bustos, el único imputado- permanecían inmóviles, sentadas en uno de los extremos de la sala, con la vista fija a la pantalla, con el anhelo de que ese día, se lo devolvieran.
Por María Eugenia Marengo
El jueves 19 de mayo, día 11 del juicio por el femicidio de Cecilia Basaldúa, concluyó con el rechazo del tribunal al pedido de la defensa de Bustos. Durante la jornada que comenzó a la mañana y terminó al anochecer, la querella presentó una prueba que hizo suspender por quince días el juicio. Ese día, se coronó la falta de investigación que contiene esta causa, elevada a juicio por la fiscal Paula Kelm de Cosquín, el 5 de marzo de 2021. Ese día, Florencia Bustos se quedó un rato más en la sala de prensa. Con las manos abrigando los ojos. Con la voz quebrada y la cara mojada. “Van a pagar todo lo que le están haciendo a mi familia y también a Cecilia”, dijo cuando se repuso -apenas- al salir.
Las luces ya se habían encendido adentro de los tribunales de Cruz del Eje. No había casi nadie. Se escuchaba el repique a lo lejos del calzado de los jueces saliendo, siempre por la puerta trasera. Algunos policías amontonados en la entrada. La familia de Cecilia ya había salido. Sólo estaban Susana y Florencia Bustos con la abogada. Lucas, también ya se había ido en el furgón del servicio penitenciario. Fueron muy pocas las veces que pudieron verlo. Un abrazo a medias entre las esposas.
Esa mañana la Dra. Pavón amaneció con las fotos de una nueva evidencia. Nueva para todos, menos para la Fiscalía de Instrucción de Cosquín, que nunca la incorporó en el expediente. La denuncia había sido realizada el 15 de mayo del año 2020, cuando los dueños de una vivienda, a la que no habían concurrido por el decreto de aislamiento, se encontraron con el candado forzado y la cerradura de la puerta rota. En el pequeño lugar, cercano al basural de Capilla del Monte, había un colchón manchado de sangre. Un caballo medio muerto sobrevivía en medio del aire pestilente del habitáculo. Hacía veinte días que a unos cientos de metros había aparecido sin vida el cuerpo de Cecilia. Hacía dieciséis días que Lucas Bustos ya estaba preso, por haberse autoincriminado en la comisaría de Capilla del Monte.
El 19 de mayo, los jueces accedieron al pedido de la querella y solicitaron el sumario que se encontraba en la Comisaría de Capilla del Monte. Cuando por la tarde le preguntaron a la detective Verónica Castaña -quién estuvo investigando desde abril a octubre de 2020 el femicidio- si sabía sobre esa denuncia, aludió que sí, pero que desconocía si se habían tomado muestras para un análisis químico de la sangre. Nunca figuró en ninguno de sus diez informes sobre la causa. Luego de la lectura del sumario, las partes comprobaron que efectivamente química legal había tomado las muestras y habían detectado sangre y pelo humano.
Los últimos ocho
Hasta las cinco de la tarde, la última audiencia reunió ocho testimoniales. El médico forense, Moisés David Dib, jefe del Instituto de Medicina Forense de Córdoba, dependiente del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia, explicó que en base a un estudio de entomología, se analizaron larvas de moscas del cuerpo en descomposición. Este estudio permite precisar más la fecha de muerte. En su declaración, Dib expresó -a diferencia de la hipótesis de la fiscalía- que “no hay nada que confirme o niegue que el cuerpo haya sido colocado ahí. Desde la autopsia era muy difícil determinar esas cuestiones”. También explicó que la humedad en el cuerpo no incide en los resultados genéticos, “una buena técnica de extracción puede obtener resultados, más allá de estar sumergido en el agua el cuerpo. El tejido de la epidermis no tiene circulación sanguínea, en sus capas permanecen células que la humedad no afecta”.
Raúl Alberto Jesús Iglesias junto con Débora Arrascaeta de la Policía Barrial de Carlos Paz, contaron que entrevistaron a Mario Mainardi cuatro veces y que siempre lo notaban nervioso. Iglesias dijo que sólo quería hablar con las mujeres y que una vez lo escuchó llorar y decir que “lo querían culpar de lo de la chica, como si la hubiese golpeado”, detalló dando cuenta de que dicho comentario fue hecho antes de que aparezca Cecilia sin vida y se develara luego que había sufrido un golpe en la cara.
Entre los testimonios de la tarde, el ex policía Adrián Lúquez -devenido en paramédico- insistía en confundirse de “chicas”, en alusión a Mariela Natalí, aparecida muerta en el mes de febrero de 2020, en la zona del dique los alazanes de Capilla del Monte. Mariela estuvo quince días desaparecida y fue hallada “ahogada” en una superficie muy baja de agua. Mientras que el ex comisario, Elbio Antonio Agüero, siguió los rastros de Cecilia por el desconocido camino que llevaría al inframundo de Erks.
Agüero, como jefe de Departamento de Investigaciones de la zona sur de Punilla, estuvo varias oportunidades en Capilla del Monte durante la búsqueda de Cecilia, de la que dijo haberse guiado por lo que decían las personas, “que ella estaba buscando el acceso a la ciudad de Erks, que estaba abajo del Uritorco. Necesitaba llegar a otra fuerza, otro poder. Supuestamente está la ciudad de Erks, que son personas con otras capacidades”.
El policía retirado agregó que también recorrieron la Ruta Provincial 17 que va hacia el Valle de Ongamira, “porque algunos decían que por ahí estaba el acceso a la puerta de este lugar”. Su testimonio concluyó cuando desde el Tribunal le preguntaron si la hipótesis de la búsqueda se basaba en supuestos que decía la gente: “no recuerdo quién lo dijo, pero sí que alguien decía que podía estar buscando esa puerta, para terminar su libro, porque ahí estaba la parte que le faltaba”, dijo Agüero con la misma seguridad que al parecer motorizó su búsqueda.
Así, a lo largo de los distintos testimonios, las contradicciones, suposiciones e incertezas fueron cerrando la trama con la que se construyó la investigación. Ninguno de los testigos escuchó antes el nombre de Lucas Bustos, hasta que lo detuvieron.
El abrazo de cada audiencia
Bajo el viejo puente del ferrocarril, las radios comunitarias de la zona transmitieron el resumen de la primera parte de la mañana y luego sonaron las voces del grupo coral “Les Chañares” de Capilla del Monte y Cruz del Eje. Pasado el mediodía la lectura de los escritos de Cecilia se escuchó frente a los tribunales. “Desde niña he estado soñando con un mundo más humano, sin divisiones, sin líderes, donde todos seamos libres”. La tranquilidad de la siesta cruzdelejeña, trajo esa tarde la memoria de Cecilia a partir de sus propias palabras.
El grupo de teatro de San Marcos Sierras “Fuente Ovejuna”, volvió a asomarse desde el otro lado de las puertas de vidrio del edificio de la justicia. A cada golpe de tambor, un suspiro y una palabra denunciaron la violencia machista, se hicieron abrazo y poesía sobre las escaleras.
El regreso
Afuera todo tenía la forma de un gran vacío. Demasiada callada la noche -que apenas comenzaba- cuando Daniel y Susana guardaron sus cosas en la camioneta. Pasaron más de quince días desde que llegaron. El clima ya no es tan templado como al comienzo. En el norte cordobés ya empezaron a sentirse los primeros fríos.
El viernes 10 de junio regresarán desde Buenos Aires. En esta nueva audiencia, se presentarán los resultados de las muestras de sangre encontradas en la vivienda, cotejadas con los ADN de Lucas Bustos y Cecilia Basaldúa.