Capilla del MonteCultura

A 100 años de su nacimiento, recordaron en Capilla del Monte el legado del pensador Rodolfo Kusch

El encuentro se realizó a sala llena en el espacio de Cooperativa Viarava. La propuesta contó con un conversatorio, encuentro de copleras del monte y degustación de comidas típicas andinas.

La profesora María Cristina Oliva, quien moderó el conversatorio, repasó la importancia de Kusch para nuestro tiempo. Compartimos el texto escrito por ella.

Hubo una vez en que, por fin, empezamos a pensarnos desde nosotros mismos: los habitantes de Nuestra América, los de Abya Yala, los escasamente llamados “latinoamericanos”, ya que somos mucho más que latinos y americanos, también somos negros e indios. Hubo alguien que inició el camino destinado a sacudir las estructuras del pensamiento formado por años de “intelligentzia” instalada en los cenáculos académicos, que con poderosos filtros impedían mirar tras la vegetación del continente americano y descubrir a sus genuinos habitantes. Es que esa América, de tal profundidad, alojaba un sentir y un pensar muy diferente al que nos trajeron los barcos.

Rodolfo Kusch , Profesor de Filosofía desde 1948 se sintió atravesado por esos sentires iniciando un recorrido de búsqueda de respuesta a esa cuestión inicial del ¿quiénes somos? Seminarios, congresos, informantes populares, indagaciones en terreno, contactos con pensadores bolivianos, peruanos, mexicanos lo convertirían en un antropólogo social, en un indagador empedernido, grabador antiguo, cuadernos y un gran “know-how “. Una escuela de pensamiento.

Su energía creadora fue tan basta que nos quedan sus obras de teatro, audiovisuales, ensayos consagrados. Sin embargo, el Kusch más fascinante es el vocador. Es ese capaz de nombrar a un continente con un adjetivo que denota su mirada sagaz: América Profunda. Ya no es el patio trasero, no la cubierta que vemos. América oculta su profundidad a manera de resguardo de la perversidad con que fue despojada. América- Nuestra América en palabras de Martí- tiene un tesoro que no es justamente el del dorado. Es su magnífica forma de pensar, de ver el mundo, su cosmogonía. El gran revelador de ese misterio fue este estudioso creativo y trabajador que nos ha dejado en su obra verdaderos mojones para empezar a descifrar el quien somos.

A cien años de su nacimiento, hijo de alemanes llegados al país luego de la primera gran guerra, conmemoramos su vida dedicada a caminar por los márgenes del academicismo con la intención de acercarnos a la cultura popular, ya que de la “cultura culta” había mucha tinta desparramada. Como a aquellos grandes pensadores olvidados y a las pensadoras acalladas por los desarrollos hegemónicos, a Rodolfo Kusch se lo comprende dos o tres generaciones después de sus escritos. Para que la dimensión de su trabajo nos ayude a develarnos en una época donde los paradigmas caen, para dar lugar al vacío donde se asienten respuestas nuevas.

Es época, es momento, de volver sobre nuestros pasos, detenerse en las apachetas del camino (pequeños altares conmemorativos) y descubrir nuestro verdadero estilo americano. Kusch nos abrió el camino. Nos enseñó que frente al “ser” europeo hay un “Estar “americano. Tal vez sea esta la puerta de entrada a la resolución de nuestro conflicto original ¿quiénes somos, nosotros, los que habitamos Nuestra América.

Cristina Oliva

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba