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Cannabis: una cultura que promete libertad

En Capilla del Monte, hace dos años y medio, se conformó la Asociación Civil de Cultivadores y Usuaries de Cannabis (ACCUCAN). Antonina y Yana Bifari, junto a Florencia Bravo, son tres de sus integrantes activas, quienes desde una perspectiva interdisciplinaria, se proyectan en un trabajo colectivo que articula cultura, salud y militancia. En una apuesta política que busca romper con la mirada médica hegemónica, las bondades de esta planta milenaria, son recuperadas de manera consciente en una premisa que brega por mejorar, ante todo, la cotidianeidad de la vida.

Después de una lluvia todo lo respirable transporta lo que condensa el aire. Una alquimia de perfumes que -según la época del año-, el monte cordobés impregna con su nota más fuerte. El verano tiene el olor del palo amarillo, es como un jazmín de una primavera tardía. Cuando el calor se queda en su estación, lxs cannavicultores tienen su jardín impregnado por variedades que van desde cítricos alimonados hasta un aroma que suele asemejarse al olor a zorrino, los diversos aceites esenciales de esta planta, le proporcionan esa diversidad según cada cepa.

Después de una lluvia, en verano, al cannabis, marihuana o a la maría, ese aroma se le hace reconocible a distancia si el cielo aún está empapado. Se le remarcan las ranuras de sus hojas estrelladas y el verde puro se hace más verde pino de hojas blandas, hasta que el agua se evapora entre su anatomía.

Hace alrededor de 12 mil años, en la región del Asia Central, comenzó el cultivo del cannabis. El uso cultural y económico de esta planta, una de las más antiguas en ser cultivadas, también es milenario. Habitantes de la antigua China utilizaban todas sus partes del cáñamo y cannabis: la raíz, las hojas y flores como medicina; el tallo para tejidos, cuerdas y fabricación de papel, las semillas como alimento y para la elaboración de aceite.

Foto: Eugenia Marengo

Dos siglos atrás, el mismo Manuel Belgrano hablaba de esta planta como un factor productivo en nuestro país, pero la historia de su prohibicionismo tiene muchos menos años y se vincula con la expansión del mundo occidental y capitalista. En 1964, en medio del prohibicionismo internacional, el búlgaro Raphael Mechoulam, quien había llegado en 1949 a Israel con su familia por la persecución del nazismo, descubriría el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), el principal compuesto activo de la planta.  Encontró que los seres humanos, como casi todos los mamíferos, producen cannabinoides, ya que existe un sistema endocannabinoide en el cuerpo que regula un conjunto de funciones biológicas como el sueño, el dolor, el apetito, el estado de ánimo, entre otras. Hoy se sabe de sus amplios beneficios para la vida y está incidiendo -entre otras cosas- en un cambio progresivo sobre el concepto de salud entendido como la “ausencia de enfermedad”.

Antonina Bifari, tiene 32 años es cultivadora y acompañante terapéutica. Ella como su hermana Yana de 29, vienen de una familia con trayectoria cannábica. “Nuestro papá -Mike Bifari- también integrante de la Asociación Civil, es militante de la planta y la libertad del cannabis hace como 30 años”, cuenta Antonina. “Nuestro papá nos abrió un poco este mundo”, agrega Yana que es cultivadora hace ocho y se dedica a la producción de cosmética y terapéutica con los aceites.

Con Florencia Bravo se conocieron tres años atrás, cuando vino de Corrientes a vivir a Capilla del Monte. Como psicóloga y cultivadora, comenzó a problematizar muchos aspectos que vienen desde lo académico casi como un mandato. “Vengo de la rama de la salud mental, donde la Universidad te dice que el cannabis es toxicomanía”, explica dando cuenta del desconocimiento que aún existe sobre la terapéutica cannábica.

Foto: Gentileza Accuccan

Pasaron dos años y medio del momento en qué decidieron agruparse y hacer un llamado a toda la comunidad cannábica de Capilla para formar una Asociación Civil, “que es la figura que hoy se presenta como posible para interactuar entre el Estado y los ámbitos públicos. Es la única figura que se puede tener a nivel legal para interactuar con esta temática en el marco de la Ley”, dice Antonina.

Hoy ellas tres conforman el núcleo de trabajo que tiene la Asociación Civil ACCUCAN. Hace tan sólo dos meses -después de mucho esfuerzo burocrático- lograron tener la personería jurídica efectiva para poder generar trabajo en el marco de la Ley de Cannabis Medicinal.

El paradigma de salud y más de un siglo de persecución

Locxs, prostitutas, drogadictxs, pobres, negrxs, homosexuales, comunistxs, pibes chorros, etc. Todas las “disolvencias” para el Estado agrupadas bajo un mismo paradigma de persecución: “la delimitación de lo que es normal o no, es política, no es científica ni médica -afirma Florencia-. Hablamos de los desviados de la sociedad a lo largo de la historia de la locura, quiénes eran entonces patologizados, de esa historia devenimos”.

Foto: Gentileza Accuccan

La historia de la prohibición tiene una base xenófoba: “tanto en nuestro país como en Latinoamérica, compramos una prohibición que no fue nuestra”, dice Florencia y reflexiona sobre la propia conformación del Estado Nación, cuya identidad se construyó desde el disciplinamiento como base del orden social y ahí la marihuana cumple hasta la actualidad con todos los elementos para su persecución cargada de mitos y condenas: “la base de la prohibición es sobre nuestros cuerpos y siempre es moral”.

Cuando piensan en la salud, las tres reconocen que es una cuestión política. El dar o no información, implica que la persona pueda o no tomar en sus propias manos la salud. “Nuestro trabajo tiene que ver con brindar una conversación, no somos ostentadoras de ninguna verdad. Nos gusta poder integrar estos conocimientos, saberes y preguntas y abrir a que las personas puedan pensar cuál es su posicionamiento frente a la planta”.

La Universidad, explica Florencia, aún la plantea como el tratamiento de la toxicomanía, que viene de un consumo problemático: “Para mí el cannabis no es una droga, es una planta. Existe milenariamente como un uso ritual anterior a la palabra phármakon. Es querer vender un buzón si una no desglosa un concepto”. El discurso médico higuienista impregnado en los orígenes del Estado, aún pervive bajo falsos fundamentos científicos “que son políticos”, remarca.

En nuestro país, la conquista de derechos ha dado como resultado una cantidad de leyes como el matrimonio igualitario, la ley de interrupción voluntaria del embarazo o el cannabis medicinal. En todos los casos, hay algo que las asemeja: la historia de lucha que antecede a su sanción y las redes por fuera del Estado que la garantizan. “Se avanzó mucho con leyes progresistas, pero que no bajan de cierta categoría clasista porque el acceso, sigue siendo restringido. Ahí es donde están las redes, las organizaciones de trabajo, así como las colectivas feministas siguen facilitando el misoprostol, en los hospitales públicos tampoco está garantizado el cannabis, seguimos siendo las que acercamos ese medio con la sociedad”, dice Antonina.

Así, otro aspecto del trabajo y la militancia que llevan adelante, es ser un eslabón social, como lo que están haciendo ahora con las gestiones iniciadas en el Hospital Municipal de Capilla del Monte. “Este año tuvimos reuniones con el intendente, el Director del hospital, la asesora legal, nuestro abogado, que forma parte de otra Asociación de Córdoba, para hablar de la cuestión de la Ley de Cannabis Medicinal”, agrega Florencia.

Producción Indoor

Las leyes: avances y contradicciones

En el año 2017 se promulgó la primera ley (26.350) de uso medicinal del cannabis y sus derivados. La decisión legislativa fue la respuesta a una demanda histórica de la ONG Mamá Cultiva, quiénes pedían un aceite específico para la epilepsia refractaria, que se trabaja con altos contenidos de CBD, pero es un espectro de los tantos que tiene la planta. Esta Ley permitía solo la compra de un aceite llamado Charlotte, de origen canadiense.

“La planta de cannabis tiene polimoléculas, con muchos componentes. La premisa es que mejora la calidad de vida porque su función dentro del organismo al acoplarse con nuestro propio sistema endocannabinoide es una función reguladora y de equilibrio. Además cada cannabinoide, cada molécula de esta gran molécula, tiene propiedades terapéuticas específicas, aplicables a determinada sintomatología o patología”, explica Antonina.

En el año 2020, Argentina legalizó el autocultivo de cannabis terapéutico. El decreto 883 para la “Investigación Médica y Científica de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados” habilitó el autocultivo, el cultivo solidario, el cultivo asociado y el expendio de aceites, cremas y fármacos en farmacias. El decreto creó el “Registro del Programa de Cannabis” (REPROCANN). A partir de este registro, se emite la autorización a los y las pacientes que acceden a través del cultivo controlado a la planta de cannabis y sus derivados, como tratamiento medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor.

“Aunque no lo veamos todavía, es un hito histórico. Es interesante saber cuáles son los derechos que tiene una persona usuaria del Reprocan”, dice Florencia. El permiso lo otorga un médico matriculado de la medicina tradicional, inscripto en el programa. Estos avances implican que progresivamente se esté incidiendo en un cambio de paradigma de lo que se entiende como salud, vinculado a una historia de lucha que lo antecede y aún sigue vigente.

“Es la primera vez en la historia de la medicina que un médico está indicando un fitopreparado, no estamos hablando de medicamentos, también van a entrar, ya existen, lo que el Estado le está permitiendo al usuario de cannabis es hacerse su propio fitopreparado a través de su cultivo. Eso es un cambio paradigmático”, explica Florencia.

Foto: Gentileza Accuccan

Desde la Asociación celebran el Reprocan, pero son conscientes de que aún es a través de la medicina hegemónica que se valida el uso del cannabis. Por ese motivo, continúan su militancia por el derecho al uso adulto y responsable de la planta, “sin la necesidad de declararte enfermo para el acceso a través de una constatación médica”, agrega Yana. “Nosotras seguimos militando porque tiene que ver con la salud integral, donde no necesitás tener una sintomatología específica o una patología para poder decidir mejorar tu calidad de vida”, dice Antonina.

La separación entre lo terapéutico y lo recreativo es otra de las características evidentes de la vigencia de una cultura propia del prohibicionismo: “en la salud integral libre de una persona en su cotidiano, no tiene ni siquiera por qué plantearse separar o encuadrar en categorías el uso adulto que se le da a una planta”, explican. La misma división sucede con lo cosmético, donde el mismo ungüento de cannabis para mejorar la piel, funciona cuando hay un esguince, “lo usas porque también hay una absorción cutánea que desinflama”, detalla Antonina.

Que te quemaba las neuronas o te enloquecía, fueron y son parte de algunos de los mitos en torno al cannabis que moldean un sentido común condenatorio. “Hoy sabemos que son neuroprotectoras y se está usando para la psicosis y la esquizofrenia”, afirma Florencia.

Si bien, la legislación Argentina sobre el cannabis medicinal es avanzada en comparación a otros países, aún sigue existiendo una Ley de estupefacientes, donde el cannabis está penalizado. Mientras el Estado promueve semillas patentadas en Argentina, en paralelo continúa habiendo allanamientos y presxs por cultivar.

“Seguimos organizándonos por la derogación de la ley de drogas con respecto al cannabis. Si estás enfermo el Estado te da un permiso especial, pero si cultivas y no tenés permiso, sos un delincuente. Y es la misma planta”, aclara Antonina.

La cuestión de clase es un elemento estructural en la persecución. Las tres coinciden que no se trata sólo de las drogas, sino de las relaciones de poder que distinguen las vidas buenas de las malas, las desechables. “Vamos a seguir viendo el narco menudeo, en la gente que es más pobre. Otra vez la cuestión política: el que fuma en Palermo, está todo bien. El que lo hace en su casa con un porro de indoor, está todo bien y el narcomenudeo está en las villas. Hay una política que tiene que ver la criminalización de la pobreza y la lucha de clases, esto convive al mismo tiempo con la no persecución al usuario de cannabis”.

Hace dos años Naciones Unidas sacó el cannabis de la lista 4 de drogas que no tenían efectos medicinales, pero está en la 1 como drogas peligrosas al lado de la heroína. “Esa misma contradicción se encuentra en nuestra legislación con una ley de estupefacientes donde está penalizado su uso, el transporte, la venta, etc.”, comentan. La violencia institucional, el encarcelamiento y las penas desproporcionadas, son derivados de esta Ley y dispositivos claros de una vulneración sistemática de los derechos humanos.

En el año 2020, cuando el Estado amplía la Ley y se genera el Reprocan, acceder a las plantas seguía siendo por el mercado negro o por un banco europeo. “Ahí es donde se empieza articular con el INASE -Instituto Nacional de Semillas-, borrón y cuenta nueva. Hay genéticas argentinas estables de hace cincuenta años, gente cultivadora, que puede patentar su germoplasma. Un agrónomo le hace la trazabilidad a su genética, basada en el fitocomportamiento y la adaptabilidad de la semilla a un territorio. Esa persona puede vender legalmente, a través de un certificado que otorga el INASE”.

Esa fue la vuelta de rosca para que el usuarix del Reprocan pueda acceder a comprar. “El borrón y cuenta nueva, tiene que ver con que vos podés tener una genética de una semilla de un europeo, la sostenes durante cierta cantidad de tiempo y la patentas. Algunos sí tienen una genética estabilizada de hace muchos años, otros son semillas de afuera. Nos beneficia como Movimiento Cannábico porque esta posibilidad de patentar es amplia y -a su vez- hay un debate ético porque quienes cultivamos sabemos cuándo realmente la planta tiene un fitomejoramiento, hecho por vos. Puedo conseguir una semilla de Europa que hace 40 años se viene mejorando y la patento en la Argentina. Una nos tenía que tocar como sudamericanos”, se ríe Antonina y asegura que ya hay 400 semillas patentadas en Argentina.

Lo último que se ha dado en materia legislativa, fue la promulgación de la Ley -en mayo de este año- que creó la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (Ariccame). Dentro del Ministerio de Desarrollo Productivo, esta Agencia es la encargada de aprobar y administrar las licencias para la producción industrial del cultivo.

Foto: Gentileza Accuccan

La lucha continúa

En el trabajo interdisciplinario también articulan de forma virtual con un médico que se incorpora desde la misma perspectiva integral de salud. La posibilidad de utilizar el aceite para mejorar la calidad de vida, sin sentirse patologizado, se puede generar a través del asociativismo, “la ONG o Asociación Civil toma tu derecho de acceso a la salud, cultiva para vos, te facilita el aceite con un vínculo asociativo, pero no desde el Reprocan, que aún no ha vinculado el registro con las asociaciones”.

Integrar la cultura cannábica, es ser parte de la historia de la clandestinidad, pero también del asociativismo en beneficio del otre. “Hay una cultura muy viva, que es cannábica, feminista, diversa, hay comerciales y otras más enfocadas a la salud, es super amplio”, dicen.

Esa historia las ha llevado a saber desde germinar una semilla hasta sacar el producto final, con un conocimiento total de la cadena productiva en una escala doméstica, que se puede hacer de igual manera en un mega laboratorio. “El método es el mismo. Puede ser una resina, un aceite, una crema, es nuestro valor territorial. Como Asociación estamos trabajando para tener una producción a mediana escala en Capilla del Monte y entrar en la esfera de lo público”, dice Antonina.

En el marco de la reciente legislación, sienten que lo esencial es la posibilidad de elegir como derecho, siendo otra manera de gestionarse una misma la vida. Aún con mucho por hacer, seguirán activas y convencidas en este proceso de lucha que ha comenzado a cambiar aquella mirada criminalizadora sobre el cannabis.

Para más información:

IG: @accucann

Correo: accucann@gmail.com

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