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Por la memoria imprescindible de Viviana Avendaño y Laura Lucero

Un grupo de jóvenes militantes sociales y de derechos humanos organizó el sábado 10 de febrero una jornada de trabajo colaborativo y memoria, para restaurar la ermita a cielo abierto en homenaje a Viviana Avendaño y Laura Lucero, que los desocupados de Cruz del Eje construyeron a la vera de la ruta en el lugar donde ocurrió el choque en el que perdieron la vida, el 10 de junio de 2000.

*Por Alexis Oliva

En los días previos, habían participado en la protesta que comenzó con un reclamo de trabajo y se generalizó tras la represión policial a quienes marchaban por la ruta 38, el 8 de junio. Al día siguiente, una multitud ocupó la ruta y Avendaño coordinó la asamblea que logró la liberación de los detenidos y la apertura de una mesa de concertación de políticas sociales con el Gobierno provincial. En el contexto de aquella “pueblada”, fueron perseguidas y amenazadas por la policía, 24 horas antes del choque  -oficialmente presentado como “accidente”- que dejó sospechas nunca investigadas.

Nacida en el barrio cordobés de Villa El Libertador, Viviana tenía 41 años, había sido militante de la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores y la presa política más joven de la dictadura en Córdoba, con 16 años. Al recuperar la libertad, militó en organismos de derechos humanos, en la Federación Juvenil Comunista, en colectivos de la diversidad sexual y como educadora popular. Laura, de 24 años, oriunda de Santa María de Punilla, era profesora de educación física e integrante del legendario equipo de básquet femenino del Club Olayón.

El memorial, una pirámide de ladrillos rematada con dos cruces con los nombres de las militantes, fue el tributo de sus compañeras y compañeros en aquellos intensos días de lucha. Un punto culminante en la resistencia a las políticas del neoliberalismo que durante la década del 90 sumieron a Cruz del Eje y gran parte del país en la pobreza. Como testimonio de su vida y muerte, quedó ahí, en el costado sur de la ruta 38, doscientos metros hacia el oeste desde la rotonda de ingreso a Cruz del Eje. Más de dos décadas después, deteriorado por el tiempo y oculto por el monte, el sitio parecía condenado al olvido. Pero la memoria y solidaridad popular lo revivieron, en una tarde de verano en que militantes de Córdoba capital y Cruz del Eje –de la Mesa por la Memoria y La Colectiva– compartieron trabajo, recuerdos y esperanzas.

“Cuando Viviana y Laura murieron aquí en ese choque dudoso, después de varios días de corte de ruta y asambleas y en un contexto en el que Viviana fue apretada por el Gobierno de Córdoba y la policía, los desocupados hicieron esta ermita en su homenaje. Es muy importante traerlas al presente, homenajearlas, recordarlas y nombrarlas con fuerza, como Viviana se nombraba y la nombran sus compañeros: como piquetera, como lesbiana, como luchadora… Por eso estamos acá”, explicó Luce, una de las participantes de la jornada.

Mientras pintaban los ladrillos, barnizaban las tablas y colocaban los nombres en letras de mosaico, las flores y los aerosoles rojos en evocación de la temprana militancia de Avendaño, Agustín Sposato contó que ella “fue una militante y presa política de la dictadura, que a fines de los 90 se trasladó a San Marcos y participó con su compañera Laura de las revueltas de Cruz del Eje, y murieron acá en ese conflicto y con muchas dudas sobre cómo fue ese supuesto accidente”. “Por eso son personas importantes para recordar”, afirmó.

Integrante de la Mesa por la Memoria de Cruz del Eje, Juan Deccico recordó “el cariño, el respeto y la camaradería que se ganaron estas compañeras en el corto tiempo que estuvieron entre los cruzdelejeños. Lamentablemente, uno lo dimensionó después que pasó ese dudoso accidente. Cuando fue el velorio en el Polideportivo Municipal, nunca vi tanta gente y tanto dolor”.

En un presente que reedita la conflictividad social de aquellos años, Belén Ardiles destacó la tarea de recuperar su memoria: “Siempre tuvo sentido, pero en esta era de egoísmo honrar estas vidas que nos enseñaron a comprometernos, luchar y cuestionarnos es un gran ejercicio. En medio del caos que estamos viviendo, conocer sus vidas, saber qué hicieron, pensar por qué se involucraban por los demás y se arriesgaban, a pesar de que a veces eran problemas que no las afectaban directamente, es un ejercicio muy importante en este momento”.

A pedido de quienes compartieron aquellas jornadas de lucha en la ruta 38 y con la aprobación de su madre, Pituca Avendaño, Viviana fue sepultada en el cementerio parque local, para que el pueblo cruzdelejeño pueda visitarla. La misma fiscalía que había ordenado el desalojo violento de la ruta 38 no investigó las amenazas presenciadas por varios testigos ni las circunstancias extrañas del siniestro que cobró dos jóvenes vidas.

* Periodista y docente. Autor del libro Todo lo que el poder odia – Una biografía de Viviana Avendaño (Editorial Recovecos, 2015).

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