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7 de junio: el día de lxs trabajadorxs de prensa y el compromiso de la palabra en tiempos difíciles

Este 7 de junio, a 214 años de aquella Gazeta, el primer periódico del país de la Revolución de Mayo fundado por Mariano Moreno, se hace fundamental recuperar el valor de la información, el análisis, la pluralidad de voces y la verdadera libertad de la palabra.

Fue en 1938 cuando se desarrolló el Primer Congreso de Periodistas en Córdoba y se sentaron los primeros escritos del Estatuto Profesional  que sería sancionado en 1944 por el Congreso Nacional. Fue, en aquel encuentro cuando se acordó que cada 7 de junio se celebre el día del Periodista, siendo un homenaje al primer diario que circuló en nuestro país.

En este Día de las Trabajadoras y Trabajadores de Prensa, se nos vuelve imprescindible seguir recuperando voces e historias que emergen para no olvidar el rol de la palabra, la difusión de la información  “como un acto moral de libertad”, diría Walsh, o aquella tribuna de ideas y debate que caracterizó a los periódicos libertarios desde sus inicios.

En el actual contexto político, las condiciones de tantos periodistas y comunicadorxs, siguen siendo de extrema precariedad. A esta situación, se le suman las limitaciones a la libertad de expresión y el cercenamiento de los medios públicos, que atenta contra la democratización de la información garantizada a través de la pluralidad de voces en cada territorio de nuestro país.

Leda Berlusconi, es trabajadora de prensa e integra la Comisión Directiva del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (CISPREN), y es parte de la delegación de Cruz del Eje.  

Cuando piensa en el periodismo, considera que no se puede crecer en el trabajo de prensa si no hay una autopercepción como trabajadores. “Desde antes de la pandemia venimos trabajando para generar más delegaciones y crear nuevos espacios de debate en torno a las nuevas modalidades de trabajo”, dice Leda y agrega que “las y los asalariados en este momento son casi una clase en extinción. En nuestra región prácticamente no existen, salvo en tareas muy específicas como prensa de gobiernos municipales o en redes para alguna Pyme”.

Esta es una de las razones -explica Leda-  que llevan a la importancia de generar un espacio de debate, de construcción de esta nueva forma de trabajo y de “cómo hacer para que además de una pasión y una vocación sea una fuente de ingresos para el sostén económico”.

Foto La Nueva Mañana

De trabajadores y derechos

En el año 1983, durante el Primer Congreso  Provincial de los Trabajadores de la Prensa y la Comunicación, fue anunciado el Cispren y al año siguiente se definió su fundación, tras la fusión del Círculo de la Prensa y el Sindicato de prensa.

“Desde sus comienzos -cuenta Leda- el Cispren es la forma de organización que se dan sus trabajadores para la defensa de sus derechos, al mismo tiempo que se instaura como un espacio para la formación, la discusión y el encuentro de sus afiliadas y afiliados”.

Como Sindicato, posee una Obra Social solidaria que es la encargada de velar por el derecho a la salud de sus afiliadas/os y beneficiarias/os. Mientras que, en toda la provincia cuenta con distintas sedes.“Actualmente la modalidad mayoritaria de afiliaciones se da en el nuevo marco laboral que denominamos autogestionades ”.

El noroeste cordobés, una región atravesada por los impactos de la dictadura y el cierre del ferrocarril, junto a la desidia de todos los gobiernos que continuaron, “sólo fue premiada -dice Leda- con cárceles y abandonos. Sin embargo, tiene una historia de lucha obrera y campesina riquísima. Que mejor que una organización sindical para volver a ponerla en valor y construir lazos nuevos que nos ayuden a pelear por dignidad en el trabajo, la salud, la educación y la vida misma”.

Don Castro y el Periódico centenario La Idea de Cruz del Eje

La construcción de espacios genuinos de representación, en este caso, de trabajadores y trabajadoras de la prensa, habilita también a una serie de funciones que hacen a la integralidad de estos ámbitos. Leda enumera algunos como el capacitarse en equidad, rediscutir las noticias, pensar la información con parámetros de género y derechos humanos, conocerse para discutir el territorio, articular con otras organizaciones y con las diferentes formas actuales del trabajo obrero.

“Es desde las organizaciones respaldadas entre sí que se logran grandes cambios sociales. Las metodologías hay que adaptarlas a los tiempos actuales y es por eso que necesitamos esa militancia”.

Por otra parte, hay una dimensión afectiva, siente Leda, que atraviesa a la militancia sindical. Esa dimensión tiene que ver para ella con el socorrerse, sostenerse, compartir trabajos y materiales: “la militancia sindical te va aislando del individualismo, tan, tan, tan enraizado en nuestra sociedad. Se lo endilgamos a los ‘90 pero ya la dictadura nos había enseñado a ser soplones, a ser entregadores, a no defender soberanías, instituciones públicas, compañeras y compañeros”.

Recuperar entonces la empatía y la afectividad en una construcción colectiva que permita pensar las relaciones humanas dentro del trabajo, hasta el cómo comunicar y narrar la información, es parte de  este camino, que si bien no es el único, dice Leda, “es uno que tenemos a mano”, y “con la enseñanza que Norita nos dejó: hay que estar en todas partes, ahí donde haya una injusticia”, concluye.

En estos tiempos difíciles, el legado de Rodolfo Walsh brota desde adentro, su ejemplo incluso en esa certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio, late día a día cuando pensamos en esas historias tierra adentro:

“Para los diarios, para la policía, para los jueces, esta gente no tiene historia, tiene prontuario; no los conocen los escritores ni los poetas; la justicia y el honor que se les debe no cabe en estas líneas; algún día sin embargo resplandecerá la hermosura de sus hechos, y la de tantos otros, ignorados, perseguidos y rebeldes hasta el fin.” (¿Quién mató a Rosendo? R.W, 1969).

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