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Transcurrió la primera semana del juicio por el crimen de Luana Ludueña

El 5 de agosto comenzó el juicio por el crimen de Luana Ludueña, en los Tribunales II de la ciudad de Córdoba. Diego Concha, -ex director de Defensa Civil- es juzgado por el delito de homicidio con motivo de abuso sexual con acceso carnal agravado por la condición funcional y en un contexto de violencia de género. El abuso de poder, también quedó en evidencia durante estas cinco audiencias que demostraron la complicidad política como un engranaje en el desenlace fatal que tuvo Luana. Sus amistades y familiares, piden la prisión perpetua y la condena a todos los responsables.

El juicio  está a cargo de la Cámara 3ra. del Crimen de Córdoba, integrada por un jurado popular y un tribunal técnico conformado por los jueces Gustavo Ispani, Leandro Quijada y Ángeles Palacio de Arato, mientras que el Fiscal subrogante es Fernando López Villagra.

“Cada vez que él habla nos destruye más”, dijo Cristina Caminos -la mamá de Luana- en una entrevista a Radio Nacional, quien junto con su esposo -Sergio Ludueña-, están representados por el abogado Carlos Nayi, también querellante en la causa de la ex pareja del acusado, patrocinada por la abogada Laura Pedernera. Por la responsabilidad civil, está demando el Gobierno de la Provincia de Córdoba, cuyos abogados son Diego Sánchez Bustos, Mariano Armando Andruet y Fernando Maldonado.

La estrategia de la defensa de Concha, integrada por los abogados, Carlos Hairabedian y Sebastían Becerra, está situada en separar los antecedentes de violencia de género y el homicidio del abuso sexual. “Podría condenarse por abuso sexual y que ese padecimiento de la víctima es lo que la llevó a quitarse la vida, pero eso no es homicidio”, dijo Hairabedian en los Tribunales.

Sin embargo la querella integró las denuncias de la ex esposa del imputado, – también bombera- quién había sido amenazada de muerte con armas de fuego, por lo que en diciembre del año 2021 Diego Concha fue detenido y permanece desde esa fecha en prisión preventiva. Saberlo preso animó a Luana a denunciarlo por la violación que había sufrido en noviembre del mismo año.

“El hombre de fuego”, así se lo nombraba a Diego Concha por andar entre los cuarteles de bomberos de toda la provincia; por aparecer en imágenes con el ceño fruncido en medio de un fondo de humo que deshacía lo que quedaba del monte. Su imagen positiva del principio, era sostenida por otros hombres que le daban la legitimidad para seguir violentando a otras mujeres. Pero Diego Concha fue una cara visible que pronto comenzó a descascarse. Las brigadas forestales que empezaron a organizarse por esos años, vivenciaban sus formas desprolijas y desinteresadas con el ambiente, el destino incomprensible de recursos que no se utilizaban de manera eficaz y las formas violentas de ejercer poder, en un entorno cargado de complicidad.

A lo largo de estas primeras cinco audiencias, hay algo que quedó claro: el abuso de poder y la violencia machista que ejercía el imputado era una práctica sistemática amparada por la propia institución donde se desenvolvía.

El encubrimiento del poder político hacia el ex funcionario, llegó al punto de que el ex jefe de Concha, Daniel Vignetta, a cargo del área de Gestión de Riesgo, hoy Secretario de Seguridad de la Municipalidad de Córdoba, les dijera a Cristina y a Sergio que mantuvieran en silencio lo que había sucedido en noviembre del año 2021. Esto sucedió antes de que se realizara la denuncia, en diciembre del mismo año. Luego de dos meses, Luana -con 26 años de edad- se quitó su vida, después de haberlo intentado dos veces antes.

El círculo de complicidad entre bomberos y funcionarios políticos, fueron socavando su vida, paralizando su proyección como bombera, enfermera y rescatista. Todo su mundo fue despojado a partir de la misma práctica que se repite en tantas causas de violencia: construir la culpabilidad en la víctima, hacerla responsable de su propia su destino.

“Nosotros padecimos a Diego Concha”, dijo Daniel Basaldúa en un mensaje de apoyo a la familia de Luana, al recordar que era el encargado de encontrar a su hija, Cecilia, quién apareció sin vida luego de quince días de búsqueda, en abril del 2020 en la localidad de Capilla del Monte. “Con todo su poder y despliegue que tenía, a Cecilia la encontró un lugareño. Le pedimos explicaciones y nos mintió como todos, nos dijeron que era un lugar inaccesible”.

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 “Ella comenzó a morirse día a día”, dijo la mamá de Luana al comienzo del juicio. Luana no podía comer, ni siquiera atender a los animales que amaba. “Tratamos de contenerla, hicimos todo lo que pudimos, pero fue muy difícil”,  agregó con la voz apenas, y la fuerza que le queda para intentar creer en la justicia. 

Afuera de tribunales, la memoria de Luana se hizo ritual, abrazo, música y consigna. La foto icónica con su traje de bombera abrazada a su perro labrador rescatista. El altar fue una ronda de cascos amarillos sobre un aguayo. Los colores de las distintas Brigadas Forestales comunitarias nucleadas en Fuegas: las flores, las frutas, las velas, la radio abierta y el sahúmo, ese aroma que comenzó a hacerse usual en los bordes de la justicia.  

Ese día, el primero, Diego Concha negó los delitos por los cuales se lo imputa y habló de haber tenido “una relación consentida con Luana”. En medio de un juicio que por la carátula de la causa, es de carácter privado, sobre la vereda de los Tribunales II,  organizaciones ambientales, feministas y de derechos humanos, reunidas en el Colectivo Justicia por Luana, acompañaban a la familia y denunciaban la responsabilidad del gobierno, mientras tomaban la palabra pidiendo que se investigue a todos los responsables que encubrieron al imputado.

Al día siguiente, Sergio y Cristina relataron cómo vieron a su hija ir debilitándose cada día después de la violación. Los dos intentos de suicidios previos, la internación en una clínica de salud mental, una vida que se apagaba. La carta que les dejó, el pedido de perdón y la culpa hasta el último momento.

El bombero Emiliano Conti, integrante de la ETAC, fue nombrado por Cristina como otra de las personas que presionó a Luana para que cambie la denuncia. La ETAC es el Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes de Córdoba, que se crea en el año 2021 y es una fuerza con mandos policiales que responde al gobierno de la provincia.

Conti era una persona cercana a Luana, y eligió no creerle para no entorpecer su carrera dentro de la ETAC. Así, optó por apoyar la versión de quién en ese entonces era el Jefe de Defensa Civil, Diego Concha. Mientras el propio presidente de la comisión de bomberos de Pilar, la localidad de donde era oriunda, les pidió expresamente que no dijeran nada.

La presión para que no hablaran. La vergüenza. La culpa. Cada voz que hostigó a Luana después de la violación, fue haciendo crecer al silencio que iba carcomiendo su vida por dentro. El trauma de lo vivido y el cerco de complicidades como un rasgo típico del patriarcado que emerge de las instituciones -Defensa Civil-Bomberos-ETAC- que primero, la condenaron a ella.

La psicóloga y la psiquiatra argumentaron como el abuso tuvo una conexión directa con la decisión final. El informe de la “autopsia psicológica”, se presentó en la cuarta audiencia. Una pericia recurrente que utiliza la justicia para dar cuenta del perfil de la víctima. En este caso,  se pudo demostrar la vocación de servicio que tenía Luana en función de su formación, ideas, y trabajos:

“Luana era una piba que entrenaba a sus perros para encontrar personas desaparecidas, estudiaba y compartía sus días en el cuartel en pos de estar lo mejor preparada para el servicio que deseaba prestar por el resto de su vida, dice Lucy Posada, en una entrevista para radio La Ronda. Lucy es integrante de la Brigada Inchín de Saldán y de los Colectivos Fuegas y Justicia por Luana. Hoy expresa con seguridad que todos los proyectos de Luana fueron truncados cuando un hombre de poder, “creyó que podía otorgar cargos o beneficiar exámenes cobrando con el cuerpo de la aspirante”,

El fuego que nunca se apaga

“En las brigadas forestales nos convocamos por los desmanejos del fuego a cargo de Diego Concha en los incendios desvastadores del 2020. Nacimos como respuesta a esa situación”, dice Lucy Posadas en la entrevista. “Su actividad no solamente era patriarcal y detestable, sino su manejo y respuesta con nuestro territorio tenía el mismo carácter arbitrario y patriarcal”, dice y explica cómo ese desenvolvimiento costó tantas hectáreas de bosque nativo.

Los incendios del año 2020 se llevaron  alrededor de 350 mil hectáreas de superficie, en distintos puntos de la provincia de Córdoba. Fueron meses donde las montañas eran una mecha que ardía y marcaba el relieve de los cerros. Fue ese el origen de muchas Brigadas Forestales que surgieron desde la organización de vecinos y vecinas de las localidades afectadas.

El monte chaqueño que ocupa apenas un 3% del norte cordobés, necesita de mínimo un ciclo de ochenta años para recuperarse. Ante este panorama, Lucy dice que el plan de manejo de fuego de Córdoba quemó gran cantidad de monte , «y fue claro el mal manejo de esta gente”, y trae a la memoria el impuesto para el fuego que Diego Concha manejó a su antojo. “Córdoba está bien equipada, el asunto es cómo y con qué estrategia se decide usar los recursos; por qué se decide sacrificar cierta parte del monte; la mirada que tenemos nosotros es ambientalista”,  y recuerda como tuvieron que ponerse el traje, porque ya no alcanzaba con hacer visitas de sensibilización en la naturaleza.

Los abusos de poder cometidos en carácter de funcionario público fueron muchos. La posesión y el uso de los cuerpos de las mujeres en su propio beneficio, es una analogía para Lucy, que se traslada al territorio: “quienes trabajamos en conservación ambiental veíamos que no era casual que se quemara tal o cual lugar, y esa posibilidad de dejar quemar lo decidía él. La respuesta social fue la organización comunitaria”.

Diego Concha

Esta forma de actuar, se pudo corroborar con la exposición de la perito oficial del Poder Judicial, Marcela Quinteros, quien durante la última audiencia de la semana reveló en la pericia psicológica realizada a Diego Concha, rasgos de “agresividad, dominio-sumisión e impulsividad”. También dijo que  “impone su criterio en una discusión y resuelve los conflictos de forma impulsiva”, y explicó que tiene una lógica binaria. Es decir, en una discusión hace una diferencia entre lo masculino y lo femenino y lo traslada a un vínculo de “dominio-sumisión”.

Estos rasgos de la personalidad, también son parte de un universo cultural que compete a instituciones de una organización jerárquica, y marcadamente patriarcales. En el camino de las experiencias que hicieron crecer a la organización de las brigadas, Lucy da cuenta de que el ámbito de bomberos sigue siendo un espacio donde el varón es prominente: “A Luana le dijo -palabras más palabras menos-, que no era la única y que muchas habían entrado por esa vía de pasar por sus manos para participar de las distintas cuestiones que estaban a su cargo”.

Fuegas -dice- es un espacio de cuidados, en un ambiente, donde las mujeres deben demostrar habilidades y capacidades y ni la vestimenta que otorgan es idónea: “ni siquiera la ropa y el calzado de seguridad viene adecuado a nuestras caderas y cuerpos para que nos protejan de los incendios”.  

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La primera semana de audiencias fue corriendo el velo a la complicidad que hace de la violencia machista un detonador en la vida de tantas mujeres. Habilitó pensar y evidenciar el rol de las instituciones de este caso, en la construcción de ese patriarcado que aniquila.

Las audiencias continuarán durante la semana próxima con más testigos, y se prevé la lectura de alegatos para el día jueves y la sentencia para el viernes 16 de agosto.

Luana dejó una huella en todas las brigadistas que hoy acompañan su nombre con orgullo. Luana, la piba que preparó toda su vida para ese trabajo: la bombera, enfermera, rescatista y entrenadora de perros. Hoy, es la flor que amanece en medio de la tierra quemada,  un ramillete de pétalos cargados de estambres coloridos. Su memoria, una promesa que florece en la organización colectiva.

*fotos: Colectivo Justicia por Luana

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