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Trampa viral: los medios de comunicación y el enredo algorítmico

La presión de publicar contenido viral para no morir en el olvido pesa sobre el periodismo y lo alimenta al tiempo que lo vacía.

Opinión

¿Cómo pudo un medio de una pequeña localidad escalar tan rápidamente en seguidores de Instagram? ¿Cómo llegó, su medio de comunicación, local, vecino, a quedar arrastrado en la sensación de olvido por tres o cuatro insignificantes likes? El contenido era profundo, la redacción, notable. Y sin embargo, espejada en el gran señor llamado estadística, la presencia es más cercana al punto cero que a una penetración en la sociedad. Los medios de comunicación se casan con lo digital, por amor o conveniencia y, al tiempo, se zambullen en el panóptico algorítmico que mira qué y cuánto le das de comer.
Quienes rechazan la presencia en las redes quedan fuera del ágora de la conversación. Guste o no, en Argentina el consumo de redes es dominante y la sensación de «no puedo abandonar ese lugar», omnipresente.

¿En serio?, ¿no sabías que captaron a un supuesto fantasma en el museo de Rusia? Dato fundamental del periodismo para la construcción de la ciudadanía. -ironía. Y si, la necesidad de publicaciones que por anuncio o por contenido tengan lógica viral se cuela en los medios de comunicación. Efecto rápido, resultado significativo, sensación de éxito en las plataformas. Entran como por un tubo los medios periodísticos a una lógica tamagotchi, una mascota digital que produce placer: el placer de estar en el mundo digital.

Tomo como muestra un medio local: De las últimas 30 publicaciones en Instagram, 5 aparecen con encabezado del título «viral». Y otras se complementan como «insólito» o ajeno, o como clickbait.
«Broma pesada con un drone», «El entrenamiento de Chuck Norris a sus 84 años», son algunos de los que entran en la primera tanda. Se anuncian como viral, y se viralizan por su anuncio. Temas de vital importancia para ser tratados en medios de comunicación. Tan importantes como aquel fantasma capturado en el museo de Rusia.

Del segundo lote, lo insólito o ajeno, forma parte este título: «Santiago del Estero: se enteró que le mandaba fotos hot a su pareja, lo citó en un descampado y le disparó en el pie». O este otro, una especie de paralelismo con lo que se llama «clickbait»: «Julieta Barón habló tras el escándalo por los 10 pesos de propina». No por mucho publicar amanece más temprano. Pero, estos títulos permiten a los medios mantenerse en la demanda del tamagotchi.

Jaron Lanier en su libro «Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato» va al hueso directamente y presenta una crítica incisiva a las redes sociales y su impacto en la sociedad. A través de diez razones, argumenta por qué deberíamos considerar la eliminación de estas plataformas. Algunos de los puntos clave incluyen la necesidad de responder a la presión por cumplir con las expectativas de la comunidad en línea buscando la aprobación y conformidad, y poniendo en un segundo plano la autenticidad, y el impacto en la creatividad, haciendo que los «me gusta» marquen el ritmo de lo popular vs. lo creativo e innovador. Llevado a los medios, el ritmo de la investigación, la profundización de los temas, la averiguación de las causas y las posibles salidas.

Lanier propone irse. También Laura que dice «Cuando terminará este tiempo donde todo se tiene que publicar ya», pero en nuestro país, en los días que vivimos, la implosión de las redes es inimaginable.

– Ah, si, ya lo vi -me dicen cuando a tres días de la inspección del fiscal en la causa Cecilia Basaldúa, publicamos una crónica detallada de lo que aconteció. Tres días, una eternidad. La noticia inmediata, aunque el contenido se diluya en el segundo párrafo pesa mucho más que la profundización temática. La lógica del llegó, publico sea como sea, para ser el primero, nos atraviesa a los medios y nos tironea entre la falta de empatía y conexión con el contenido y la necesidad de reconocimiento. Como soplándonos la nuca, el botoncito de «estadísticas» pone en rojo el bajo rendimiento en relación a la semana pasada y alerta cual padrenuestro «no nos dejes caer en la tentación»

Este año, nuestro portal informativo cumple 10 años. Nació digital y siempre dije: si por mi fuera, con que para la lectura digital entro al sitio o lo consumo por RSS: el acceso está resuelto. Pero no. A sabiendas de la época en la que vivimos, la presencia en las redes fue y es fundamental. Hoy Facebook tiene poco alcance. Pero no puedo dejar de recordar que tuvimos épocas en las que el 76% de las visitas se generaban a partir de ingresos mediante esa plataforma. No pensamos nunca el contenido como obediencia a lo viral. Pero sí sabemos que gran parte de nuestras visitas llegan mediante plataformas que lo proponen y lo demandan.

La pregunta sobre lo viral en los medios de comunicación me invita a tratar de buscarle la vuelta a una serie de conflictos: entre lo local y lo global, la importancia de saber cómo entrena Chuck Norris a los 84 años, entre lo inmediato y lo detallado – la inspección del fiscal por la causa Cecilia Basaldúa, entre la sensación de soledad por no estar en la conversación global Broma pesada con un drone, que posiblemente sea tema de conversación cuando vaya a comprar verduras, y entre intercambio y polarización, ya que la lógica de redes nos invita a tomar postura entre bandos, más que a generar conversación.

El señor de las estadísticas, ese botoncito panópticó que insiste «aumenta tu rendimiento» pide hacer loop viral. Una especie de mandato pesa sobre los medios de comunicación: para lograr circulación viral, publicá contenido viral. No importa de dónde venga ni qué posición tenga al respecto el medio. No es necesario reflexionar, sólo publicarlo, y el éxito está asegurado. ¿Hay un contenido viral por sí mismo o una cantidad de actores serviles para que algo sea viral? Sin duda parece una pregunta extemporánea, metafísica, como si el mundo así lo fuera. Pero queda abierta aún en la torpeza de pretender un «en sí» de las cosas.

Tal vez, los medios no podamos -ni necesitemos- abandonar las redes. Pero sí sacarnos esa mochila de mantener el éxito medido en estadísticas para las que lo viral ya tiene babero puesto y tenedor en mano.

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