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¿Por qué tiembla la tierra en Capilla del Monte?

Durante las últimas cuatro semanas la tierra vibró en diferentes momentos. La provincia de Córdoba registra alrededor de 70 movimientos sísmicos anuales. Algo casi imperceptible que late de manera permanente: una gran cicatriz recorre el fondo del suelo que nos sostiene. ¿Por qué la tierra se mueve? El paleontólogo Sebastián Apesteguía nos comparte algunas respuestas sobre lo que aún define a las formas de la tierra.

La noche del 29 de septiembre de 2024, la tierra todavía estaba caliente. La alerta ante los reinicios del fuego, era una sensación irremediable entre la población capillense. El olor al monte quemado aún penetraba en las casas y la preocupación era constante. Un temblor quebró al silencio en mitad de la noche y la tierra seca se chupó algunas de las cenizas que flotaban entre los quebrachales. La sensación de lo apocalíptico se coronó con los vaivenes de la tierra que por unos segundos sacudieron a la población de Punilla.

En toda la región los movimientos sísmicos perviven mudos, en lo que subyace, entre las paredes internas que sostienen al planeta. En la provincia de Córdoba suelen registrarse alrededor de 70 y 80 sismos al año, de magnitudes bajas, entre 2 y 3 grados en la escala de Richter, por lo que muchas veces no son perceptibles.

Sin embargo, existen algunos antecedentes con registros más turbulentos para la provincia. En 1908, un sismo de magnitud 6,5 Richter, produjo daños en Deán Funes, Cruz del Eje y Soto. En 1934, un temblor de 6 grados destruyó la mayor parte de Sampacho, en el sur cordobés y más del 90% de las viviendas fueron dañadas. Mientras que el 28 de marzo de 1955, la población de Villa Giardino fue sorprendida con un sismo de 7, 3 en la escala Richter.

En mayor o menor medida, cada tanto la tierra se queja y el 29 de septiembre de este año, a las 22:43, cuando el piso tembló en la región, el movimiento de las cosas fue una posibilidad por segundos. El epicentro se registró en La Falda y esta vez el ruido se convirtió en una vibración en el cuerpo de los más atentos. En unos instantes la sensación de lo que sucedió se viralizó en mensajes por las redes sociales.

Si bien, los registros de los últimos setenta años son leves, no existe una población preparada para un sismo de mayor envergadura. Las recomendaciones se orientan en buscar lugares seguros: debajo de una mesa, escritorio o cama, en el marco de una puerta y lejos de ventanas con vidrios.

Este año, Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres), que registra sismos desde 1970, detectó entre el 11 de septiembre y el 4 de octubre, 17 sismos seguidos, durante el día y la noche, y los epicentros fueron -en su mayoría- en el Valle de Punilla.

La tierra y sus cicatrices

Sebastián Apesteguía es paleontólogo, Doctor en Ciencias Naturales y científico del Conicet. Como investigador en paleontología, estudia la vida de la tierra hace millones de años atrás. “Hace más o menos, mil millones de años, así empezamos”, dice y dibuja al Cratón del Río de La Plata en una hoja, una antigua masa continental, muy estable y cristalina, donde no hay terremotos.

“Por el oeste, se empezó a acercar otra masa continental llamada Pampia, que se desplaza unos cinco centímetros por año y hace unos 600 millones de años Pampia colisionó con el Cratón del Río de La Plata”, explica Sebastián yendo al origen de un movimiento que nunca va a acabar.

Los continentes se mueven y desplazan todo el tiempo. Por ejemplo, la India y Asia colisionaron hace 30 millones de años. Todavía se está metiendo la India en Asia y está levantando el Himalaya. El Everest es una arruga de esa colisión y está ocurriendo ahora mismo, no paró”.

Un choque en cámara lenta, compara Sebastián, pero que a la vez nunca termina de suceder. Un presente continúo de millones de años que sigue abollando el impacto original y la herida de la tierra se extiende para siempre por debajo la superficie. Entre 600 y 500 millones de años atrás ese choque de Pampia con el Cratón, hizo que los trilobites, bivalvos y cordados, los primeros animales, murieran: “así empiezan a preservarse sus fósiles en toda la zona que se levanta, lo vamos a ver en la cordillera de San Juan”.

Trilobites. Foto wikipedia

En un proceso casi imperceptible, Pampia terminó unida al Cratón del Río de La Plata: “en la zona límite todo queda pegado, deformado. Hay viejos volcanes que se forman como consecuencia de esa colisión, incluso algunos grandes como el Famatina. A Pampia se le suma otro microcontinente -Cuyania- que es lo que conocemos como Pre cordillera”, explica Sebastián.

Pero la línea de fractura nunca terminó de suturarse. “La conocemos como la falla de las Sierras Chicas, la consecuencia de los temblores acá”.

Por otra parte, la placa tectónica de Nazca – bajo el océano Pacífico- es una placa submarina, que  se mete bajo Sudamérica. “Se funde porque se acerca al manto de la tierra  -dice Sebastián-  busca salir y empieza a formar volcanes, con los que forma la cordillera de Los Andes, hace solamente 100 millones de años, es muy moderna”.

A diferencia de la provincia cordobesa, los movimientos sísmicos en San Juan y Mendoza, son por la placa de Nazca. “A la altura de Córdoba se mete a menos inclinación, por eso a mitad del territorio tenemos los volcanes de Pocho, que es nueva, 5 millones de años”, agrega Sebastián con un sentido sobre el paso del tiempo que nos devuelve una humanidad demasiado joven.

Volcanes de Pocho. Sierras de Guasapampa, Valle de Traslasierra. Foto: Córdoba Turismo

Hay una vieja herida que atraviesa el corazón del territorio cordobés. Es una línea de sutura originada por la colisión de Pampia con el Cratón del Río de La Plata, que termina en Perú. Un extenso camino subterráneo, conformado por un sistema de fracturas entrelazadas y en movimiento. “No va a suturar nunca, -asegura Sebastián- y agrega que si bien está todo pegado, y se mueve poco, “de vez en cuando, algo de movimiento hay y eso son los temblores”.

Las vibraciones esporádicas siempre van a seguir,  y la charla lo lleva al Camino del Cuadrado, esa ruta que zigzaguea desde Río Ceballos hasta la Falda. La postal de una montaña descascarada que no deja de moverse. El final de este camino, donde las curvas son una ruta en descenso hacia Valle Hermoso, está siempre roto. “Porque pasa por arriba de la falla de las Sierras Chicas, y el proyecto viejo de la Autovía Punilla lo querían construir sobre toda la falla”, recuerda Sebastián.

Fuente: Sebastián Apesteguía

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En la historia reciente de la provincia, Córdoba  reporta fallas que se localizan entre los 15 y 20 kilómetros de profundidad, excepto el que se registró hace 116 años con 100 kilómetros de profundidad y tuvo su impacto en el norte cordobés. Mientras que las réplicas, aquellos sismos menores generados luego de un movimiento mayor, se deben a ese mismo acomodamiento de las fallas.

Todos los días la tierra se mueve. Sólo observar los registros del INPRES, minuto a minuto, cada provincia, principalmente la región de Cuyo y Noroeste, se sacude por debajo, en distintas escalas. Aunque este año la percepción del movimiento en Córdoba fue mayor y los temblores fueron seguidos, la provincia apunta a tener un año normal en relación a la cantidad de sismos.

En cualquier momento la tierra puede volver a vibrar. Quizás, si es por la noche, un pequeño sacudón genere un sobresalto ante la quietud nocturna y las grietas apenas en las paredes de tantas casas, se dibujen para no olvidar que por debajo hay una gran estructura que nunca deja de moldear las formas de la superficie.  

*Foto de portada: Agustín Fontaine

*Mapas: gentileza Sebastián Apesteguía

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