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A 20 años de la Masacre de Avellaneda: la memoria es un presente cargado de luchas

Imaginen el Puente Pueyrredón, sobre él decenas de miles de personas, calor y es invierno, exigimos Trabajo, Dignidad, Cambio Social, Justicia ante la Impunidad.Imaginen ansias por avanzar, por encontrar un hueco en la línea de gendarmes para poder pasar, el humo, los gestos tensos, las banderas, risas, sordos ruidos, desorden dentro de la columna, las líneas de seguridad. Entremos al mundo de estas palabras, ocupemos un espacio entre ellas. Una quena se apaga y un solo grito pregunta: Darío Santillán! Maximiliano Kosteki! Javier Barrionuevo! Carlos Fuentealba! Jorge Julio López! 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos: PRESENTES!”. (Fragmento doc.26/06/09)

Por María Eugenia Marengo

Un mediodía frío de junio que simulaba quietud, irrumpió en las pantallas de los televisores y en las emisoras de radio como un estadillo social que acercaba recuerdos de una población hastiada, de un 19 y 20 de diciembre de 2001.

Lo que sólo era noticia para el informe de tránsito, pasó a ser la escena del piquete sangriento de los noticieros. En medio de la confusión, las palabras de los periodistas consentían interpretaciones improvisadas que poco tenían que ver, quizás, con la legitimidad mediática construida para la transmisión de los sucesos del 2001.

Aquel 26 de junio de 2002 una jornada de cortes y movilizaciones tomaron las calles. Miles, indignadxs por la indiferencia. Esta vez no eran cacerolas y la lucha, que se había hecho consigna al calor de un diciembre cercano, no era una sola. Esta vez las imágenes se acompañaban de informes que excluían lo excluido que irrumpía evidenciando la existencia arrebatada, en cinco puntos de acceso a la Capital Federal y el interior.

Como se supo luego, el corte más multitudinario fue en el Puente Pueyrredón, localidad de Avellaneda. Fue en el mediodía, cuando ya los manifestantes se encontraron frente a un panorama represivo que desenfundó su artillería sin remordimientos dando muerte a los luchadores populares Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Más de treinta personas resultaron heridas de bala de plomo y decenas fueron detenidas.

Las y los manifestantes organizados en distintos Movimientos de Trabajadores Desocupados se encontraban, una vez más, en un reclamo por el aumento de los subsidios a 300 pesos; por alimentos para los comedores; por mejoras en salud y educación; por el desprocesamiento de los luchadores sociales y en solidaridad con los trabajadores de la fábrica neuquina de cerámicos, Zanon (hoy FASINPAT) ante el peligro del desalojo.

Durante los meses previos el descontento social fue creciendo, por lo que el gobierno de Eduardo Duhalde venía proyectando, junto con las fuerzas de seguridad, un plan de acción para frenar la protesta popular. Ese día, el gobierno había diseñado un esquema de seguridad a cargo de la policía federal y bonaerense, gendarmería y prefectura naval.

Foto: María Eugenia Marengo

La campaña mediática configuró un escenario de deslegitimación para los movimientos sociales, induciendo a que había sido un enfrentamiento entre piqueteros, o aludiendo responsabilidades abstractas, como tituló y editorializó el diario Clarín, “La crisis causó dos nuevas muertes”, medio que también ocultó la secuencia fotográfica que demostraba lo contrario. Sin embargo, Sergio Kowalewsky, fotógrafo independiente, publicó las fotos en Página/12 y comenzó a destaparse la olla. Pepe Mateos, el fotógrafo de Clarín también había registrado la secuencia, pero el propio medio prefirió ocultarlo en un primer momento.

Las pruebas fotográficas evidenciaron la secuencia de los asesinatos. En un período de 48 horas los mismos medios debieron cambiar la versión del origen de las muertes y aclarar que los responsables materiales de los crímenes habían sido policías.

Este 26 de junio, se cumplen 20 años de la llamada “Masacre de Avellaneda”. Como cada año, durante 20 junios, la Estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki -ex Avellaneda- se llena de arte, charlas, asambleas y fuegos que se encienden hasta la medianoche del 25 en una vigilia que se hace antorchas iluminando el cemento frío hasta subir al puente. Algunos grupos permanecen en carpas hasta el otro día, otrxs regresan para volver a marchar y subir al puente a las 12 del mediodía del 26 de junio, la hora y el día en que comenzó la represión, que se llevó la vida de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, asesinados en la ex Estación de Avellaneda por la policía bonaerense.

En enero del año 2006 el ex comisario inspector Alfredo Fanchiotti y el ex cabo Alejandro Acosta fueron condenados a prisión perpetua y otros seis ex policías fueron condenados con penas menores, por los asesinatos. Sin embargo, el resto de las autoridades involucradas que dieron la orden y planificaron el operativo de seguridad, se mantienen impunes. Desde la Comisión Independiente Justicia por Darío y Maxi, los familiares y organizaciones sociales, políticas y de Derechos Humanos, exigen juicio a quienes planificaron la masacre: el ex presidente Eduardo Luis Duhalde, el por entonces secretario de la presidencia Aníbal Fernández -actual ministro de Seguridad-, el ex gobernador Felipe Solá -ex canciller de Alberto Fernández-, el ex titular de la ex SIDE, Carlos Soria, el ex canciller Carlos Ruckauf y quien fuera ministro de Seguridad de la provincia, Luis Genoud, hoy juez de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, el ex jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff y el por entonces Ministro del Interior Jorge Matzkin.

La causa judicial está radicada en el juzgado de Ariel Lijo en Comodoro Py, en la fiscalía de Paloma Ochoa. La última prueba fue presentada el 14 de junio pasado, con los testimonios del periodista Alejandro Bercovich y el documentalista Patricio Escobar, ambos realizadores del documental “Diciembre” -que se estrenó el año pasado- quienes brindaron como prueba a la causa el testimonio que lograron para su documental, donde el ex presidente Duhalde reconoce que dio la orden política de frenar y reprimir la movilización hacia el Puente Pueyrredón.

La Estación

Aquí asesinaron a nuestros compañeros, nosotras y nosotros no elegimos esta historia y ustedes tampoco, pero sí podemos decidir transformala, sostener esta encrucijada histórica y mantener la presencia de los hechos en la estación”. (Fragmento doc.26/06/09)

Darío Santillán tenía 21 años y militaba en el MTD de Lanús. Unos cinco meses antes de la masacre, desde la autopista Buenos-La Plata, decía: “cortar rutas es hacer un esfuerzo y una acción para poder cambiar la situación en la que estamos viviendo. Cambiarla de fondo”. Sus palabras quedaron grabadas para siempre en una cámara, como si fuera necesario escucharlas para entender la vigencia del relato, “no nos vamos a casa tranquilos porque tenemos un plan de 160 ó 200 pesos. Hay un montón de cosas para cambiar acá en la Argentina”. Darío hablaba pausado, dulce. Cargaba el dolor de las barriadas encima. Desmontaba los discursos punteriles, enfrentaba la realidad con la pasión puesta en una salida colectiva.

Foto: María Eugenia Marengo

El 26 de junio de 2002, Maximiliano Kosteki de 23 años, militante del MTD de Guernica, era brutalmente asesinado por la policía adentro de la Estación. Darío Santillán al ver lo que sucedía regresó hacia el lugar para ayudarlo. En ese momento le dispararon a Darío por la espalda y convaleciente fue arrastrado con las piernas en alto hasta el móvil policial. Su último gesto fue, arrodillado en el piso junto a Maximiliano, su brazo extendido y la palma de su mano abierta hacia los policías para que no disparen, diciendo basta. Su mano en alto, el último intento de la lucha por la vida, la mano compañera quedó inmortalizada como legado de solidaridad. Darío y Maxi no se conocían. Al día siguiente, un jueves de lluvia miles y miles tomaron el puente, con la indignación mojada en la piel de tanto espanto, sellaron con lágrimas el amor que los unió para siempre y marcharon hasta la Capital Federal.

Foto: María Eugenia Marengo

20 junios y sigue ardiendo en rojo. La justicia es también crear una memoria que contenga esta Historia. La Estación hoy es un diálogo político a través de otro lenguaje, una arquitectura cargada de símbolos e ideales. Un intento para quebrar el cotidiano de tantos y tantas pasajeras que atraviesan el lugar a diario.

20 junios y el escenario montado al aire libre se llena de voces y música. La lucha por la justicia encuentra en este espacio y tiempo el hilo conductor de la impunidad, que excede a las instituciones formales que representan la justicia, para confluir en el marco de una “justicia popular”.

El Puente Pueyrredón es entender al pueblo de pie ante el avasallamiento de las políticas de los Estados que apuestan a la reconfiguración del capitalismo. Es parte de la genealogía de la historia de las luchas subalternas que se hace eco en cada espacio donde la vida sea parte de una apuesta al cambiarlo todo.

20 junios y el ajuste, el deterioro social, los agronegocios, los femicidios, el extractivismo, el FMI, el desmonte, la violencia policial y judicial, duelen. Acuerdos y negociaciones de gobiernos que evidencian las consecuencias de un sistema saqueador. Los efectos conocidos. La importancia y la necesidad de avanzar en salidas comunales y cooperativas, es sin duda uno de los legados de estos 20 junios que seguirán siendo rojos en el latir certero de la rebeldía.

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