La voz quebrada de una madre retumba en un inmenso escenario. Se proyecta hasta el final del descampado donde convergen miles de mujeres y disidencias. Es la apertura del Encuentro Plurinacional número 35. La emoción, los abrazos postergados, los gritos y las lágrimas se hacen vínculo permanente. Yamila Cialone está en el escenario. Es de San Luis. Le tiembla la mano, se sostiene firme junta a muchas. Busca hace un año y cuatro meses a su hija: Guadalupe Belén Lucero. Tenía cinco años cuando se la llevaron. ¿DÓNDE ESTÁ? Resuena desde el micrófono y la pantalla gigante que se ilumina en colores: ¿DÓNDE ESTÁ?
Por María Eugenia Marengo para CDM Noticias
La tarde del 14 de junio Guadalupe jugaba a la rayuela en la puerta de su casa, hasta que un hombre vestido de negro -como dijo su prima-, bajó de un auto, la arrebató y se la llevó. Desde ese día el vacío de la inocencia de una niña ocupa un lugar en esa familia que la busca, ocupa una obligación en este Estado que desaparece, ocupa una necesidad que se nombra para no olvidarla.
Yamila toma la palabra, la describe, cuántas veces ya lo hizo. Tiene la tez trigueña y un lunar grande de color marrón en la mejilla izquierda. Un silencio recorre la multitud, un nudo atragantado en las gargantas de todxs. Yamila sigue describiendo a su hija. Tenía el cabello lacio y oscuro, por debajo de los hombros. Se refriega los ojos, levanta la vista e insiste: “que se sepa que en cada rincón de la Argentina la estamos buscando”.
Hoy Guadulupe ya tiene seis años. Cuántas rayuelas se perdieron sus pasos. Cuántos senderos de números entre cielo y tierra habrá recorrido. ¿Alguien podrá leer sus huellas? ¿Alguien podrá encontrar la forma de sus pies en un camino indeleble que la alcance?
Viva se la llevaron, viva la queremos, se escucha y se repite. Cruje en el predio como un eco cíclico cargado de viento: Viva se la llevaron, viva la queremos. La responsabilidad del Estado está en el centro de los reclamos, de la indignación, de la impotencia. La policía de San Luis tardó 96 horas en dar la alerta Sofía (protocolo de urgencia ante la desaparición de una infancia). Desde el ministro de Seguridad provincial, Luciano Anastasi, hasta el gobernador Alberto Rodriguez Saá, todo lo que se hizo fue montar escenas de búsquedas, rastrillajes y recompensas, que aún no llegaron a nada.
Yamila se mira entre tantas y agradece que sigan prestando sus ojos por cada niña que ven. Sabe que el olvido es la mejor arma del poder y pide hacer circular en cada lugar de origen la imagen de su niña. Y sabe de tantas otras niñeces arrebatadas. Entiende la trama, la complicidad que teje a las redes de explotación -el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial- la garantía de las fuerzas de seguridad, el poder político y el judicial, eslabones fundamentales para hacer un secuestro y que después, -cómo dicen lxs puntanxs-, parezca que se la tragó la tierra.
En este 35 Encuentro, Guadalupe estuvo en la demanda de las calles, los actos y los talleres. Entre los gritos de las machis por la libertad, en la denuncia al saqueo profundo de los territorios que duelen. Guadalupe estuvo con Tehuel de La Torre -desaparecido en Alejandro Korn hace un año y medio- se sintió en medio de las voces de las feministas comunitarias y los transfeminismos, en los cánticos de cada nación territorio que hicieron temblar la tierra. Fue denuncia y memoria de Florencia Magalí Morales, quien apareció sin vida en un calabozo de la policía de Santa Rosa del Conlara de San Luis, luego de ser detenida por circular fuera del horario permitido en la pandemia del 2020.
Guadalupe fue el día que se llenó de vida en el latido de cien mil personas, hechas cuerpo a lo largo de treinta cuadras de marcha por la ciudad de San Luis, territorio Huarpe Comechingón y Ranquel. Fue ritual en la noche desbordada de luna, la ternura que no hay que perder jamás.
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