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Mariela Tulián: «Nos une el amor al territorio y allí nos encontramos como comunidad»

Así lo señaló Mariela Tulián, Casqui Curaca de la Comunidad Tulián en relación a los conceptos de propiedad y espacio público, una temática presente en nuestras localidades y que busca respuestas.

¿Quiénes piensan en el espacio público? ¿qué es? ¿existe el espacio público porque existe el espacio privado? ¿quién lo gestiona? ¿cómo se usa el espacio de todos en una comunidad? Mariela Tulián, Casqui Curaca de la Comunidad Tulián, columnista de Entre Mate y Mate, nos ofrece la mirada desde las comunidades indígenas, abordando la noción de espacio público en su esencia y en su devenir. Legislación sobre derechos posesorios, negocio y acceso a la vivienda.

¿Cómo puede ayudar su cosmovisión a los conflictos sobre el espacio público?

Nosotros lo planteamos desde nuestra cosmovisión y mirando hacia nuestro pasado. Los abuelos y abuelas dicen que la propiedad privada es una más de las enfermedades que nos trajo la conquista y la colonización. La idea de la posesión de la madre tierra como se posee el cuerpo de una mujer… ¡Nuestra madre! con esa relación afectiva que hay hacia esa tierra que es nuestro cobijo; ese territorio que nos garantiza soberanía alimentaria, soberanía de la medicina; todos los lazos energéticos que hay sobre el territorio, que está habitado también por espíritus además de nuestras plantas. Desde ese punto de vista nosotros, un territorio comunitario no es solamente el espacio donde uno vive sino también es el espacio que le dejamos a los espíritus. En Córdoba, si recordás el Camino al Cuadrado, podés visualizar las construcciones de pircas que hay, es fácil entender que ese territorio habitado por personas y espíritus también está delimitado. Es un aislamiento energético del territorio, eso es ancestral. También alrededor de las viviendas se colocaban ciertas plantas de protección energética como los tala. La planta de tala funciona como pararrayo. Los ucles funcionan como cercos energéticos para el ganado. Y también entendíamos de espacio público. Esos espacios eran comunitarios y, a la vez, no le pertenecían a nadie. Le llamábamos quintos y en cada territorio había varios. En esos lugares hacíamos ceremonias y ofrendas colectivas. Además, se podía construir y habitar pero sólo por el término de un año. Así, cuando una pareja se constituía como familia, se les ayudaba con una vivienda para que ocupen durante un año. Al año, la pareja se reafirmaba o no, pero la vivienda debía abandonarse para otra familia u otra necesidad. Nosotros recordamos dónde estaban estos quintos y ahora son todas propiedades privadas, pero ahí siguen nuestros espíritus.

¿Qué mirada tiene sobre el espacio privado? ¿y sobre el espacio íntimo, pertenencias, etc.?

Hay muchas cosas que se pueden tener en cuenta. Los cercos energéticos que mencioné se refieren a eso. Dentro de ellos, tenemos autonomía, libertad. Y además se cuidan los canales energéticos. Para habitar el territorio era importante cuidar ese aislamiento energético. Así entendemos la privacidad. Desde el punto de vista de los pueblos indígenas se refiere más a la posibilidad de liberarnos de la influencia de tantos seres en el territorio, del colectivo…

Hoy en día, la Madretierra tan habitada, entendemos que hay una conciencia colectiva que nos influencia. De todas maneras, entendemos que en la Madretierra todo es cíclico, circular. Venimos en un trayecto de historia de nuestra Abya Yala, producto de la colonización y conquista adonde nos fuimos alejando de nuestra ancestralidad. Donde un montón de cosas fueron sucediendo y nos fueron pasando por arriba. Surgió la propiedad privada, el individualismo y un montón de cosas que son consideradas para los pueblos indígenas como enfermedades. Cosas que le hacen daño a nuestra Madretierra y nos alejan del Buen Vivir.

Estamos ahora en un ciclo donde estamos retornando a nuestras raíces. Nosotros lo llamamos el Pacha Kuti, el tiempo de luz. Hemos transitado 500 años un tiempo de oscuridad, donde perdimos mucho y hubo un gran sacrificio por parte de nuestros hermanos y ancestros. Ahora vamos a retornar a nuestras raíces y vamos a redescubrir la fuerza de lo comunitario, de lo colectivo. Volver a habitar los territorios desde otro lugar, de otra manera. Y ahí de vuelta a poder habitar ese territorio de manera más colectiva, reencontrándonos y reconciliándonos con esa idea, de nuestra raíces ancestrales y de lo que en verdad vale para la Madretierra y para todos. Y es lo que necesitamos en este momento.

¿Cuál es tu expectativa más personal ante los nuevos problemas del territorio?

Yo respondo desde mi ancestralidad que es desde donde siento seguridad para responder. Dicen los abuelos que todos nosotros recorremos un camino de vida que es el camino del guerrero. Donde el guerrero tiene sus fortalezas, sus desafíos y lo que tiene que ir construyendo para su futuro. En este camino, que es el Yastai, el espíritu del guerrero ancestral, nosotros entendemos que lo que nos toca, como comunidad, el desafío de luchar por el territorio. Es un mandato que hemos heredado de Francisco Tulián y de nuestros abuelos que, de generación en generación, nos transmitieron esta memoria oral que tiene que ver con el Buen Vivir, con el caminar el territorio.

Creo que el desafío viene de la mano de todo eso. Y de poder reconciliarnos hoy. Cuando nacen los Estados se plantea una idea de contrato social: el pueblo renuncia a gobernarse a sí mismo para dejar en manos del gobierno que decida por nosotros cosas que velen por nuestra seguridad y por el bien común . Bueno, ese contrato jamás se firmó con los pueblos indígenas. Por el contrario, los estados siempre trataron de sofocarnos y de exterminarnos.

Hoy en día nos toca a nosotros defender un contrato social que sea con la población con la que hoy compartimos el territorio. Esto los abuelos lo sabían. Nos dicen que muchos espíritus indios iban a empezar a nacer en cuerpos de gringos. Que vamos a encontrar hermanos sin que sean hermanos genéticamente. Y hoy en día lo estamos viendo y viviendo en San Marcos. Muchos, aunque no son genéticamente Tulián, están colaborando en esta lucha por la defensa de nuestro territorio. Y ahí nos toca el desafío a todos de darnos el tiempo para forjar este contrato social. El Estado Argentino nos despojó de nuestros territorios. No solamente a nuestra comunidad en San Marcos sino a todas las comunidades en Abya Yala; fuimos despojados. Y eso no lo podemos repetir nosotros. No podemos despojar a otros de ese territorio donde se sienten hijos. Son nuestros hermanos también. Somos todos hijos de la Madretierra y tenemos la responsabilidad de cuidarla. Tenemos que enfrentar el miedo con amor. Es el amor al territorio lo que nos une y adonde nos encontramos. Dejar que las cosas sucedan, estamos caminando hacia ese retorno.

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