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El cuidar: un trabajo tan antiguo como la humanidad

El trabajo doméstico y de cuidados es el servicio más esencial que hay en el mundo, aseguró la investigadora feminista Silvia Federici. Esta actividad imprescindible para la vida, ocupa mayoritariamente a mujeres. Las cooperativas de cuidados nacen ante la necesidad de organizar este trabajo tan vital como precario.

Si bien fue a partir del surgimiento de la crítica feminista al pensamiento económico de los años ’70, cuando el concepto de cuidado comenzó a ser discutido, hace unos pocos años, este concepto transcendió esferas académicas y empezó a nombrarse como un trabajo. Lo que hoy se denomina «economía del cuidado», ha permitido visibilizar el rol de este trabajo -no remunerado en el ámbito familiar o precarizado por fuera de éste-, para demostrar el lugar que ocupa en en la dinámica económica de las sociedades capitalistas. Su injusta distribución profundiza las relaciones desiguales de género que rigen el mundo y la economía. El trabajo de cuidado en el hogar, continúa cumpliendo una función esencial en la economía capitalista: garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo.

Desde el nacimiento hasta la vejez, son las mujeres de las familias las que se han hecho cargo históricamente del cuidado de las personas que lo requieren. A partir de la pandemia de Covid-19, en la Argentina las cooperativas de trabajo del cuidado han crecido notablemente.

Ariana Sacroisky, vive en San Marcos Sierras e integra el Equipo Técnico de la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados (INAES-AMAPEPYP), que surge a partir de un convenio con el Instituto de Nacional de Economía Social y Asociativismo (INAES) y la mutual AMAPEPYP. Este es el segundo año de trabajo y el objetivo principal es acompañar a las cooperativas, a los grupos pre cooperativas y también a las mutuales que se dedican al cuidado de personas, para solicitar proyectos, apoyos del Estado, temas contables, tributarios y asesoramiento legal.

“Hablamos del trabajo del cuidar, entendiendo que el cuidado requiere tiempo, energía, dedicación, cuerpo, y como tal es un trabajo, con sus saberes específicos y formaciones”, explica Ariana y agrega que hay distintos tipos de cuidados: hay personas que necesitan acompañamiento, un tiempo, una atención, otras necesitan ayuda para movilizarse. “Todos estos tipos de trabajo requieren un saber y de una disposición de ciertas aptitudes emocionales y de personalidad”.

Durante los últimos años, muchas cooperativas que se dedican al cuidado comenzaron a desarrollarse como una forma de prestar un servicio del cuidado de calidad, “con atención a la persona, tal como son los valores de la economía social y solidaria. Por otro lado, se convierten en una fuente de trabajo digna para las mujeres que la integran”, dice Ariana.

De este modo, la cooperativa es un espacio de cuidado también para las personas asociadas, que en su gran mayoría son mujeres. “Para poder acordar las formas y los pagos con las familias, para poder atender situaciones de malestar y coordinar reemplazos, para participar en actividades de capacitación y formación”. Así se genera una red en cada trabajadora que le permite preservar su fuente de trabajo a través de la cooperativa.

A contra cara de lo que sucede cuando se presta el servicio de forma independiente, el estar en la cooperativa puede garantizar que ante una urgencia o inconveniente de la trabajadora, se encuentre un reemplazo, ya que la persona depende de su tarea en la mayoría de los casos. “Y a la vez, no es como suele ser en las empresas privadas lucrativas, donde hay una gran desconsideración hacia las personas cuidadoras y tienen una gran vulnerabilidad. La cooperativa es un espacio de cuidado tanto para las personas cuidadas, como para las personas cuidadoras”, asegura Ariana.

El marco legal

Aún hoy no existe una ley que regule este trabajo y pueda vincular el servicio con obras sociales y pre pagas. “Muchas veces -explica- tienen que trabajar de forma particular, porque no está encuadrado dentro de lo que es considerado el trabajo de salud. Aparece como una sub categoría de lo que es el empleo doméstico”.

Esta zona gris desde lo legal, ha generado situaciones como la que vivieron trabajadoras de la cooperativa Soltrecha de Resistencia, Chaco, quienes durante la pandemia no podían recibir en primera instancia las vacunas, como estaba accediendo todo el personal de salud. A pesar de haber estado en contacto directo con personas de manera cotidiana y de nunca haber suspendido su trabajo en el contexto del Decreto Nacional de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. “Este es el principal reclamo y demanda que tiene el sector: que haya un marco regulatorio que reconozca y ponga en valor, que especifique cuáles son las tareas del cuidado”, concluye Ariana.  

El mapa de las cooperativas del cuidado

Entre los meses de noviembre de 2021 y marzo de 2022 desde la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados, se relevó un mapeo para poder dar cuenta de las cooperativas de cuidados en todo el país.

De un total de 138 cooperativas de cuidado, el mayor porcentaje se encuentra en la Región Pampeana, pero en la mayoría de las provincias, excepto San Luis, Corrientes, San Juan y Catamarca, existe una experiencia de trabajo de este tipo. El 65% de estas cooperativas han nacido a partir del año 2017 y son conformadas, en gran medida, por mujeres.

El 48% concentran sus actividades en la asistencia a personas mayores; el 37% se dedican al acompañamiento integral y la inclusión socio-laboral; un 33% al cuidado de personas en situación de discapacidad y un 28% a la primera infancia.

Desde la Incubadora de Cooperativas del cuidado, manifiestan la importancia de lograr una distribución más justa de los cuidados. En medio de un mundo que tiende a aumentar la esperanza de vida, sumado a la precariedad económica existente, es fundamental entenderlas como generadoras de valor en las comunidades.

El video con el informe completo de los Resultados del Mapeo y Relevamiento de Cooperativas de Cuidados en Argentina del 2022, se puede ver en: https://www.youtube.com/watch?v=kQHR0W0rdGw&ab_channel=IncubadoraCooperativasdeCuidados

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La organización avanza y entre los días 30 y 31 de marzo y 1 de abril, la ciudad de Puerto Madryn, fue sede del Primer Encuentro Nacional de Cooperativas del Cuidado. Talleres y exposiciones desde una perspectiva de género y de derechos atravesaron esos días cargados de mucha expectativa. El encuentro habilitó la posibilidad de continuar construyendo redes territoriales, a nivel local y nacional junto con otras organizaciones comunitarias del cuidado.

A su vez, la importancia del rol de las cooperativas, también debe vincularse con un objetivo desde el Estado -como responsable último de garantizar el derecho del cuidado. «Es necesario apostar desde el Estado a una construcción de un Sistema Integral de Cuidados», explican Ailyn Cariaga, Evelin Cubilla y Ariana Sacroisky, integrantes del equipo de trabajo de mapeo y relevamiento de las cooperativas.

El cuidado, lo invisible, lo mandatado, lo sensible, todo lo que funciona como argumento para ubicar a las mujeres en la mayoría de los casos a cargo de esa responsabilidad dentro de la familia. Hacia afuera, un trabajo que sigue vulnerando a sus trabajadoras. Hoy el horizonte es de cambio y las cooperativas crecen al calor de los debates públicos, en la organización colectiva, en los feminismos que trascienden y también hacen foco en esta tarea esencial y sostenedora de la vida.

Puerto Madryn: Primer Encuentro Nacional de Cooperativas de Cuidado

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