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La Voz de la Mujer: el periódico anarquista del siglo XIX escrito por mujeres

En este mes que conmemora a los y las trabajadoras de prensa, son muchas las historias que emergen para no olvidar el rol de la palabra, la difusión de la información “como un acto moral de libertad”, diría Walsh, o aquella tribuna de ideas y debate que caracterizó a los periódicos libertarios desde sus inicios. Hoy recuperamos uno de ellos: La Voz de la Mujer. Uno de los primeros medios que puso en primera persona la voz de las mujeres para denunciar la opresión.

«Si vosotros queréis ser libres, con mucha más razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de Anarquía y libertad y las mujeres a fregar. ¡Salud!».

(La Voz de la Mujer N° 2. Enero de 1896)

Era 1896 y el contexto socio político de nuestro país estaba signado por la cantidad de obreros y obreras que se aglutinaban en las fábricas, especialmente, rioplatenses. Miles de personas de diversos países europeos llegaban con su fuerza de trabajo y sus ideas que enlazaban en los mítines anarquistas de la época. La circulación de la prensa era una forma concreta de transmitir las miradas libertarias en ese fin de siglo convulsionado, cargado de inmigrantes que fueron el impulso de los orígenes del movimiento obrero en Argentina.  Pero, en ese horizonte anarquista que pensaba la libertad de la humanidad toda, “¿por qué deberían las mujeres expresarse como mujeres?”, pregunta Laura Fernández Cordero, socióloga, investigadora de Conicet con sede en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDinCI).

La Voz de La Mujer, fue el primer periódico comunista anárquico, organizado y escrito por mujeres. A pesar de que en el pensamiento anarquista, la emancipación de la mujer o el amor libre, fueron temas centrales, ellas no polemizaron con esos ideales, sino con los varones que levantaban esas banderas, sin cuestionarse el lugar de privilegio y poder que seguían ocupando. “En el segundo número ellas se tienen que defender de los supuestos compañeros, a los que llaman los cangrejos o escarabajos de la idea”, dice Laura.

Fueron nueve ediciones, publicadas entre 1896 y 1897, donde la palabra emancipación se hacía crítica en las voces de sus redactoras: “sí señores anarquistas cangrejiles, es por esto que no queréis la emancipación de la mujer, porque os gusta ser temidos y obedecidos, os gusta ser admirados y alabados (Año 1 Número 2)”.

Editado en Buenos Aires, de suscripción voluntaria, con una tirada que varió entre 1000 y 2000 ejemplares, un precio de diez centavos y una leyenda sale cuándo puede, a lo largo de sus cuatro hojas, los escritos se orientaban en temáticas vinculadas a la idea de la religión como una forma de engaño, la pérdida de la honra, el lugar de los varones en la crianza, el amor libre. “Si bien esos temas circulaban, ponen un acento y lo dicen en primera persona. Son muy fuertes las editoriales, porque sienten que a pesar de que se acompañe la idea de la emancipación de la mujer,  cuando escriben lo que ellas piensan, denuncian la violencia que recibían”, explica Laura.

Las notas también cuestionaban cómo las mujeres eran las más desfavorecidas en las condiciones materiales de vida, ya que ni siquiera tenían derechos ni autonomía, pero sí debían responsabilizarse de sus hijxs. Entre sus líneas, las redactoras explicaban esas desigualdades y daban cuenta del por qué muchas madres solteras llegaban a tener que ejercer la prostitución.

La incomodidad que generaba en las mujeres el acoso callejero, era otra de las violencias reveladas. “Eso que a veces nos dicen que es algo novedoso, hay una nota al respecto del año 1896. En ese momento también está surgiendo el término feminismo y es muy inestable. Pronto abandonan ese término porque comienzan a reconocer el feminismo como un movimiento más vinculado a la burguesía, los derechos políticos, y al pedido de sufragio para las mujeres y eso no era parte del ideario anarquista, a pesar de que hoy las reconocemos como anarco feministas”.

En las notas aparece la temática de la maternidad que luego, aclara Laura, tomará el nombre de “maternidad consciente”.  “En el espacio de los anarquismos se dieron las primeras divulgaciones acerca de los métodos anticonceptivos, para que esa maternidad fuera una condición elegida”.

Eran tiempos donde el anarquismo proliferaba en periódicos, “en 1897 va a salir La Protesta Humana que se va a extender durante todo el siglo XX hasta hace poco”, dice Laura y aclara que salían muchos con lo cual había distintas corrientes y no era raro que un grupo sacara un periódico. Sin embargo, la particularidad de La Voz de la Mujer, sigue siendo su lugar de enunciación, la importancia de la crítica en primera persona, y el cuestionamiento sobre el lugar de los varones dentro del mismo movimiento, que ponía en problemas al ideario: “los anarquistas, que siempre se consideraban los libertarios en todas las situaciones, podían reconocerse a sí mismos como opresores en su propio hogar, tiranos de sus propias compañeras, de sus hermanas, de sus madres”.

Esa interpelación constante, producía, según sus propias redactoras, un gran “tembladeral”. Pepita Gherra, Josefa Calvo, Josefa Martínez, Carmen Lareva, Rosario de Acuña, Luisa Violeta, son algunas de las mujeres que aparecen como parte de la redacción. “Sus biografías están muy perdidas. No hay muchos datos, como tampoco de otras mujeres que firmaban las notas en el periódico”, reconoce Laura.

La persecución política, el cierre de imprentas anarquistas y el encarcelamiento a sus militantes, también fue una constante durante décadas. El 1 de enero de 1897, aparecería el periódico N°9, el último. En la actualidad, la accesibilidad a los archivos de este periódico fue gracias a la colección del historiador anarquista Max Nettleu, que los preservó en Ámsterdam y hoy conforman parte del Instituto de Historia Social. Fue en la década del ’80, explica Laura, cuando historiadoras vinculadas a las teorías de género y las historias de las mujeres, comenzaron a recuperar estas producciones femeninas.

Las palabras de la Voz de la Mujer seguirán siendo las primeras en marcar -no sólo las opresiones de una sociedad patriarcal- sino esa misma condición como una contradicción dentro de la práctica de los varones militantes. “No era algo muy diferente a lo que decían otros compañeros anarquistas. Pero feminizar -de alguna manera- la enunciación es lo que las hacía disruptivas”, concluye Laura.

“Ni dios, ni patrón, ni marido”

Virginia Bolten fue una reconocida anarquista dentro del movimiento obrero de Argentina y Uruguay. Su nombre nunca apareció en aquellos ejemplares de La Voz de la Mujer, hasta que en 1899, editó un periódico con el mismo nombre, pero en Rosario. Nació en San Luis y vivió entre Rosario, Buenos Aires y Montevideo.

Virginia Bolten

En el artículo “Tras los pasos de Virginia Bolten”, que Laura Fernández Cordero escribe junto con Agustina Prieto (Rosario) y Pascual Muñoz (Montevideo), se investiga y recupera la biografía de la mítica Virginia Bolten. “Se la conocía como una anarquista que había actuado entre fines del siglo XIX y principios del XX, se creía que había nacido en 1870, era una figura muy potente del anarquismo, también se pensaba que estaba ligada al periódico la Voz de la Mujer”, dice Laura y cuenta que investigando su historia, se encontraron con una cantidad de datos que no coincidían con algunos de esos relatos.

“Tuvimos la sorpresa de encontrar que su fecha de nacimiento no habría sido 1870, sino 1876. Esto por el hallazgo del acta de bautismo en Baradero. Tampoco estuvo en esa huelga famosa que suele reconocérsela en Rosario, o si estuvo tenía 14 años, pero de hecho no es la mujer de la foto del Diario la Capital de Rosario, eso lo verificamos”.

A partir del análisis de fuentes como un censo de 1895, se estima que en principio, Virginia y su pareja -Manuel Manrique-, “se consideraban católicos -sino se ponía libre pensador o ateo-  y a su primera hija la bautizaron en la fe católica, con el  nombre María Milagra”, explica Laura. Pero en 1898, en Montevideo tuvieron un segundo hijo llamado Urano Liber, “un nombre típicamente anarquista. Entonces creemos que es en esos momentos donde ella empieza a participar del anarquismo”.

Desde las dos orillas, Uruguay y Argentina, Virginia Bolten fue construyendo su itinerario. Como trabajadora fabril, activista y periodista, fue dejando su impronta en diversos periódicos escribiendo sobre la vida cotidiana, el lugar de las obreras, la familia, la iglesia, el amor libre o la posibilidad de expresarse en libertad. Oradora en actos políticos, creía profundamente en la lucha general contra el sistema: “su rol fue importante porque gran parte de las mujeres no leía ni escribía, ni participaba en la actividad pública como mitines, manifestaciones y huelgas”.

Seguramente habrán quedado grabadas sus palabras en la versión rosarina de La Voz de la Mujer, se sabe que hay indicios de su existencia y del rol de Virginia Bolten en su edición. “Hacía los llamamientos para que se suscribieran al nuevo La Voz de la Mujer, pero no se encuentra ningún número, está perdido”.

Perseguida por sus ideas políticas, fue detenida varias veces y deportada a Uruguay en 1902 por la Ley de Residencia de Argentina. Regresó dos años más tarde a Buenos Aires y continuó participando de la Federación Obrera Argentina, conformando el Comité de Huelga Femenino. Falleció en 1969 y sus últimos años de vida los pasó en Montevideo, donde continuó escribiendo en periódicos, siendo parte de huelgas y círculos libertarios.

Las ideas de Virginia Bolten, como las de aquellas anarquistas fundadoras de la Voz de la Mujer, son tan vigentes como inquietantes. La importancia de la divulgación de la palabra, -escrita y oral- que fue arenga, denuncia y poesía, cobra aún hoy una relevancia fundamental en una sociedad desigual que continúa signada por valores y mandatos patriarcales.

“¡Salud Compañeras! La Anarquía
Ya trémola el pendón libertador;
¡Hurra, hermanos queridos, a la lucha!
¡Fuerte el brazo, sereno el corazón!
(…)Que no haya entre nosotras rezagadas
Nuestra lucha es a muerte y sin cuartel;
¡Hurra! Hermanas queridas, otro esfuerzo,
Y ¿quién duda que habremos de vencer? (…).”

(Brindis, Josefa M.R Martínez. La Voz de la Mujer, N°1, 1896)

Te puede interesar:

  • Descarga gratuita de La Voz de La Mujer:

https://ediciones.unq.edu.ar/504-la-voz-de-la-mujer.html

  • Laura Fernández Cordero (2017), Amor y Anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual. Siglo XX editores.

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