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Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: 4ta. audiencia

Compartimos la síntesis elaborada en trabajo colaborativo entre las distintas organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos de la región que acompañan a la familia de Joaquín.

Audiencia día 4: 27 de julio

Causa: Homicidio agravado por el uso de arma de fuego y en abuso de la función pública, abuso de arma, amenaza calificada

Imputados: Mikael Mercedes López/ Iván Alexis Luna/ Enzo Alvarado/ Jorge Luis Gómez/ Ronald Fernández Aliendro/ Alberto Sosa Gallardo (subcomisario).

Tribunal: Ángel Francisco Andreu/ Ricardo Arístides Py/ Javier Rojo.

Fiscal de la instrucción de la Causa: Fabiana Pochettino

Abogados defensores: De Ronald Fernández es Carlos María Cardeihac. De Maykel López: Ricardo Moreno y Yamila Moreno. De Enzo Alvarado, Jorge Gómez e Iván Luna es Pedro Despouy Santoro y Eduardo Aramburu.

Abogados querellantes: Claudio Orosz/ Ramiro Fresneda de la familia de Joaquín y por la madre de Brian -Paola Navarro- el Dr. García y la Dra. Mónica Paz.

El primer testimonio de la jornada lo da Leonardo Juárez, de 19 años, quien conoce a los imputados Enzo Alvarado y a Iván Luna, porque son del pueblo y conocía también a Joaquín y a Brian. Describe aquella noche del 25 de octubre contando que se juntaron en casa de Paola Navarro-desde temprano-. Compraron cervezas, escucharon música, bailaron, tomaron. Después se fueron a la plaza y luego al dispensario. Llegan dos móviles, se bajan los policías y uno (al que no conoce) exhibe una escopeta. Le recriminan eso. Los policías les pedían que se fueran. Luego les tiran y ellos corren y ve que a Brian le han pegado un tiro porque lo tocó y se ensangrentó la mano. Oyó que decían que Joaquín estaba muerto. Pidieron ayuda al dispensario, pero no les abrieron. Fueron hasta la comisaría a pedir ayuda porque Joaquín estaba tirado en el suelo, pero los policías al ver la llegada de la gente gritando, se fueron. Por bronca e impotencia les tiraron piedras a la policía y a la comisaria, donde no quedó nadie. Ahí los policías vuelven a tirarles.

Aparece su padre, lo saca de ese lugar y lo lleva a su casa. Cuenta que cuando los policías tiraron por primera vez, cerca del dispensario, se sintieron rodeados, porque bajaron de los móviles policiales varios agentes y empezaron a disparar y ellos a correr. Después de lo de la comisaría Leonardo se va hasta la ruta y siente que los tiros pasaban cerca de él e impactaban en el piso. Piensa que él pudo ser otro muerto.

El segundo testimonio lo da Mauro Sebastián Heredia, de 20 años, que está haciendo el servicio militar voluntario en La Calera. Conoce a cuatro de los seis imputados, también a Joaquín y a Brian. Solicita testimoniar sin la presencia de los imputados, “para declarar más tranquilo’.

En 2020 trabajaba en la cebolla y ese día fue a cobrar a eso de las 21 hs. Se juntó con Mariano Torres, a media cuadra del dispensario. Llega Enzo Alvarado en un patrullero y les pide que se porten bien, “que no echen moco’, que estén tranquilos. Se fueron para la plaza, que estaba llena de gente. A las dos horas de estar allí llegaron móviles policiales -Ronald, Sosa y Mikael-y les dice “váyanse de aquí’. Ellos respondieron que no estaban molestando. “Váyanse por las buenas, sino, tendrán que irse por las malas’ Fue Sosa quien les apuntó con una escopeta y les dijo “Se van o los quemo’.

A las 4 de la madrugada llega a donde estaban-cerca del dispensario-el grupo de Joaquín. Ahí aparecen dos móviles policiales que se estacionan cerca y los amedrentan. Ronald hace un tiro, Mikael también saca el arma. Los mas grandes interceden diciendo que hay menores, pero él se tira al suelo. Siguen los disparos y oye que lloran cerca diciendo “mataron a Joaquín”. El no creyó que fuera así. Uno de ellos lo alza a Joaquín, lo da vuelta y Joaquín da un suspiro. Buscan que en el dispensario los ayuden, pero la enfermera no les abrió. Rompieron vidrios de la ventana y la puerta porque no les abrían ni les ayudaban. Unos tres o cuatro amigos fueron a buscar ayuda a la comisaria, pero los policías los apuntan y se van. Desde la comisaria les tiraron una balacera. Ya ahí había mucha gente gritando a los policías que ayudaran-entre veinticinco y treinta personas y preguntando por qué habían hecho eso. En ese momento llega la ambulancia y se lleva a Joaquín y a Brian. Hay árboles cerca de la comisaria que tienen signos de los impactos de bala que hacía la policía. Cree que la balacera duró una media hora. Aclara que cerca del dispensario había una fiesta de cumpleaños con música y ahí la policía no intervino.

Comenta que después de este hecho la policía los ha hostigado seguido, que por esa razón dos de sus amigos y el mismo se han ido del pueblo. No han hecho denuncia de ese hostigamiento, están siendo ayudados por psicólogos para poder superar lo que les ocurrió aquella noche. Sabe que para muchos de sus amigos ha sido muy difícil superar lo que ocurrió. Algunos se han lesionado, tienen insomnio, se golpean la cabeza.

Y entonces comienza la intervención de los abogados defensores que son tantos como imputados. Y empieza un juego de preguntas perverso, sobre cual es el significado de la palabra “hostigar”, que la oyó -el defensor- un par de veces en boca de los testigos  y le llama la atención (ese vocabulario faltó decir). El testigo define la palabra adecuadamente pero el defensor comienza a preguntar sobre su actual profesión (soldado voluntario) y las preguntas versan sobre qué opinión tiene sobre la policía, si sería policía y qué opinión tiene de lo que llaman “la gorra y la visera”

No llama tanto la atención a amigos y presentes en el recinto de la sala espejo- la insostenible hostigación que hace la defensa sobre el testigo, sino que el juez lo haya permitido. La sensación de todos es que el culpable de algo ahí es el testigo y no los seis imputados que en ese momento no estaban en la sala.

El tercer testimonio es de Ángel Villada, de 19 años, quien después de contestar a la pregunta sostenida a cada testigo, del presidente del tribunal: “Ud. cree en Dios?”, a lo que todos le responden que sí (no sabemos si cabria el no) y luego hace jurar por Dios, que dirá toda la verdad.

Ángel también conoce a los policías imputados y a Joaquín -y Brian,-, de quien es hermano. Esa noche estuvieron en su casa escuchando música y tomando. Luego se fueron a la plaza, a eso de la 1.30. Estaban conversando sentados en un banco que esta frente a la iglesia. Vinieron policías que les dijeron que debían irse. Se fueron al lado de la radio. Conversaron y enchufaron en casa de un vecino el parlantito que tenían para escuchar música “porque se les había terminado la batería’. Ahí volvió Enzo Alvarado conque debían irse. Les habló bien.

A las 4 de la madrugada llegó Joaquín con otros chicos y estaban todos juntos (eran unos doce en total) volvieron los policías en móviles. Ronald se baja y tira un tiro al aire. Ellos se asustan y corren para todos lados. Los otros policías -Enzo e Iván-tiran también. El corrió con Joaquín y Maciel. En la carrera el tropieza y cae y ve caer a Joaquín. Ve que tiene un tiro y se queda con él. Los policías se fueron. Después llega la ambulancia. El se fue a avisar a la familia de Joaquín.

Terminado su relato la defensa insiste en preguntar quien tiró piedras al dispensario o a la comisaria y cuando lo hacen. Este joven y otros ya han dicho muchas veces: tiraron piedras después que les llovieron las balas y después de ver a su amigo tirado sin que sea auxiliado por la enfermera, la ambulancia ni la policía. Antes no hubo piedras ni enojo, ni gritos pidiendo ayuda.

El cuarto testimonio es de Leonel Heredia, quien cuenta que temprano vio un móvil policial con tres policías arriba, dos adelante y uno atrás.

A las 22 hs. fue a buscar a Joaquín y no estaba en su casa. Se juntó con otros amigos -Jorge navarro y José Rodríguez-. Luego en la casa de Brian se juntaron varios amigos, unos seis, y tomaron un vino en caja. Se fueron a la plaza con Jorge y había otro grupo, frente a la iglesia, sentados en un banco. Llega el móvil (una chata) se bajan dos- eran tres- Ronald los insulta y de mala manera les dicen que se vayan, como lo hacían siempre. “Desde antes que pase esto nos hostigaban, abusaban del poder siempre a pesar de que éramos menores”. Ronald se baja con la escopeta En la plaza Sosa le pide la escopeta a Ronald y la empieza a cargar.

Se fueron al dispensario por el caminito que existe, es un camino que está cerrado. Llegaron y no había nadie, “somos los primeros en llegar tomando vino”

Llegan 3 móviles 2 se estacionan al frente de la radio y uno al costado que es desde donde se baja Ronald y comienza a disparar. “Enzo nos pide bien que nos vayamos”; les dijimos que si, pero se baja Ronald y dispara sin avisar. Les dijimos que no podían hacer eso, ellos no pensaban. Primero tiran hacia arriba y luego contra nosotros, con la escopeta, la deja y agarra su arma y sigue tirando. Todos dispararon “yo iba por atrás del dispensario y vi que todos sacaban el arma y nos disparaban”.

“Joaquín corrió derecho, los demás nos dispersamos”. “Corrí hacia la calle, todos gritaron que mataron a Joaquín”. La policía se había ido. Estaba Brian con el brazo herido. “Al primero que veo es a Brian, que tenía un hueco, y todos gritaron que lo mataron a Cabu”. Fue a buscar una venda para hacerle presión y nadie atendió. “Y rompimos para entrar a sacar una gaza, aunque sea”. Pero no pudieron entrar.

“Tenía mucho miedo, pensé que nos iban a matar a todos. No le deseo a nadie esa noche. Fueron a matarnos”. Luego quiso pedir ayuda a la policía, quiere correr por el caminito, pero su papa lo alcanzó y no lo dejo. Su abuela no lo soltaba en su casa, a donde lo llevó su padre. Escuchó muchos disparos. “Me quería ir, pero no me dejaba”.

Vuelve a comentar las situaciones de hostigamientos que reciben de la policía: les golpeaban los tobillos, los ponían contra la camioneta, les revisan la mochila. Por ese motivo muchos amigos se fueron del pueblo.

El quinto testimonio es de Ezequiel Gómez: Servicio Militar voluntario, quien conoce a Enzo Alvarado y a Luna, de los imputados. Pide que los imputados se retiren porque no se siento cómodo. El juez le explica que existen situaciones más graves que estas y le niega el pedido.

El relato de Ezequiel comienza con que estaba en la plaza con Gustavo Rodríguez, Jorge Navarro, Leonel Heredia y con Ángel Villada.

El juez interrumpe constantemente el testimonio de este joven.

En la plaza frente a la iglesia llega el patrullero, se bajan con la escopeta de malas maneras, los corrieron, los trataron como perros, los insultaron y por eso se fueron. Agrega que también estaba Mariano. Les dijeron que no podían apuntarlos. Se fueron por un caminito, llevaban una caja de vino. Decidieron irse a la casa de Mariano a festejar el cumpleaños de él. En el camino lo llama a Mariano su tío que le presta un parlante y se quedan ahí atrás del dispensario, escuchando música.

Llega un patrullero (auto), se baja Alvarado y habla con su cuñado Torres, lo saluda por su cumple le dice que se podían quedar sin molestar a nadie. Se va el móvil. 

Llega Joaquín y otros amigos, en total eran 14 o 15, de 16 y 17 años. La mayoría eran menores.

A los segundos vuelven dos móviles y una chata sin balizas ni luces prendidas. El auto entra por la Luis Nieto. La camioneta se estaciona sobre Tosco. Se bajan agresivos y al choque. Ronald con la itaca o escopeta y hace 2 disparos al aire. Corren todos, y Brian se queja, se choca con un alambre y se cae. “Me dice que le duele, le dije que se calme, porque siempre pensé que eran balas de goma, hasta que muestra y veo su brazo con hueco pequeño adelante y atrás grandísimo”. No pudo contar los disparos. Fueron varios, se quedó sordo.

Escuchó a Maciel que grita que le pegaron a Cabu. Los policías estaban y cree que no es coincidencia que justo salieron huyendo.  Se acercaron, lo dan vuelta, no le ven nada hasta que ven sangre en su mano. Se da cuenta que era bala de plomo, se comenzó a poner blanco de pálido.

Fueron al dispensario a pedir ayuda, nadie los atiende. Cuando lo vimos estaba cada vez más blanco y se imaginaron lo que estaba pasando. “Cuando estaba en la casa de mi abuela vi que venía la abuela de Joaquín y suponía lo peor le dije que todo iba a estar bien, pero sabía que no”.

Frente a la casa de su abuela llegaban las balas, se cortaron los gajos de los árboles, como silbaban las balas. Su abuela vive a tres cuadras.

Quiso correr a la comisaria, pero su tío lo lleva a casa de su abuela y no lo deja ir. Cuando puede, se va hacia la plaza. Los policías se habían ido y tiraban balas desde la ruta. Los otros se fueron desesperados, “tuve miedo de todo lo que dispararon”. “Ninguno estaba chupado, tomamos tranqui.”

Ante una pregunta de la fiscal sobre cómo esta, responde: Mal, por la pérdida de mi amigo, quiero justicia por él y que descanse en paz.

Pide permiso para agregar y dice: “Me da mucha bronca ver cómo los imputados andan en el mismo pueblo caminando, tomando mates en el río, después de lo que hicieron.  Mínimo que no anden en el mismo pueblo como si nada donde los vemos”.

El ultimo testigo es Gustavo Rodríguez: 31 años, quien conoce a Alvarado, de quien es pariente, pero no tienen relación. Era muy amigo de Joaquín y de Brian, a pesar de la diferencia de edad.

Estaban en el dispensario con Mariano solos, agarrando wifi. Llega Alvarado y les dice que se queden piolas. Se fueron a la plaza, con su hermano y otros. Llego el móvil se baja Ronald con la escopeta, se baja también Sosa pidiéndoles que se vayan. “Les dijimos que ya, nos dijo ahora y saca la escopeta, le pregunta a Ronald si está cargada, le contesta que no. Hace como que la carga”.

“En la plaza no llego ningún otro amigo. En la plaza si había luz, estábamos sentados en un banco. Había mucha gente, pero solo a nosotros nos controlaron”.

Se van a la radio por el caminito, cuando le llega a Mariano un mensaje que dice “váyanse, porque los va a cargar el jefe”. Se quedan ahí porque Mariano pidió un cable al tío. Adentro y en la calle había luz. “Nos quedamos en la antena. Estábamos solos. Teníamos caja de vino”. Llega Alvarado que les dice que se queden piola, y se va. Al rato llega Joaquín con otros amigos. En total éramos más de 10.

Vuelven tres móviles rápido, sin balizas, se bajan 5 policías: Alvarado, Luna, Ronald todos agresivos, enojados. Hablaban, decían que “o nos íbamos por las buenas o por las malas”. Dijeron que se irían. Ronald baja con el arma, hace la vuelta para irse y siente muchos, muchos tiros, todos seguidos. “Nos tiraban a nosotros”. Los vi porque me escondí atrás de la radio. Los demás corrieron por todos lados. “Joaquín corrió con Toti, Ángel y mi hermano”. Los niños gritaban que lo habían matado, los policías se habían ido marcha atrás. Gritaban auxilio, nadie los escuchaba. Llegó el padre de Toti.  Estaba Brian descompuesto.

Cabu estaba tirado, pidieron ayuda en el dispensario, no los atendieron. Gritaban, golpeaban, nadie salió. Él se fue. Los niños dijeron “vamos a la policía, que lo lleven” Corrieron por el caminito, pero no los dejaron llegar, de la cantidad de balas que tiraban. Se escondió atrás de los eucaliptus. “Nos cagaron a tiros”.

Cuando se tranquilizó todo, volvieron a ver a Cabu, había más gente alterada, todo el tiempo pidiendo ayuda. Muchos disparos. La ambulancia llega como a la media hora

Le preguntan sobre el trato que ha recibido de la policía: “siempre me pegaban, perdí mi oído de tantos golpes”

A las 19.30 hs finaliza la audiencia de la fecha.

Acompañan en este Juicio las siguientes organizaciones: Movimiento Plurinacional disidente y feminista de Capilla del Monte. Movimiento Campesino de Córdoba. Unión de trabajo Popular. Radios comunitarias. Mesa de la Memoria de Cruz del Eje. La Colectiva. Justicia por Joaquín. Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba. Mesa de Trabajo por los DDHH de Traslasierra. Familiares de víctimas de gatillo fácil de la provincia de Córdoba.

Contactos:

Soledad Paredes 351 3602006//Ivana Reynoso 2934 476072//Claudio Orosz 351 5504945

Fb: Justicia por Joaquín

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