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Pablo Carro: «Los adultos tenemos que entregarles a los jóvenes un país en el que se puedan vivir y respirar»

El Diputado Nacional considera que queda mucho por hacer. Se refirió a la expectativa que había en Alberto Fernández y la frustración que generó en muchas personas. Además, plantea caminos a recorrer para los años venideros.

En diálogo con FM 98.1 de Capilla del Monte, el Diputado Nacional Pablo Carro se refirió al contexto electoral rumbo al 22 de octubre y reflexionó sobre la democracia en nuestro país.

¿Qué está en juego en estas elecciones?

– Lo que está en juego, de alguna manera, es para qué han servido los 40 años de democracia y por qué es importante seguir defendiendo la democracia para adelante. Con sus más y sus menos, la democracia en la Argentina resolvió mucho de los problemas que teníamos, más allá de sacarnos de la dictadura, la posibilidad de juzgar el terrorismo de Estado perpetrado en aquellos años, aunque fue muy difícil modificar la matriz económica que nos dejó esa dictadura.

Me resuenan las palabras de Alfonsín de que con la democracia se come, se cura y se educa, nos quiere decir que la democracia no es solamente elegir cada dos años a nuestros representantes, sino que la democracia tiene que servir para resolver los problemas de nuestra gente. Y en buena medida, en los últimos años, esto no se viene verificando. Primero por el tremendo retroceso que significó el gobierno de Macri con su brutal deuda externa, con la apertura de importaciones, la destrucción de la PYME, el desastre educativo y sanitario que dejó, la pérdida salarial, te doy sólo un dato, en esos años de Macri no sólo los argentinos debemos 45 millones de dólares, sino que hubo una suma aún mayor de transferencia de recursos de los que menos tienen a los que más tienen, es decir, los trabajadores, ya pagamos una deuda externa y ahora nos toca pagar otra. Así ha sido de brutal este tiempo. Y después vino el gobierno de Alberto, que con muchísimas expectativas, la sociedad le dio su voto de confianza. Fue un gobierno que no logró cumplir con su contrato electoral, hay que decirlo. Yo mismo lo acompañé en actos en la Universidad de Villa María y en la Universidad Nacional de Río Cuarto, en lo que él decía con mucha claridad, entre los bancos y los docentes, elijo a los docentes. Y lo cierto es que después de estos casi cuatro años, los bancos la juntaron en pala y los docentes no sólo no lograron recuperar lo que habían perdido con Macri, sino que perdieron un poco más. Después tenemos las excusas que son ciertas, la pandemia, la guerra, la sequía, la propia deuda, la misma deuda. Fueron años en los que la misma pandemia nos generó condiciones para encarar una nueva perspectiva y no lo pudimos hacer. No sólo eso, sino que estuvimos dos años casi haciéndonos creer entre nosotros que el Fondo Monetario había cambiado y que ahora todo iba a ser más sencillo. Entonces eso generó el caldo de cultivo para que hoy tengamos estos posicionamientos políticos que por un lado descreen de la democracia como una posibilidad para resolver sus problemas y que apuntan a cualquier solución de tipo mesiánica, con cualquier oferta, de los que no ha existido o de los que no fracasaron para ver si son capaces de torcer el rumbo.

«El gobierno de Macri tuvo un retroceso significativo con la deuda externa y la apertura de importaciones, mientras que el gobierno actual no cumplió con sus promesas, especialmente en el ámbito educativo y salarial. Ahora existen posicionamientos políticos mesiánicos que proponen soluciones radicales»

Pablo Carro

Falta mucho por hacer pero hoy aparece la política como algo que las nuevas generaciones la consideran inservible. ¿Qué pensas?

– Si hoy tenemos pibes desinteresados, es porque no supimos interesarlos. No sólo es obligación de ellos. Vos no le podés pedir a un pibe hoy, o a una piba, que se acuerde de la pelea de las Madres o de las abuelas de Plaza de Mayo, o de aquellos años de Cristina, o del primer peronismo, o de lo malo que fue la política neoliberal de los 90. Todo eso está muy bien, porque la cultura política es intergeneracional, y siempre tenemos que poner en relación lo nuevo con lo viejo. Y es una tarea de los adultos discutir con los jóvenes, pero también entregarles un país en el que se puedan vivir y respirar. Si vos tenés una política económica que aún en los años de relativa bonanza reventamos el bosque nativo, ahí tenés un punto por el cual los pibes descreen de los políticos. Porque no hay gobierno que no haya avanzado en la destrucción del bosque nativo, y eso no se recupera. Entonces, hoy los pibes que en general eran ambientalistas y, te diría que, feministas, en el sentido más amplio y general del término, porque reconocían sus nuevos derechos, eso suena a consigna vacía en muchos de nuestros políticos. A veces creemos que si rezamos el rosario de las conquistas, con eso exorcizamos el demonio de la ultraderecha. La verdad que no pasa por ahí, pasa por escuchar, pasa por conversar. Yo lo veo en la facultad con mis alumnos, ellos están muy interesados en discutir qué significa que haya más o menos Estado, qué significa el voucher educativo para ir a una escuela, no han tenido experiencias. Entonces la experiencia de vida de los mayores hay que saber transmitirla, no podemos simplemente decirles yo me tuve que romper el alma, nosotros hicimos tal o cual cosa para que ellos tomen ejemplo, toman lo que ven y lo que discuten. Y en ese sentido me parece que por más allá de que nosotros defendamos la salud pública, la educación pública, el rol fundamental del Estado para resolver los desequilibrios, es cierto que el Estado falla, que la educación tiene muchos problemas, que la salud es difícil acceso, que vas y sacas un turno y te atienden dentro de dos o tres meses. Esa es parte de la realidad.

Es cierto que otras fuerzas políticas eliminarían los hospitales públicos si pudieran, pero eso no alcanza para discutir con nuestros pibes. Entonces yo creo que hay que escucharlos, hay que escucharlos y hay que preguntarles cuál es el mundo en el que quieren vivir. Y si vos entras en ese terreno, no es el terreno de mi ley. Yo creo que los votantes de mi ley, puede ser que haya un tercio de estos hombres jóvenes machirulos, heridos en sombría y enojados con todo, pero también hay pibes y pibas que creen que el Estado es importante, que la salud pública es importante, que la educación es importante, pero que hoy les cuesta mucho ingresar al mercado laboral, que son recontra explotados en laburos informales, que les quieren hacer creer que pueden elegir y tomar sus decisiones si quieren laburar 20 horas un día y el otro día no, cuando las empresas, las grandes empresas, obtienen rentabilidades que son escandalosas en relación a la inflación y al deterioro del salario. Entonces, para que los pibes se integren a la democracia, la democracia tiene que darles parte de las condiciones para que puedan vivir. En su lugar de trabajo, en sus pibos, en los lugares en los que nacen, que haya laburo, que ese laburo sea de calidad, que ese salario le alcance para resolver sus problemas. Vos querés comprarte hoy un par de zapatillas y por ahí te sale 50, 70 lucas, la mitad de un alquiler 150. Hay una cosa que está por completo enloquecida en términos de precios en la Argentina, y eso es algo que se le adjudica como responsabilidad a la política y que no es algo que se pueda cambiar lamentablemente de un día para el otro.

Los jóvenes no pueden relacionar la política con su vida diaria porque no han tenido buenas experiencias con el gobierno, como la destrucción del bosque nativo y la falta de preocupación por temas ambientales y feministas. Debemos escuchar a los jóvenes y preguntarles qué tipo de mundo quieren vivir, y trabajar para brindarles condiciones laborales justas y oportunidades de desarrollo

Hay quienes piensan que se cruzó el umbral de la esperanza. Hay una falta de expectativa en la posibilidad de transformar las cosas ¿Qué sentís que es tu expectativa para seguir apostando a la política y qué cambios te gustaría ver?

– Aquellos que piensan que el mundo de alguna manera ya está perdido, no están tan lejos de la verdad. Para mí, en política lo importante es no mentirnos. Esto que vos dijiste, caretearla. Yo tengo que empezar por reconocer que no pudimos hacer las cosas que prometimos que íbamos a hacer. Si yo pierdo credibilidad con mi palabra y yo empiezo a dibujarte un mundo de fantasía, estamos en la lona. Y eso creo yo que es lo que más desprecian nuestros pibes. Es algo que aprendí como profesor en el aula. Tiene que ser coherente, tiene que ser consecuente. Después te podés equivocar, podés estar un poco más allá o un poco más acá. El planeta, si seguimos produciendo en el mundo y consumiendo como se consume en el mundo, este mundo lo reventamos nosotros mismos. Ni hablar si incluso tuviéramos una política de redistribución más importante en el mundo y quisiéramos hacer que el resto de los que viven con un dólar al día pudieran tener lo que tiene el resto, lo destruiríamos más rápido. Y lo que va a ocurrir es que el mundo no se va a destruir, el mundo va a seguir como tal. Lo que vamos a eliminar es a la especie humana del planeta. El planeta seguramente va a encontrar los modos de regenerarse.

Yo creo que hay cuestiones ahí que son básicas y que no se resuelven de un día para el otro, pero que en las cuales tenemos que apostar con firmeza. Y que tienen que ver, como te decía, con la experiencia. Cada uno le tocó vivir lo que le tocó vivir. A mí, yo fui educado durante la dictadura, sabía de qué va eso. Y después me tocó ser joven entusiasta en los ochenta y después me pegaron el palazo en la cabeza en los noventa. Y la verdad que yo era de esos pibes que si iba a votar, anulaba el voto. No creía en nadie, en lo más mínimo. Ni siquiera fui votante de Néstor en la primera vuelta. Tenía cero confianza en lo que la política pudiera producir. Sin embargo, después me tocó ver un tiempo en el cual la participación, el involucramiento de la juventud, de los trabajadores, etcétera, fue muy importante. De la ciudadanía de a pie sumándose a las políticas de Estado y haciendo su aporte desde ahí. Y eso generó una situación muy diferente en la Argentina, donde pasamos a tener los salarios más importantes de Latinoamérica. Entonces hay algo que está ahí en nuestro pasado que es importante recuperar. No hay perspectiva de futuro si no podemos recuperar nuestra memoria. Nosotros no venimos del fondo de la historia peleando desde abajo porque las cosas sean un poco más justas, más equilibradas. Que lo que existe alcance para todos y se pueda repartir de otra manera. De futuro, yo creo que hay que ser respetuosos con el otro. Hay que poder escuchar. Hay que escuchar lo que la naturaleza nos dice en su propio lenguaje. Y hay que aprender lo que nos dejaron aquellos otros que investigaron, estudiaron antes que nosotros. Hay toda una filosofía, toda una historia, toda una sociología de la cual agarrarse para pensar un futuro mejor. Hay que cambiar el sistema financiero. Hay que pensar que el mundo no tiene ningún sentido para nosotros la acumulación de guita financiera que es lo que maneja el mundo. Y hay que pensar en formas de producir alimentos que no sean contaminantes y que vayan en línea con la preservación de la naturaleza de donde sacamos los alimentos. Pero entonces eso supone que hay que cortar con el negocio, el agronegocio que además genera, no solo contamina la tierra, sino que genera los excedentes que después se vuelcan al negocio inmobiliario. Y entonces tener a nuestra gente que come alimentos contaminados y no encuentra lugar para vivir ni un trabajo de gente. Esas son cosas que tenemos que cambiar porque si no las cambiamos nos arruinamos nosotros mismos. Y yo pienso en mi hija, pienso en los pibes y las pibas en general y no le estamos dejando un mundo mejor del que recibimos. Pero sí le estamos dejando un mundo con un legado de historia y de lucha que me parece que es importante recuperar, de la cual agarrarse para entender que sí se pueden hacer cosas, que sí se puede mejorar y que si nos comprometemos y participamos seguramente vamos a estar mejor que si nos quedamos solos en casa masticando bronca.

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