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Arte en Córdoba: Bernardo Kehoe y su arte de búsqueda infinita

Artista híbrido y multifacético, Bernardo anda descalzo por la vida y expresa que el arte es necesario porque hace mejor a las personas

Bernardo Kehoe es un artista que aborda distintas ramas de la creación con pasión y profundidad. Nació en Tucumán y decidió venirse a vivir al interior de Córdoba con todo su arte bajo el brazo. Recientemente fueron premiadas dos películas que giran alrededor de la vida del artista plástico y performer tucumano. “El cisne equivocado”, dirigida por Lucila Frank y Andrea Morasso, en el que se registra su trayectoria y el filme “Esta noche en el Hotel Central”, de Daniel Casabé y Mario Martinelli donde se registran una serie de performances virtuales de baile, canto, actuación y otras expresiones a las que Bernardo bautizó “Las Cuarenshows”.

Desde que llegó a Córdoba en búsqueda de una vida en la naturaleza, Bernardo realizó numerosas muestras en Capilla del Monte y alrededores y participó con su canto en diferentes eventos. Su casa/atelier es un espacio lleno de plantas, luz, colores, jazz y hay pinturas como ventanas a nuevos mundos en cada rincón. Él nos cuenta de su vida en una mesa redonda donde hay un cuadernito en el que se pueden ver poemas recién escritos.

¿Cuándo decidiste arrancar el camino del arte?

– Desde el momento en el que desobedecí haciendo algo bueno, pudiendo sentir todo, empecé a combatir la hipocresía. Por supuesto a partir de ese momento no me hablaron más varios integrantes de mi familia. Mis padres tenían un poco de miedo de este monstruo que era, esa manera de poder ver la vida y pintar lo que quería aunque me costara vida. Lo digo literalmente porque en el ’73 hice un cuadro en el que estoy en la primera comunión, una autoreferrencialidad, al traje de comunión lo pinté de rojo. Inmediatamente vino la persona que ejercía el poder en ese momento y me dice -¿Por qué rojo?, me dijo que cambie el color por uno sano y me amenazó de desaparición. Me quedé solo y lo pinté de blanco pero le dibujé una soga que me agarraba por debajo de los brazos.

¿Hay algo que nunca pintarías?

– Sí. Hay algo que representa conductas humanas que nunca pintaría ni pinté nunca: armas. En la época de la dictadura muchos artistas pintaban armas como una forma de crítica a lo que estaba aconteciendo, yo pintaba simbolismos pero nunca armas.

¿Cambió tu forma de hacer arte viviendo en estos paisajes?

– Cambió mi forma de escribir. Me volví confiado en el poder oculto de las palabras y en la capacidad de protección que te dan las palabras. No hay manera de escaparse de nada pero las palabras te lo permiten.

«las palabras como refugio
como antifaz
como una celosía
como un reparo desde donde observar sin ser observado»

En Buenos Aires hice mucho arte con otras características, creo en los ambientes y sus energías. Pero no la energía que está de moda. La energía está en todas partes y en cada lugar hay una fertilidad.
A veces creo que pinto lo mismo desde chiquito, la misma sed con distinta agua, porque sigo buscando lo mismo. Viviendo en este lugar me encuentro justo en este proceso de pintar lo que se me da la gana y no pensar en lo que le guste a la gente. Lo único que uno tiene que pintar es lo que permite que surga. Uno debería hacer un seminario consigo mismo durante cinco días y pintar lo que sea y no mirar. Con el tiempo mirar esas pinturas con alguien, como quien busca tesoros en un naufragio personal. Hacer viajes hacia adentro, porque no creo en el viaje como forma de vida. Conozco gente que viajó para afuera y está paralizada como si no hubiera cruzado la vereda nunca, gente egoísta, incomunicadas, egocéntricas. Las cosas que sirven son las que pueden desnudarse y demostrar que son nobles.

«Yo soy un hijo de la noche y el día, nunca nada ha sido como me dijeron o como lo imaginaba»

¿Es mas difícil hacer arte en el interior?

– Hacer arte acá es tan difícil como hacer arte en cualquier lugar del mundo donde uno tiene que vérselas primero con uno mismo y segundo con dejar de culpar al marido, o al medio ambiente, o porque los vecinos o porque tu padre era malo o tu madre era mala. Si hacés arte hay que entrar a hacer la magia, porque hay que pintar el mamut y salir a cazarlo. Hacer arte aquí lleva los mismos desafíos que en la gran ciudad, porque el arte debe venderse.

El asunto de vender obra es lo más complejo, pero lo más tremendo es la soledad necesaria para hacer arte. Picasso dice que el artista tiene que ser necesariamente solitario, no estar con los amigos todo el día conversando. Yo conozco las dos cosas muy bien. Elijo las dos cosas y voy viendo como regulo para que nada sea extremo. ¿Quién ve tu obra en el medio del monte? ¿Para quién pintamos? ¿Para los recuerdos? ¿Para que al momento de morir alguien abra mi taller y encuentre mucha pintura guardada y con humedad?. En todos lados el arte tiene sus desafíos.

Lo primero que hice al venir a vivir en Capilla del Monte fue ir a golpear la puerta en la Secretaría de Cultura, hice muchas muestras y convoqué a varios artistas. Fue una sorpresa para todos. Aprovecho para decir que Capilla del Monte necesita un tomógrafo para el hospital. Ahora estoy viviendo en Charbonier, es más difícil exponer pero pronto se viene una gran muestra.

«En todos lados el arte tiene sus desafíos»

¿El estado apoya a los artistas?

– Sí. Hay concursos, escuelas de arte, incluso hay un premio a la trayectoria, que no lo he ganado yo, pero hay alguien que se los gana. Hay que trabajar pintando pero también hay que tener una logística de inserción. Hay que tener quién ayude a sostenerse mas allá de la obra. Hay obras muy caras que no son muy buenas pero que tienen canalizadores de la energía mercantil. Es importante respetarse y respetar la utilidad de las nuevas redes. Las redes no sirven si no hay qué comunicar. Hay que utilizar los beneficios de lo tecnológico para que mejore la apreciación del valor humano. Lo mercantil en el arte es un trabajo interesantísimo para quienes gustan de hacerlo. No es mi caso y prefiero el gesto de un pincel cargado con una tinta. Además hay que cocinar, uno tiene tareas afectivas que atender, limpiar, ensayar y siempre tener tiempo para pintar.

«El arte es necesario porque hace mejor a las personas»

¿Es importante el arte?

– Hay artistas que te dicen el arte es importante y listo, yo cuando escucho eso lloro por la mezquindad y por la falta de esfuerzo de pensar. El arte es necesario porque hace mejor a las personas. Picasso amaba la corrida de toros, le gustaba ver asesinar a los animales pero como dice el dicho «no conozcas íntimamente a tus héroes». Él pudo establecer algo nuevo que hizo crecer artísticamente al mundo. Tan negativo es dañar a una persona o a un animal y tan positivo fue crear un nuevo lenguaje. Mi tía abuela pintaba con acuarela la misma florcita todos los días de su vida. De ese jardín no quedó ni el viento porque ella no era artista, era bruja, y buscaba llegar a algo a través de pintar esa flor. El arte es muy importante porque tenemos que saber qué hacer con lo que vemos de nosotros mismos. Eso es el arte y por eso son importante las maestras de arte, los amigos artistas, juntarnos, conversar, no competir. Hacer arte es como escribir desde el patio de atrás de la mente creando nuevas cosmogonías para habitar.

«Las cosas que sirven son las que pueden desnudarse y demostrar que son nobles»

Sos un artista híbrido, multifacético, en alguna entrevista dijiste que andás descalzo por la vida ¿Qué te significan esas palabras hoy?

– Andar descalzos por la vida no es cuestión de ser mártir, es cuestión de saber que el sentido común tiene que acompañar tus decisiones. Siempre diferencio la audacia de la valentía. El valiente es quien puede ayudar a alguien y lo hace.

«El primer día que vi el arcoiris unos zapatos rojos se ciñeron amablemente a mis pies, no era el diablo el zapatero como lo es en el cuento de las zapatillas rojas. Estas zapatillas tenían tacones y eran los zapatos de Dorothy Gale en el Mago de Oz. Lo vi tan claro desde la casa de mis abuelos en la avenida Velez 180»

Lo único que quiero hacer es agradecer constantemente, yo soy un hijo de Gardel y Judy Garland, un hijo de Disney y Libertad Lamarque. Mi hibridez viene de estar escuchando música clásica y Suma Paz. Siempre he sido el niño que no juega al fútbol y su cabeza se convierte en un globo terráqueo, el gol se hace de otro modo. Yo soy un hijo de la noche y el día, nunca nada ha sido como me dijeron o como lo imaginaba.



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