24M: el país que no calla en las calles
Este aniversario que rememora los 48 años de la última dictadura, ha encontrado un país conmovido en las calles ante la reivindicación de la violencia estatal que promueve el actual gobierno de Javier Milei.
En medio de la efervescencia de la extrema derecha, el pasado, ese tejido que hace memoria en el presente, se convirtió en una gran narrativa colectiva que volvió a fundar nuestro país desde aquel Nunca Más, como el pacto social de la democracia.
En Capilla del Monte, el recorrido comenzó con una ronda por la tarde, que abrió la palabra en el Jardín de la Memoria de la Plaza San Martín. La memoria, ese puente que articula lo íntimo con lo colectivo, abrazó las calles del pueblo que construyó la presencia de quienes ya no están.
“Este 24 de marzo, como todos, lo que más me duele son las ausencias y creo que estas marchas lo que hacen es traernos de vuelta a los compañeros y compañeras que ya no están”, dice Liliana Martín,ex presa política, integrante del Movimiento Plurinacional disidente y feminista de Capilla del Monte. “Estas marchas son para ellos, para reivindicarlos, para no sentirlos como víctimas, sino como militantes políticos”.
La marcha salió a la calle. Se hizo de las huellas de lxs que faltan. Tomó las formas de las preguntas de lxs que dudan. Paola Giamaría, es hija de desaparecidos y aún busca su identidad. Sabe que la apropiación de niños y niñas fue un eslabón más del plan sistemático de desaparición y exterminio de la última dictadura. Que tuvo distintos modos: algunos nacieron durante el cautiverio de sus madres, otros fueron secuestrados junto a sus padres.
Conoce la historia: que luego de los partos, las y los bebés eran separados de sus madres. Que la mayoría eran entregados a familias de militares o vinculadas con las fuerzas de seguridad. Que los partos y las partidas de nacimiento se fraguaban para inscribirlos como hijos o hijas biológicas, con la complicidad de médicos y enfermeras, o se iniciaba un trámite de adopción, que con la colaboración de jueces y funcionarios públicos, las niñas y los niños que eran abandonados como NN se entregaban a las familias de manera “pseudo legal”.
Así de clara es la historia que hoy se quiere negar. Así de concreta Paola abre la suya y la comparte, la cuenta en medio de la ronda que la mira con amor. “Todavía no recuperé mi identidad”. Ese eslabón que intenta encontrar en su biografía, hoy se hace una pertenencia necesariamente colectiva.
“Este 24 de marzo significa no bajar los brazos, seguir luchando, que no nos pongan palos en la rueda, que se haga realmente justicia por todos los compañeros, desaparecidos y por los que aún no recuperamos la identidad”, dice Paola.
Desde 1983 el pacto del Nunca Más, “fue reafirmado como símbolo fundacional de la democracia, la legalidad, la no violencia y los derechos humanos”, explica la historiadora argentina Marina Franco, y aclara que los propios cuestionamientos comenzaron en 1986 con los levantamientos militares y continuaron desde entonces: “hasta llegar a un presente en el que los ataques se dirigen directamente a la democracia como principio ordenador de la vida política”.
Así, en este 24 de marzo de 2024, el rechazo masivo en las calles del país, fue la respuesta a los intentos de resquebrajar ese pacto, de negar el Terrorismo de Estado y de relativizar los crímenes de lesa humanidad. Las movilizaciones, en sus diversas escalas y geografías, se convirtieron en la confrontación al poder dominante, la respuesta al odio y al negacionismo que se hizo visible en todos los territorios.
“Este 24 de marzo significa renovar el compromiso con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia”, dice Graciela Olmos integrante de la Mesa Intersectorial para la prevención y la erradicación de la violencia de género, y del Movimiento plurinacional de Capilla del Monte. “Hoy más que nunca toma otra envergadura, al intentarse traccionar, demoler y licuar nuestra memoria. Acá estamos expresándonos por el Nunca Más, solidarizándonos con todos los detenidos, detenidas, desaparecidxs, con lxs luchadores de hoy encarcelados, y exigiendo que se desarticule el aparato represivo que tiene continuidad hasta hoy”.
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Al ritmo de los tambores, en Capilla del Monte avanzó el día, sin dejar de ser hasta el final esa trama indisoluble que hace presentes las ausencias y abraza el camino por las causas justas. Hay en ese camino la imaginación de un futuro posible.
El país dejó un sonido en el asfalto: la vida que pulsa a pesar de todo y recupera ese pasado. En la Plazoleta de la Memoria del pueblo, la ronda volvió a abrazarse en este 24, que como cada año, es una excusa que habilita un diálogo entre generaciones, un encuentro inevitable que se hace en la calle como legado de esa memoria. Una identidad que se multiplica y existe por esa historia.
*Fotos Eugenia Marengo