8M y la presencia de lo que se niega
Este 8 de marzo en Capilla del Monte, mujeres y diversidades se sumaron a una nueva marcha y Paro Transfeminista. A tan sólo 14 meses del gobierno de Javier Milei, el país se unió en un abrazo de repudio y libertad.

En este día internacional de las mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersex y no binaries, día del Paro Internacional Feminista y Transfeminista, las consignas salieron solas y se unieron en las calles del país. Contra el fascismo, el negacionismo, los discursos de odio, el ajuste y la represión sistemática de una política de la crueldad, este 8 de marzo, multitudes intervinieron el espacio público, en una clara demostración de la fuerza colectiva, que visibilizó desde la música y el cuerpo en movimiento, la importancia de no olvidar el sentido de esta fecha en nuestro país y el mundo.


El 8 de marzo trae la memoria de las luchas de las obreras inmigrantes hace más de un siglo, en las distintas fábricas textiles de Estados Unidos. La represión al reclamo por sus condiciones de trabajo y el incendio, ocurrido en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, donde murieron 129 trabajadoras, es la postal más trascendente de esta historia.
Sin embargo, el 8 de marzo, elegido en 1910 durante el Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, para conmemorar estas reivindicaciones de derechos de las mujeres trabajadoras, también coincidía con el día en que las trabajadoras rusas empezaron una huelga general -en 1917- y marcaría el comienzo de las convulsiones sociales que dieron inicio al proceso revolucionario ruso.
En la actualidad, historiadoras e investigadoras con perspectiva de género, dieron cuenta de cómo esa historia fue narrada durante décadas. Este origen fue siendo borrado de la historia, con el objetivo de desvincular esa conmemoración de su carácter revolucionario, donde en la primera versión, las mujeres son víctimas, en la segunda, sujetas de la historia, desencadenadoras de uno de los principales hechos históricos de todos los tiempos.
Hoy, los sentidos de la historia están siendo disputados y tergiversados bajo la gestión de un Estado que para una fecha como el 8 de marzo, se jacta de publicitar sus compañas contra todos los derechos y el vaciamiento de políticas públicas para prevenir y acompañar las violencias de género. Un gobierno que niega los crímenes de lesa humanidad y construye una retórica homofóbica, misógina y lesbodiante en las cumbres internacionales. Un gobierno que cuestiona la legitimidad de la figura del femicidio, y detona un autoritarismo estructural en medio de una realidad que alarma: en nuestro país, cada 26 horas es asesinada una mujer.
Por las calles de Capilla
Son las 18:30 y el encuentro va creciendo en la Plaza San Martín de la localidad. El viejo algarrobo de la memoria sigue siendo cobijo de mates, abrazos, banderas y cartelas. Se prueban los megáfonos. Se coordinan los recorridos. Se agitan los tambores. Una bandera con el rostro de Cecilia Basaldúa, lleva su memoria y habla de su femicidio impune. Las manos comienzan a golpear con fuerza los cueros candomberos y la marcha comienza.


A lo largo de la calle techada todo se vuelve un sonido que estalla. Abajo el patriarcado que va a caer, arriba el feminismo que va a vencer. La batucada acompaña ahora con repiques y movimientos exactos. El 8 de marzo, duele, pero a las calles se lleva la alegría en el brillo de los ojos, en la cadencia de los cuerpos, en la humedad de la piel que se hace abrigo y refugio durante cuadras.
“Nos enfrentamos a una realidad en la que nuestros derechos vuelven a ser debatidos mientras cada vez se hace más difícil sostener nuestras vidas -dicen las compañeras del Movimiento Plurinacional disidente y feminista- y expresan desde el megáfono las demandas que también impactan en la realidad local:
“En Capilla del Monte, son mayoritariamente las mujeres quienes sostienen con su trabajo precarizado la temporada y el resto del año. Empleadas de comercio, mucamas, lavanderas, mozas, cocineras, etc. como así también las trabajadoras municipales que garantizan la limpieza de la localidad con contratos precarios de trabajo”.


Desde las mesas de los cafés y los negocios, la gente mira. Saca fotos, aplaude, se incorpora. “Es importante recordar que muchos de los reclamos actuales por las leyes (nacional y provincial) por violencia hacia la mujer, estaban contempladas en las ordenanzas derogadas a fines de 2016 por el concejo deliberante de Capilla, como proyecto del ejecutivo”, dicen en alta voz, en otra de las paradas que hace la marcha apretada entre las mesas de los bares y restaurantes.


A las falencias en materia de salud sexual y reproductiva existente hace años y la falta de políticas locales reales en materia de violencia de género, se le suma el vaciamiento a nivel nacional de todos los programas que contemplaban recursos para el acompañamiento a víctimas y sobrevivientes.




El techo a cielo abierto, deja atrás su resonancia. Las letras que identifican al pueblo son un destello con el sol en caída. La noche se va encendiendo y se abre en la calle Pueyrredón. Una ronda inmensa detiene el tránsito. Desde lejos la presencia de algunos autos son una posibilidad lejana.

Los reclamos siguen y las demandas se enumeran y acumulan cada año: “Hoy marchamos en oposición al Gobierno de Javier Milei, a su intento de desarticular toda política pública relacionada con las mujeres y las disidencias y la prevención de la violencia de género. Se marcha contra lo que el gobierno llama ‘batalla cultural’ que pone en foco en convertir en enemigos o enemigas a quienes defendemos los feminismos o formamos parte del movimiento LGBTIQ+”.


Todo se para por el tiempo que dura la posibilidad del encuentro: NO ESTAMOS SOLAS. Repiten las copleras y el coro se hace de todas, de todes. Se para la rutina desigual, lo que oprime y divide, se para en la Argentina que precariza, que lleva casi tantos femicidios como días del año, que viola con la legitimidad de los gobernantes que pretenden hacer de la misoginia un mandato; se para con el repudio a la violencia como una forma de gobernar que se lleva hasta los ojos de los jubilados; se para contra el vacío del Estado ante cada crimen que despoja a la infancia; se para frente al desprecio a la identidad; se para ante esta inquisición y se enciende el caldero que conjura en el presente lo que vendrá.
*fotos: Euge Marengo