Córdoba marchó con memoria: 150.000 personas repudiaron el negacionismo y exigieron justicia

Bajo una lluvia persistente pero con el corazón encendido, la ciudad de Córdoba vivió una de las marchas más masivas y heterogéneas por el 24 de marzo. Según los organizadores, 150.000 personas colmaron las calles en un grito unánime contra el negacionismo del gobierno nacional y los ajustes que recuerdan al plan económico de la dictadura. «Fue un respiro hondo, sentido, una urgencia ante este contexto jodido», describió Rodrigo Savoretti, periodista de Enfant Terrible, quien destacó el rostro joven de la movilización: «Las columnas más grandes fueron de estudiantes secundarios y universitarios, muchos marchaban por primera vez, empujados por un gobierno que replica el programa de Martínez de Hoz».
La Mesa de Derechos Humanos de Córdoba, en el documento leído durante el acto central, denunció el «desmantelamiento» de las políticas de memoria bajo el gobierno de Milei: «El Banco Nacional de Datos Genéticos, la CONADI y los Espacios de Memoria son víctimas del ajuste. Sin Estado, no hay identidad para los 300 nietos que faltan». Savoretti coincidió: «Ayer se gritó fuerte que la memoria no se negocia. Los 30.000 deben estar felices de ver a un pueblo que no entrega su pasado».
La marcha también fue un crisol de luchas actuales. Trabajadores de EPEC rechazaron la privatización impulsada por el gobierno provincial, mientras colectivos ambientalistas, docentes y movimientos feministas sumaron sus reclamos. «Confluyeron consignas por el monte nativo, la soberanía energética y contra los femicidios. La lluvia no apagó los flashes que iluminaron el corte de luz: fue un símbolo de resistencia», relató Savoretti. La intervención artística y la diversidad de identidades marcaron el tono de una jornada donde «el paraguas se volvió herramienta política».
El escenario principal resonó con críticas al negacionismo estatal y a la impunidad de los cómplices civiles de la dictadura. «Exigimos cárcel común para los genocidas y que se incluya como víctimas a los niños secuestrados con sus padres», demandó la Mesa de DD.HH., mientras señalaba la lentitud de los juicios de lesa humanidad. Savoretti enfatizó el mensaje hacia el poder: «La calle le dijo a los gobiernos que no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. Los represores y sus socios empresarios siguen lucrando, pero el pueblo les sigue poniendo nombres».
En un clima de bronca y esperanza, los oradores vincularon las violaciones de derechos del pasado con las actuales: los despidos masivos, la represión a jubilados y la entrega de recursos al capital extranjero. «Milei y sus secuaces fascistas atacan conquistas como la identidad o la soberanía, pero no nos han vencido», clamó el documento. Savoretti reflexionó: «Ayer se actualizó la memoria. Duele ver cómo el modelo de la dictadura sigue vivo en los despidos, el hambre y los discursos de odio».
La marcha cerró con un abrazo simbólico a las Abuelas de Plaza de Mayo y a los organismos de derechos humanos. «La memoria es del pueblo: en las escuelas, los sindicatos, los barrios. Ayer Córdoba mostró que la salida es colectiva», resumió Savoretti. Entre paraguas y canciones, quedó flotando una certeza: la lucha por los 30.000 es también la batalla contra un presente que repite sus atrocidades.