AmbienteCapilla del Monte

Ferias del Buen Vivir: un espacio indispensable para la construcción de otro mundo posible

En tiempos de cuarentena, la pregunta por la producción local, los alimentos sanos y la economía regional tomó mucha más fuerza. Las ferias son un espacio indispensable para la construcción de otro mundo posible.

Por Ingeniero Forestal Bernardo Ferraris – Capilla del Monte.

Originariamente, la provisión de verduras estaba a cargo de un conjunto desarticulado de zonas hortícolas ubicadas muy cercanas a las localidades, que juntos con las producciones de lácteos abastecían a las poblaciones de alimento. La condición de productos perecederos, sumado a la falta de tecnología de refrigeración por aquellos tiempos, determinaban que estas producciones de hortalizas frescas y lácteos se comercializaran en circuitos cortos.

En el marco de profundos cambios en el accionar del Estado, el cual tras procurar ordenar la comercialización hortícola a través de un mercado concentrador en los años ochenta, se produjeron los Mercados Centrales de las grandes ciudades. Estas formas de organización social de la producción y de la comercialización son los efectos socioeconómicos de la agro industrialización. Es decir, la modernización agrícola que aplica tecnología basada en el uso de dosis masivas de insumos costosos y/o contaminantes: combustibles fósiles, agroquímicos (como plaguicidas y fertilizantes), semillas híbridas y transgénicas, maquinarias, agua para riego, plástico para invernáculos etc., causando problemáticas y conflictos ambientales. El resultado es un modelo tecnificado para el monocultivo, la concentración de tierras y mercados en pocas manos como nunca antes.

En los últimos años los conflictos ambientales asociados a las aplicaciones de agrotóxicos para la producción de alimentos, han generado un fuerte rechazo de los actores consumidores a los circuitos convencionales y multinacionales de la agroalimentación. Problematizados con el tipo de producciones que llegan a estos mercados centrales que abastecen los principales centros urbanos del país, un grupo de vecinas y vecinos de la localidad de Capilla del Monte, empezaron a organizarse para logar otros circuitos comerciales y mercados que integren a los/as pequeños/as productores/as con un perfil agroecológico en sus producciones.

Como consumidores/as se organizaron para hacer compras colectivas, basadas en la necesidad de poder acceder a alimentos saludables y a precios justo. Buscaron la manera de romper con las largas cadenas de intermediarios instaladas en el mercado convencional que se quedan con la mayor ganancia sobre la producción y que impiden generar lazos entre productores y consumidores para logar avanzar hacia un modelo de producción agroecológica de los alimentos.

La organización de los sistemas alimentarios es un conjunto de relaciones sociales donde los seres humanos producen, intercambian y consumen sus alimentos. Lograr contribuir a la soberanía alimentaria, entendida como un derecho de los pueblos a poder decidir sobre la producción de alimentos de forma sostenible, nutritivos y culturalmente adecuados y accesibles es el desafío que se propuso este colectivo.

Omar Grillo es integrante de la Feria por el Buen Vivir Capilla del Monte. Hace más de un año comenzó a reunirse con diferentes vecinas y vecinos de la zona para pensar un espacio donde poder reunir a productores con consumidores, buscando promocionar la agroecología. “Hicimos una convocatoria a distintas, amplias y diversas organizaciones: centros vecinales, movimientos feministas, escuelas alternativas, comunidades de pueblos originarios, radios comunitarias, y productores/as, artesanos, colectivos de productores y cooperativas”.

La Feria, -explica- es un proyecto colectivo que surge desde el interés de poder promocionar una nueva economía más justa, solidaria, popular y sustentable a nivel ambiental. A estas características Omar incorpora la necesidad de que este espacio también influya en la generación de empleo, con el desarrollo de energías alternativas, impulsando lo cooperativo siendo parte de una búsqueda colectiva.

A su vez, agrega que es importante que la renta local -la renta turística- sea redistribuida equitativamente entre los distintos sectores de la población, “que pueda generar una producción donde se posibilite capturar esa renta y generar espacios de trabajo mucho más justos, con mejor remuneración, sin patrón en lo posible, en sistemas asociativos y cooperativos”.

Es en esta búsqueda, necesariamente colectiva, desde donde se proyecta el concepto de la agroecología al pensar la Feria por el Buen Vivir de Capilla del Monte. Es decir, donde -remarca- el cuidado del ambiente de la biodiversidad, el no uso de agrotóxicos, las condiciones justas de trabajo y precio justo en la cadena de producción y comercialización, son premisas fundamentales para su desarrollo.

Cuando pensamos en las economías locales, espacios como la Feria contribuyen indudablemente a fortalecerlas, “genera boca de comercialización y se promociona la producción. Si la gente tiene posibilidad de espacio de venta se fortalece la economía local y se articula con la economía regional”, dice Omar. En la incipiente experiencia de la Feria se ha logrado contar con la presencia de productores de San Marcos Sierras, Huerta Grande, Villa Giardino, San Esteban, y organizaciones de productores de Córdoba Capital y Sierras Chicas, “la articulación se da en red contribuyendo muchísimo a las economías locales. También surgieron compras comunitarias, la posibilidad de tener listados comunes de compra y virilizarlo por las redes sociales, llegar a vecinos y vecinas y hasta comercializadoras de Buenos Aires”.

El modelo agroindustrial está siendo llevado adelante por el gran poder económico de las corporaciones, que también tienen sus aliados en los gobiernos y está destruyendo todo los bienes comunes del planeta”, asegura Omar. De este modo, los espacios como la Feria por el Buen Vivir en Capilla del Monte, se instala, desde la unidad colectiva y el esfuerzo diario”, como una alternativa que habilite el camino transicional hacia un cambio en las formas de producción y consumo.

La agroecología está ligada a lo que es la vida y su perdurabilidad, considera Omar, y en este sentido, “todo lo que es la vida tiene que ver también con el concepto del BUEN VIVIR. En esto muchas organizaciones y movimientos sociales han incluido dentro de lo que es la agroecología y las buenas prácticas agroecológicas el hecho de que tampoco haya explotación en la cadena de producción y comercialización, porque si no estaríamos ante un hipocresía. Por un lado está bien en cuidar el ambiente, pero por otro, deben establecerse condiciones justas de trabajo”.

Los desafíos agroecológicos son múltiples: económicos, sociales, biológicos, institucionales, políticos, etc. Pero, sin dudas, unos de los desafíos de la agroecología es lograr producir alimentos sanos, libres de producciones con veneno, respetando a todos los seres vivos, evitando la degradación ambiental y cuidando de la humanidad. Hipócrates decía «Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento», indicando la importancia de la alimentación en el mantenimiento de la salud.

De modo que, la agroecología es un aspecto esencial para la soberanía alimentaria, favoreciendo, a su vez, al desarrollo de sociedades cada vez más sanas en función de sus alimentos.

En localidades como Capilla del Monte es fundamental impulsar la agroecología para fortalecer las producciones regionales y locales que descompriman (o desarticulen) la centralización de la producción en los centros urbanos, fortaleciendo así a los y las pequeñas productores.

La Feria del Buen Vivir de Capilla del Monte es un espacio colectivo que promueve la participación de las organizaciones de la comunidad. A partir de esta propuesta concreta se busca articular con las experiencias individuales de producción para potenciar de manera colectiva la economía local.

Consumidores/as, comercializadores/as y productores/as de los sistemas alimentarios se reúnen buscando así la democratización en toda su cadena. Parten de una crítica a los modelos hegemónicos de producción y comercialización de alimentos y plantean una profunda transformación de la agricultura y sus formas de distribución.

Este tipo de experiencias estimulan desde una práctica colectiva la importancia de saber qué es lo que consumimos, convalidando de esta manera otras formas de producir, eligiendo otro producto. “Si esta decisión es colectiva, entonces puede modificar las relaciones de poder. El consumidor individual no es soberano. La soberanía es un atributo del conjunto, no del individuo”.

A pesar de este contexto de cuarentena, las redes continúan impulsadas desde el desde el desafío que implica reconocer y revalorizar los saberes populares y ancestrales, el trabajo artesanal y las producciones locales, como fuentes de trabajo digno y autogestivo. Todos elementos esenciales para pensar la dimensión agroecológica en la construcción del Buen Vivir.

 

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