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Juan Iñaki presenta Vórtice, su nuevo disco

El cantante, compositor y productor musical cordobés, nos presenta su nuevo material discográfico con sonoridades diversas que espejan sus nuevos caminos.

Escuchá la entrevista completa acá:

Te desempeñás en varios aspectos de lo artístico ¿Cuál es el área del arte que más te define?

– Empecé muy chiquito trabajando, el arte siempre sucedió dentro de las vías del trabajo, en ese sentido la música es la sustancia que mas conozco. Me asumo inventor de cosas, un mandado, con el tiempo he aprendido que esa es una predisposición importante. Lo que más ha socavado culturalmente en la gente es el miedo a expresare, en ese sentido no es que yo no lo tenga. Sí siento que tengo algo para decir, trato de ser muy objetivo conmigo mismo y entender que hay cosas que no pasan una situación de laboratorio de experiencia y de curación interna como así también has cosas que pasan la etapa de poder ser exhibidas y convertidas en un trabajo. Nunca usé el mote de mandado, se me acaba de ocurrir, suena a una cosa liviana pero no es así. En ese sentido soy muy duro conmigo mismo, me gusta trabajar mucho lo que presento y me gusta consultar a las personas que admiro. Me gusta mucho darle forma a mis ideas con otres, en una parte del trabajo en general que me entusiasma.

¿Cómo ves la labor artística hoy?

– Este año tenemos un gobierno reproduciendo y poniendo el trabajo del artista en un lugar de indigencia. Siento que hay un ataque a la labor artística que significa la contra de todo lo que están tratando de proponer como gobierno. Como si la creatividad, la sensibilidad, la empatía fuera algo malo. No es que los artistas seamos todo el tiempo eso, quien viva sumergido en el mundo del arte sabe que hay una vena que tiene que ver con la sensibilidad que no es fácil de llevar adelante. Hay una predisposición a sentir un poco más, a no poder con ciertas cosas. Este año me di cuenta que los artistas estábamos en camino a ser marginales.

Yo te soy muy honesto, al arte tengo todo para agradecerle. No solamente lo que me llenó el corazón y lo que me salva de situaciones, sino también porque hay lugares del mundo que no hubiera conocido si no hubiera trabajado de la música. El arte es lo que pone el pan arriba de la mesa y yo soy muy respetuoso con eso. Es tan generoso el arte, lo que necesitamos lo ofrece.

Nadie en la experiencia de la pandemia se salvó si no tenía al alcance de la mano algún punto de supuración artística como prender la radio y escuchar un tema. Nadie prescindió de la labor creativa. Susi Shock decía en esos días «nosotros somos el personal imprescindible» y tenía razón. Los parámetros del mercado también atraviesan el arte y hay que saber manejarlos. La discusión tiene que empezar a ver de qué manera inteligente establecemos diálogos para que nos nos opriman, para que los laburos sigan siendo dignos. Hablo de trabajo porque es lo que es para mi finalmente el arte. Yo tengo ese gran privilegio y esa gran decisión.

«al arte tengo todo para agradecerle»

Empezaste a cantar desde muy chico ¿Alguna vez pensaste en dedicarte a otra cosa?

– Nunca me pasó, veo en las personas eso, momentos de crisis vocacional. En relación al arte me pasa que tengo una sensación que me acompaña desde muy chiquito. La sensación de tener algo adentro que quiere salir. Mis padres probaron con todo, buscamos por todas las áreas del deporte, hasta que finalmente la escuché a mi mamá en el cierre de un taller de canto. Ahí me di cuenta que quería dedicarme a eso y mi viejo supo como ayudarme. Tuve la suerte de tener dos padres que sin ser artistas me dieron ese oficio.

¿Qué es el canto para vos?

– Para mi el canto es una relación tensa, como dice Liliana Herrero. A diferencia de otros instrumentos
el canto está dentro del cuerpo, somos nosotros sonando. Un instrumento viejo suena pero no se evidencia tanto que es viejo suena. Es el cuerpo humano mezclado con la dimensión que no está acá, o si está acá pero no vemos, la dimensión que canta de nosotros. Entonces el canto es un gran misterio. Al mismo tiempo veo que alumnos que se acercan a mis talleres me dicen que el canto les sana o les hace un profundo bien. A mi eso me pasa cuando me pongo en el rol de mandado, cuando me pongo en labores en las que me se fallido desde el vamos, por ejemplo actuar, bailar, pintar. A esos otros lugares entro con una mirada muy inocente, muy niña todavía, yo se que entro sin saber hacerlo y no me pido nada. Entonces es lo que la gente cuenta que le produce el canto porque es una situación de juego. No es que no juegue con la música todo el tiempo, si no hay juego no lo hago, pero el canto no siempre es juego a veces es el trabajo y hay que hacerlo. También me sorprende cómo vuelve a acompañarme en soledad, cuando estoy solo pero solo en serio.

Tengo amigues artistas muy reconocides que si van por la peatonal y le dicen cantate algo, no tienen drama. Yo en esas situaciones me meto abajo de una baldoza, no me pasa esa facilidad de extroversión. Me cuesta bastante que pueda pasar la etapa de salir de mi. Es mucho lo que la gente me detesta porque no cumplo con la asignatura de caer con la guitarra bajo el brazo.

Juan Iñaki estuvo en Espacio Viarava, Capilla del Monte, en dos oportunidades: 2018 y 2020

¿Qué viene a contarnos tu nuevo disco?

– Si bien es el séptimo me encuentro muchas veces sintiendo cosas que me remontan a una primera experiencia. Es cierto que la pandemia cambió mucho la forma de ver las cosas, es como si hubiera puesto una lupa grande sobre lo que antes era habitual o común. Vórtice es un disco de mandado, que compuse mayoritariamente, que produje artísticamente con arregladores a los que fui convocando según las ideas que tenía para cada canción. Son once piezas que tienen cada una una orquestación diferente y una producción diferente. Fue un trabajo bravo encontrar la unidad del disco en la gran diferencia entre cada tema y justamente la unidad del disco terminó siendo esa variedad. El disco tiene un diálogo al mismo tiempo con un imaginario que tiene que ver con la pandemia y la semejanza mas grande que tiene es con mi vida. Hay mucha vida mía mezclada en este disco, me tiene muy emocionado. No creo que haya nada nuevo bajo el sol pero me propuse ir lo mas lejos que pueda en usar las informaciones que tengo y las cosas que realmente me emocionan. Me propuse también no tener que rendirle culto a ningún género, he tratado a las canciones como se me ha cantado. Hay momentos del disco muy vocales, otros orquestales, hay percusiones, bronces, jazz. Todo eso pasado por un tamiz electrónico y con un diseños sonoro en el que trabajamos largos dos años con Javi Pedrocca.

«Es un disco que amo y que lo siento así como una especie de primer disco»

¿Cómo nace el nombre del disco?

Vórtice es la imagen que se me venía de lo que percibía de una situación que venía atravesando que tenía que ver con estar en medio de una tormenta fuerte. Vórtice hace referencia a ese mito o realidad que es que el centro de todo tornado es un lugar de absoluto silencio. Un poco así me fui sintiendo yo, porque el grupo con el que trabajaba en aquel momento, el 2018, se disolvió. Fue un momento en el que me di cuenta que no sabía lo que quería y eso fue una gran tormenta. Fueron cinco años de un tránsito de ir saliendo de esa tormenta personal, ahora estamos en otra, mas social. El disco tiene una hada madrina que es Jenny Nager que es con quien pasamos mucho tiempo escuchando lo que hacemos. Jenny es hoy la persona con la que hablo procesos artísticos en estos momentos. Un día íbamos volviendo en el auto, escuchando el disco en proceso y la obertura dice «el vórtice sagrado hacia el deseo». Jenny me preguntó ¿Qué es el vórtice? Yo le respondí que era como un portal y fuimos derecho al diccionario donde lo definía como el centro de un tornado. Vórtice era la palabra que estaba buscando y cada quien supongo que tiene el suyo. Es una imagen que no es personal de un lugar por el que todos podemos pasar.

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