El patio de La Idea, su reapertura y la celebración de la palabra
La Idea, ese periódico-edificio-imprenta centenario cruzdelejeño que alberga las máquinas con las letras de otro tiempo, reabrió su patio y volvió a ser del periodismo esa celebración del encuentro y la palabra.

El 9 de julio, La Idea cumplirá 102 años y toda una historia que se construye con la misma ciudad que vio crecer. Hermanada con aquella Gazeta -el primer periódico del país- de la Revolución de Mayo, este 7 de junio en el patio de este antiguo edificio ubicado en el Pasaje Pedernera de Cruz del Eje, no sólo se conmemoró el día del periodista, también fue un homenaje a María Cristina Cafure -quien falleció el año pasado- y “por mucho tiempo sostuvo, junto con el resto de los integrantes de la Asociación Amigos de la Idea, este centenario periódico”, dice hoy Graciela Gonano, también parte de la Asociación.
“Una vez más hemos abierto el patio de La Idea, conjuntamente con la Mesa por La Memoria de Cruz del Eje”, comienza Germán Baigorri -presidente de la Asociación- y da la bienvenida a lo que será una emotiva celebración que recordará a Cristina Cafure: “quien nos hace juntarnos aquí”.


El patio de La Idea es un extenso predio de paredes añejas. Guarda entre sus grietas la memoria del siglo XX: “queremos reivindicar el soporte de la escritura que es el papel”, dijo Cristina Cafure, en aquel acto organizado en la escuela Normal Superior República del Perú de Cruz del Eje. Eran los 100 años de La Idea, y Cristina se preguntaba frente a un centenar de personas: “¿Por qué seguimos luchando por la conservación del periódico? Porque estamos cansados de que nos quieran borrar la memoria”.
«La Idea» es un espacio y medio de comunicación inherente a la identidad cruzdelejeña. Ese día, Cristina recorrió momentos históricos de un siglo pasado agitado, que vio crecer al pueblo en sus primeras décadas al calor del ferrocarril y los pensamientos plasmados desde el 9 de julio de 1923, en un periódico que sobrevivió como tribuna de debate para los y las trabajadoras del pueblo.
El mediodía en el patio de «La Idea» tiene al sol en el centro de la escena. Es domingo y el encuentro se hizo de los y las amigas de siempre, con las puertas abiertas a la música, el locro y las empanadas. El día se hace ronda y memoria de quienes sostienen y sostuvieron al medio que le puso tinta a estos 100 años de la historia cruzdelejeña. “Todo es una búsqueda”, dijo Cristina aquella vez y pensó en esa identidad local diezmada por las políticas de gobiernos dictatoriales y neoliberales después. “Tenemos guardados los periódicos donde está registrada la historia de Cruz del Eje, una óptica sobre lo que sucedió durante todos estos años”.
Desde el 2014 La Asociación se propuso conservar y digitalizar el archivo de «La Idea», guardados en el Centro Cultural El Puente de la localidad: “cuenta con más de 2000 ejemplares y es parte de la memoria de la región. También nos propusimos refaccionar el vetusto edificio y transformar su patio en un centro cultural comunitario”, retoma Graciela.
El trabajo de conservación de las páginas de «La Idea», es imprescindible para preservar la historia. Cristina insistía en la necesidad de que exista un mayor compromiso del Estado municipal y provincial, ya que por su referencia histórica, la imprenta es tanto un punto turístico, como un centro de investigación. Pensaba en el rol del profesorado de historia que se dicta en Cruz del Eje y en la importancia de articular esos estudios con la memoria local. “Así es como se afirman las identidades, anclando en el pasado y mirando en el futuro”.
Como profesora del IES «Arturo Capdevila», y otras escuelas secundarias de Cruz del Eje, Cristina salió a cortar la ruta en plena crisis de los ’90. El ajuste a sectores como la educación, amenazaba con cerrar los Institutos de Formación Docente de la localidad. Hacía casi veinte años que había regresado a su pueblo, con los ferrocarriles parados y una ciudad a la que sentía triste y perdida, “sin saber por dónde salir”. Ya cerca del cambio de milenio, Cruz del Eje se había puesto de pie, siendo uno de los primeros lugares donde el piquete había encendido una llama que recorrería el país por décadas.
En aquel acto del 2023, su mirada fue esperanzadora. “A pesar de la crisis general que hay en el país, veo con buenos ojos a Cruz del Eje. Todavía hay una búsqueda de identidad, es difícil que te quiebren por la mitad y te dejen sin lo que ha sido tu identidad durante 80 años, para luego tener que rehacerte y salir con otras opciones. Hasta que colectivamente no se asuma esa nueva identidad, las cosas van a ir lentamente recomponiéndose”.
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Del otro lado del patio, las máquinas de la imprenta están rodeadas de muebles de madera con cajones. Adentro hay miles de letras de distintas tipografías que sólo Carlos Ubellino Castro Cuello, distinguía de memoria. Durante 60 años, fue la persona que manejaba cada linotipo móvil para llenar de letras al periódico. Este artesano de las palabras de plomo, tiene un poco menos que la edad de La Idea.


Las Fiestas Patronales, eventos artísticos locales, cumpleaños, obituarios, análisis de política nacional, fueron haciendo el rastro de la historia entre las páginas de este periódico. “Hay una pequeña técnica” -reveló hace tres años Ubelino, mientras levantaba apenas los lentes del puente de su nariz- y explicó el mecanismo que aún lleva grabado por décadas en el movimiento de sus dedos: “los tipos de letras están distribuidos en diferentes cajetines donde va una determinada letra, entonces así hacemos el abecedario”.
Debajo de un foco que siempre estaba encendido ponía el material que debía transcribir. Elegía para el armado un rincón cerca de la puerta que da al patio, y pasaba hasta más de ocho horas para armar una hoja del periódico. Cuando aparecía una letra equivocada, la sacaba con una pinza y la reponía con la correcta, “porque siempre se trasponen de cajetín”, había dicho. Cada letra móvil de plomo se colocaba al revés -de derecha a izquierda y de abajo hacia arriba- se formaban las oraciones, como un sello, en espejo.
Igual que un pasquín de principios del siglo XX, las historias se impregnaban en el papel con linotipos móviles. Una artesanía que conjugó el tiempo en pasado y lo devolvió al siglo XXI con el orgullo de ser el único periódico local impreso. Si la máquina andaba bien, Don Castro podía sacar veinte pliegos por minutos simple faz y completaba una tirada de 500 ejemplares, que distribuía personalmente, una vez por mes.
“Su avanzada edad impidió desde hace más de un año que el tradicional periódico estuviera con la periodicidad acostumbrada en la calle”, dice hoy Graciela y a la vez aclara que la Asociación Amigos de La Idea “no abandona el proyecto y periódicamente saca ediciones especiales a fin de que siga acompañando el quehacer de cruzdelejeños y cruzdelejeñas”.
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El día acontece y en el patio de La Idea, el conjunto «Algarrobal», Mariano de Macedo y Hugo Quiroga, se incorporan al festejo. “Palabras de recuerdo para la nunca olvidada compañera, dieron un marco de emotividad a la tarde”, dice Graciela.
En estos tiempos donde la opinión pública, la pluralidad de voces y la democratización de la palabra, están siendo hostigadas en manos de un gobierno nacional que reivindica la violencia y el odio como forma vincular, medios como La Idea, permiten abrir esa memoria al presente para comprender la violencia de Estado en perspectiva histórica.
“Sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”, escribió el periodista Rodolfo Walsh, en el final de su carta a la Junta Militar en 1977, antes de ser desaparecido. Hoy, esas palabras se vuelven un legado de una vigencia que perturba. Habilitan a reflexionar y accionar en torno a las lógicas excepcionales y autoritarias que en la actualidad, se han convertido en prácticas permanentes del actual gobierno, amparadas -paradójicamente- en el sostenimiento de un orden constitucional que acomodan a su medida. Hoy, la excepcionalidad tomó la forma de lo democrático.
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El patio cálido de un invierno por venir, vuelve a la escena. Todavía hay risas, abrazos, redes y memoria. Graciela nombra a quienes nunca dejaron de estar. Son huella de ese pasado para la creación de la memoria histórica y colectiva. “Cristina, junto con quienes se fueron antes: Tuti, Héctor, Ricardo, Licurgo, Víctor y Cristy, desde donde estén, acompañaron con su recuerdo y fortaleza la reapertura del patio que ayudaron a reconstruir”, concluye sin dejar de pensar en quienes siguen sosteniendo “esta Idea”, declarada museo viviente hace años. “Defenderla, es defender parte de nuestro patrimonio tangible e intangible”.