Capilla del MonteCultura

Volvió Uritörkidas, la revista capillense

Conversamos con Pablo Solis sobre el relanzamiento de la revista capillense.

Solis, en el relanzamiento de la revista publicó:

Nunca creí en los viejos proverbios como aquel que dice: “siembra y cosecharás”. Pero  debo decir que con Uritorkidas sucedió eso.

Años atrás, y durante un tiempo largo, esta revista sembró. ¿Qué sembró? palabras, información, sobretodo de artistas y de arte, opiniones realizadas desde un lugar respetuoso pero a veces no tan amable, sembró una línea editorial sin exabruptos y  una sinceridad  casi íntima.

Es de destacar que  las antiguas editoriales de Uritorkidas eran personales, puedes leerlas aquí si quieres, en nuestro archivo. Allí hablo de los libros de mi padre, de un tío, del perro que murió, cosas simples que intentaban reflexionar sobre algunas cuestiones que nos son comunes.

Eso en común no estaba relacionado con el supermercado o la marca de salchichas, ni siquiera con la pesadilla de algunos políticos de turno, eso común tenía que ver con lo que muchos sentíamos en esa zona interna que está un poco más debajo de la piel, y quizá cerca del corazón.

En esa búsqueda de ese tipo de comunión, Uritorkidas encontró eco y ese eco, como cuando se tira una piedra al agua, todavía hoy persiste.

Esto no lo sabía hasta que decidí volver.

Un volver que siempre estaba latente pero que no terminaba de ser.

Y fue a partir de anunciar que realmente nuestra revista salía de nuevo, que, sutilmente al principio, luego con mayor evidencia, se comenzó a cosechar. Y ¿qué cosecha Uritorkidas? cosecha ánimo, cosecha palabras de aliento, cosecha amistosas e interesantes interjecciones saludables que hacen que  su creador, quien esto escribe, sienta que no estaba tan equivocado con lo que trataba de expresar hace unos años, desde esta especie de refugio un tanto sensible.

Hoy la misma sensibilidad se encuentra en juego, y quizá hay un mundo allí por despertar. Hoy que todos se pelean con todos, que las redes sociales invadieron el espacio cotidiano y hasta los sueños, hoy que estamos automatizados y medimos el éxito por la cantidad de likes  y el amor o el odio se trasmiten en impactos lumínicos pulsados por nuestros dedos. Hoy que vivimos un presente orweliano , hoy, ese mundo sensible, interno, el del pensamiento, el de la reflexión, sigue estando acá cerquita, y tiene una oportunidad. Porque cuanto más sea el metal, más la madera rebrota, porque cuanto más sea el cemento más la tierra se hace fuerza.

No soy optimista si tengo que definirme por un tipo de ser, pero  me doy cuenta de que ese ánimo que los demás dan cuando Uritorkidas dice que vuelve, tiene que ver con eso. Con esa mirada introspectiva, sensible y al mismo tiempo un poco rebelde, porque hoy mantener un espacio de inocencia y de sensibilidad es la mayor rebeldía.

Hace 30 años conocí a una mujer de 90 años que mantenía esa inocencia. Esta mujer que estaba muy entroncada en la energía telúrica, que casi no volaba en imaginerías o sueños de poetas, era capaz de mirar inocentemente al mundo, y yo, más joven que ahora, la miraba a ella, miraba como ella miraba, cómo sus ojos se encendían por un colibrí que golpeaba el vidrio de la ventana, por una flor que se asomaba en otoño, por la risa o el llanto de algún niño.

Miraba yo los ojos incansables y abiertos de una mujer de 90 años y pensaba que eso era la juventud: poder seguir mirando así, poder mirar sorprendiéndonos del mundo, abriéndonos al mundo, y yo, que soy más  cerrado que abierto, aspiro a que es apertura, a que esa sensibilidad, se expanda. Para poder salir de toda la negrura que nos quieren hacer creer.

Porque en la negrura que nos quieren hacer creer está la clave de  la existencia de este medio de comunicación.

Me niego a creer en esa negrura y si esa negrura es tal quiero que nuestra luz la inunde.

Y no es casual que esta vez no esté sólo, hay muchos amigos y amigas que me acompañan en este pequeño inicio. Debo agradecer a todos ellxs que también dicen que sí, que también hacen ese gesto de ¡vamos, vamos!

El futuro es un tejer en esa luz de a varios y sin estridencias.

Aquí hay mucha emoción para dar, mucho camino para recorrer en esta detenida mirada que intentaremos hacer desde la sierras.

Quizá dentro de 10 o 30 años el eco de este inicio se vislumbre por allí y alguien también diga ¡vamos! y la rueda siga, y el camino se abra.

 

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