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“Retratos y paisajes de guerra”: Malvinas 40 años después

En lo macabro como desenlace evidente, la guerra de Malvinas se convirtió en el epílogo siniestro de la última dictadura cívico eclesiástica militar argentina. Un recorrido por los rostros y escenarios de la guerra, atravesados desde la óptica fotográfica de Juan Travnik.

Por María Eugenia Marengo

Juan Travnik es fotógrafo, docente y curador. Nació en 1950 en la ciudad de Buenos Aires. En 2014, fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes. Estuvo desde 1993 hasta el año 2007 investigando y produciendo un ensayo fotográfico cuya temática es la guerra de Malvinas. Retratos y paisajes de guerra, tiene como búsqueda lograr un mosaico de expresiones y fisonomías en contraste con las imágenes clichés que existen al respecto. “Como la de ‘los chicos de la guerra’, o los veteranos que suben a los colectivos vendiendo símbolos patrios a los pasajeros. Se buscó destruir esa especie de cliché colectivo instalado en la sociedad, para instalar algo más desde lo humano, un retrato que exprese una identidad individual”, explica Juan.

En 1982 el presidente de facto, general Leopoldo Fortunato Galtieri, anunció públicamente la decisión de recuperar la soberanía de las Islas Malvinas. Desde del 2 de abril hasta el 14 de junio miles de jóvenes se enfrentaron al ejército británico. Las trincheras enterraron conscriptos y se desarmaron ante la indolencia de sus superiores. Fueron 649 soldados muertos. Casi la misma cifra se estima en la cantidad de suicidios ocurridos pos guerra.

Pradera del Ganso. Restos del avión del capitán (PM). Fausto Gavazzi. 2007. Fotogafía: Juan Travnik

El paisaje donde casi todo es ausencia, silencio, inmenso. Un vacío plagado de ruidos.

Gritos cubiertos de balas. Malvinas. A través de sesenta y tres retratos y doce paisajes en blanco y negro, Travnik inmortaliza los vestigios de la guerra, cicatrices de la muerte en la vida.

Transitar por cada una de las fotografías es encontrarse con rostros que acercan los tiempos e instalan un presente donde “ellos eran nosotros”. Los jóvenes combatientes de Malvinas del ’82, una generación diezmada también por las políticas de la dictadura militar, se encontraron por un tiempo compartiendo consignas en las calles por la búsqueda de verdad y justicia. Pero ese primer tiempo de patriotismo extraño, se convirtió luego en una condena que disparó símbolos por doquier. La patria, la soberanía, la derrota, la humillación. Símbolos de escuela, palabras vacías en los sucesivos gobiernos, huellas enmarcadas por el olvido.

La idea de este ensayo -según su autor- surgió a partir de dos sentimientos. “Por un lado, la guerra me afectó mucho, también emocionalmente. Por el otro, sentir cómo pasado ese momento inicial de euforia entre los argentinos, quienes mostraban apoyo a los conscriptos, independientemente de estar de acuerdo con la guerra y con el contexto dictatorial, se olvidaran de la situación”.

Proximidades de la cabecera de pista de Puerto, Aeropuerto Argentino. Se lee a modo de epígrafe. El lugar mantiene intactas las marcas del pasado reciente. Una escena que se modifica desde 1982. Entre restos de rocas, la imagen expone un cráter lleno de agua producido por una bomba británica de 1000 libras. “El viaje a Malvinas fue muy intenso y emotivo, me permitió mostrar los paisajes que habían vistos los ojos de mis retratados”.

Monte Longdon. Posición argentina. 2007. Fotogafía: Juan Travnik

Refugios, trincheras, posiciones argentinas, restos de aviones, cajas de municiones británicas o partes de cocinas de campaña pertenecientes al ejército nacional, son identificadas en las imágenes. Las batallas, observadas por una óptica desapercibida, se posicionan desde el frente argentino. Las fotografías indagan a partir de una reconstrucción visual, que aún mantiene vigente los elementos que fueron parte de ese escenario bélico.

Sin embargo, dos tomas irrumpen en el encuentro temporal del pasado con el presente y desvelan a lo que los ojos de los retratados vieron. El ordenamiento perfecto de las cruces blancas en el cementerio y el monumento de la libertad en el Puerto Argentino.

En las islas festejan el 14 de junio como el día de la libertad. Juan tomó la fotografía del monumento en mayo del 2007, cuando estaban limpiando y organizando el lugar para la celebración del 25 aniversario de esa “liberación”. “La foto se torna particular porque es un monumento a la libertad que está ‘encajonado’ y parece encajonada esa liberación”, aclara.

Desde la década del ’90 Juan Travnik fue encontrándose con los protagonistas de la muestra. Se contactaba con los distintos centros de veteranos, en reuniones o en alguna conmemoración de una fecha patria. “El trabajo consistió en un ensayo fotográfico que los toma como sujetos, con la intención de encontrar una imagen de los ex combatientes que englobara las distintas situaciones por las que habían vivido después de la guerra,” subraya. “Fue un trabajo de a dos. La ropa la eligieron ellos. Algunos prefirieron lo informal, otros ropa de fajina, uniformes o accesorios como medallas. Pero en la construcción de una buena imagen, el rostro es fundamental, por lo tanto el resto fue un vínculo a la expresión que se perseguía desde el retrato”.

La estética fotográfica que identifica a todo su trabajo se basa en que el fotógrafo pase por inadvertido, logrando que la/el espectador se contacte con la obra. “Busco producir algún sentimiento desde lo visual y que se genere un cierto misterio que no pueda ser contado directamente. La riqueza de la imagen se potencia cuando hay una parte de ella que a uno le gusta, lo conmueve”, rescata Juan comprendiendo el sentido fundamental de la mirada como complemento de la obra. “Me interesa desde el arte, más que dar una explicación o bajar una línea de pensamiento evidente, conmover y llamar a la reflexión de los espectadores. Es más interesante en el camino del arte crear las condiciones para que se generen más dudas que respuestas”.

Hacia el final del trabajo, Juan sintió que recién estaba empezando, había muchos más por retratar. A su vez, una gran duda le produjo imaginar cómo iba a ser la reacción de sus retratados. Finalmente la muestra se estrenó en septiembre del 2008, en el Centro Cultural Recoleta, de la ciudad de Buenos Aires. Participaron treinta veteranos de todo el país. “El encuentro fue muy emotivo, lo sintieron como un reconocimiento que habían tardado más de 20 años en recibir”.

Hoy, en el encuentro con esos rostros está la intención del hallazgo de una identidad. Como grupo, fueron sus ojos los que se reconocieron en lugares comunes transitados por la guerra. Desde afuera, esas miradas interpelan, se conectan con lo no dicho de aquel pasado, en un presente necesariamente de memoria.

Lee el ensayo completo aquí


Goat Ridges. Cajones de municiones británicas al sur del monte Dos Hermanas. 2007.

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