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El Chelko Pajón presenta Zambas en Mi

El Chelko toca el bandoneón como quien respira. El bandoneón forma parte de su vida desde muy pequeño y acaba de sacar un material discográfico llamado Zambas en Mi

Podés escuchar la entrevista en Entre Mate y Mate aquí

Acabas de lanzar un nuevo disco. ¿De qué se trata?

Zambas en Mi es un disco de autores de música popular y de nuevos autores, hay una mezcolanza de los tiempos en este disco,una elección de zambas que siempre me acompañaron estuvieron presentes, se presentaron muchas en cuarentena, estando ahí tocando.

¿Cómo fue su creación?

El proceso fue todo muy espontáneo y el disco se grabó en dos meses. Estaba viajando a Cosquín y me llamó un amigo, Francisco Castro, que me ofreció grabar el disco en La Metro. Mientras iba en el colectivo se me empezaron a venir temas y fue donde elegí que fueran todas zambas. En el mismo viaje empecé a pensar en colegas para invitar, amigos con los que venía tocando y aprecio mucho. Todos me dijeron que si. En todos los temas hay diferentes acompañantes, las formaciones para cada tema son diferentes. Ningún tema tiene complejidad de arreglos pero si acuerdos. La idea era naturalizar las canciones y fueron grabadas en vivo.

¿Cómo vivís tu relación con el bandoneón?

Es un instrumento que me acompaña desde que tengo noción de vida porque es un instrumento que teníamos en casa. Mi padre era bandoneonista, también tíos, primos y mi hermano, que es quien me dijo que tenía que aprender este instrumento. Íbamos todos los domingos a festivales. Yo soy de La Ferrer, del partido de La Matanza en Buenos Aires. Ahí hay muchos residentes santiagueños y en los festivales desfilaban muchos bandoneonistas. Si no íbamos a los festivales se hacían las musiqueadas y guitarreadas en casa, porque mi padre tenía muchos amigos músicos. Eso estaba muy presente todos los días. Mi papá tenía un taller de carpintería en el fondo y cuando terminaba de trabajar se sentaba a tomar unos mates y a tocar el bandoneón. Tengo la imagen de él tocando en la punta de la mesa todas las tardes.

El bandoneón tiene fama de ser un instrumento muy particular. ¿Cómo describirías sus particularidades?

Todo instrumento tiene su complejidad y todos tienen algo en común que es el tiempo que uno le dedica y las ganas que uno tiene que aprender. El bandoneón es complejo porque uno tiene que aprender a tocar cuatro teclados, la mano izquierda es muy diferente a la derecha. en la mano izquierda tenemos las notas mas graves y la derecha las mas agudas. En la izquierda la lectura es en clave de Fa y en la derecha en clave de Sol. Hay que aprender cuatro teclados porque al abrir el fueye suena una nota y al cerrar suena otra y no hay una relación de mecánica manual. Tenés tres octavas en cada mano y están sectorizadas. Las notas no tienen una lógica convencional porque arrancó teniendo menos notas y se fueron agregando alrededor.

En un principio es un instrumento de procedencia alemana y en su momento, cuando fue la segunda guerra mundial, la mayoría de las fábricas de bandoneón dejaron de funcionar por los bombardeos. Además la materia prima que se utilizaba para hacer el instrumento se fue usando para materiales bélicos. Ahí decayó su fabricación pero por suerte durante las inmigraciones pudieron venir a la Argentina gran cantidad de instrumentos. En Argentina se empezaron a fabricar, en Brasil también hubo una fábrica. No era la misma calidad pero para aprender estaba muy bien. Por suerte aparecieron los luthiers que fueron restaurando los instrumentos. Hoy tenemos muy buenos luthiers, gente jóven que está haciendo un trabajo fantástico como Galván y Ochipinti. Ellos aprendieron de un gran maestro, Óscar Fischer, que abrió una escuela para ampliar ese oficio que es hermoso y tan necesario para poder conservar el instrumento.

¿Qué estás haciendo por Turquía?

Vinimos a trabajar con Tremos Company, una compañia de danza, estamos haciendo temporada. Pronto estaremos volviendo a la patria a abrazarnos con los nuestros. A unificar este estado por el que estamos algunos pasando y nos duele. Es necesario abrazarse, acompañarse, y hacer lo posible para seguir sosteniendo los derechos que tanto nos contaron conseguir.

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